Por qué los hoteleros no vetarán al turista británico

El sector hotelero español no se puede permitir el lujo de prescindir del turista británico, a no ser que quiera renunciar a casi el 30% de su negocio.
Costa de Benidorm | Foto: Lgon para Pixabay
Costa de Benidorm | Foto: Lgon para Pixabay
Costa de Benidorm | Foto: Lgon para Pixabay
Costa de Benidorm | Foto: Lgon para Pixabay

¿Vetarán los hoteleros españoles a los turistas británicos? A finales de junio, Ramón Estalella, secretario general de la Confederación Española de Hoteles y Alojamientos Turísticos (CEHAT) indicó que “no hay ningún veto”, pero que existía la posibilidad de que determinados hoteleros pudiesen dejar de vender habitaciones y paquetes de todo incluido a británicos. La causa de esta medida son las denuncias falsas que determinados turistas británicos realizan al finalizar sus vacaciones en el país mediterráneo y que lleva a los hoteleros afectados a pagar miles de euros en indemnizaciones.

A la luz de los datos, será difícil para el sector renunciar al negocio que supone el turista británico. Los hoteles españoles alojaron 99,5 millones de viajeros en 2016, según los cifras del Instituto Nacional de Estadística (INE). De esta cantidad, 50 millones son clientes extranjeros y de estos, 36,35 millones provienen de países de la Unión Europea. Entre estos países se encuentra Reino Unido, que aportó 10,08 millones de turistas a los hoteles españoles en 2016: un 20% del total de turistas extranjeros que reservan noches en los alojamientos españoles.

Pero todavía más importante que el número de viajeros británicos es el número de pernoctaciones, es decir, el número de noches que estos visitantes reservan en los hoteles españoles. Los datos del INE muestran que los viajeros británicos compraron 57,81 millones de noches en 2016. Esta cifra supone el 26,72% de todas las pernoctaciones realizadas en los alojamientos españoles por todos los turistas extranjeros.

Es decir, que si los hoteleros españoles renunciasen a alojar a los clientes británicos, estarían perdiendo algo más de un cuarto de su negocio. Un porcentaje demasiado elevado como para plantearse esta opción. Es difícil contabilizar el impacto económico que el “veto inglés” supondría, pero considerando que el RevPAR medio (el ingreso medio por habitación disponible) fue de 53,9 euros en 2016, los hoteleros dejarían de ingresar 3.116,05 millones de euros, un 15,7% del total de la facturación total del sector hotelero, que alcanzó los 17.788,83 millones de euros en 2016.

Y esta pérdida de negocio sería muy difícil de compensar por otros turistas foráneos, dada la absoluta dependencia del sector hotelero de los visitantes británicos, alemanes, franceses, italianos y holandeses, por este orden de importancia. El turista nacional tampoco ayudaría, ya que sólo reserva una de cada tres noches que venden los hoteles españoles.

Reclamaciones falsas

El turista británico, que hasta ahora ha sido uno de los bocados más apetecibles para el hotelero español, le lleva dando quebraderos de cabeza casi dos años. En 2016 se puso de moda entre los visitantes de las islas británicas reclamar a los turoperadores que les llevaban a los hoteles españoles por supuestas indigestiones.

La mayoría de estas reclamaciones, que se hacían en el Reino Unido, donde la legislación es diferente a España, eran ganadas por estos estafadores. La consecuencia: los turoperadores se veían obligados a pagar elevadas indemnizaciones, que a su vez reclamaban a los hoteleros en virtud de los contratos que tenían firmados con ellos. El último eslabón de la cadena, el hotelero, abonaba finalmente estas cantidades, que superan los miles de euros, a los turoperadores.

En España se calcula que estas reclamaciones falsas se han incrementado más de un 100% de un año a otro. Por ejemplo, en Canarias el volumen de denuncias falsas aumentó un 700% en 2016, costándole a los hoteleros de las islas entre 4 y 5 millones de euros. Además, el problema no sólo afecta a España, ya que los profesionales de la isla de Chipre han denunciado las mismas prácticas.

Dependencia por zonas

No todos los hoteles españoles dependen del turista británico para sostener su negocio, ya que en función de las zonas turísticas, la afluencia de británicos es mayor o menor. Si se pusiese en marcha este veto, los hoteleros más afectados serían los de Mallorca, Tenerife, la Costa del Sol, Gran Canaria o la Costa Brava. Es en estos lugares donde también se han localizado la mayoría de reclamaciones falsas. En cualquier caso, no son todos los turistas británicos los que realizan esta actividad fraudulenta.

El sector hotelero español se encuentra en una posición de privilegio desde hace más de tres años. La inseguridad en los destinos competidores del Mediterráneo (Egipto, Turquía o Túnez) ha llevado a los turoperadores a derivar los turistas británicos que ansían el sol y playa a las costas españolas y a los dos archipiélagos, el balear y el canario. Ello ha supuesto una afluencia de visitantes extranjeros que ha permitido a España batir records de llegada de turistas, con más de 75 millones anuales, pero que también deja al aire la pobreza de su modelo turístico, fundamentado en los precios bajos y la oferta de sol y playa.

El incremento de viajeros en los hoteles debería de facilitar que este sector negocie mejores cláusulas con los turoperadores, eliminando condiciones como las de hacerse cargo de las indemnizaciones que planteen los turistas en su lugar de origen y no en el propio hotel una vez que tienen el problema. De momento, las medidas del sector hotelero van en esta línea, además de denunciar por la vía a penal a los turistas que realizan denuncias falsas, ya que podrían estar cometiendo un delito. Por su lado, en Reino Unido, el gobierno de Theresa May valora la posibilidad de modificar la legislación para tasar los costes de este tipo de reclamaciones.

1 comentario
  1. A los empresarios hoteleros les da igual lo que hagan los hooligans siempre que eso les traiga beneficios. Yo tengo una maravillosa solución.. Que metan a estos turistas dentro de complejos debidamente acondicionados y que no salgan para nada. Que dejen las calles, los clubes y las playas para el turismo civilizado. Los empresarios tendrán su dinero, pero los isleños estaremos tranquilos.

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