Moscú se prepara para superar los cinco millones de turistas

La capital de Rusia cuenta con muchos atractivos y quiere limpiar su imagen, pero manchas como la corrupción, la seguridad y ciertas políticas se lo pondrán difícil.
Rascacielos en Moscú | Foto: Turismo de Moscú
Rascacielos en Moscú | Foto: Turismo de Moscú

MADRID.- Moscú, la capital de Rusia, está ganando notoriedad en los últimos meses, para lo bueno y lo malo. La ciudad ha sido siempre un atractivo de un país enorme, misterioso y muy desconocido en Europa y el resto del mundo. La consultora Ernst and Young concluye en un informe que la capital será una de las más dinámicas y prósperas del mundo en 2025 y uno de los objetivos más atractivos para la inversión extranjera. Uno de sus principales puntos a favor es que hace de intermediaria entre Europa y Asia, ya que da entrada a muchas de las repúblicas exsoviéticas asiáticas (hay que recordar que Rusia fue capital de la URSS desde 1922 a 1991).

Moscú constituye un centro cultural e histórico que alberga la mayoría de los tesoros culturales rusos, noventa salas de exposiciones, ciento ochenta teatros, trescientos cincuenta museos y novecientas iglesias. Un patrimonio que junto a las mejoras en las infraestructuras está propiciando la llegada de más viajeros. De hecho, los pronósticos de crecimiento económico para Moscú hablan de tasas del 6,5% para 2014 en comparación con el 0,9% de la zona euro. En 2012, la ciudad alcanzó los cinco millones de visitantes, cifra récord, y las autoridades moscovitas pretenden triplicar la longitud de las calles peatonales, remodelar 20 parques y están diseñando nuevas rutas y circuitos turísticos.

Para cambiar la imagen de la ciudad, las autoridades están recurriendo a las citas deportivas, que en los últimos años se han situado como una herramienta para dar visibilidad a las capitales en que se celebran. Por ejemplo, en verano se ha celebrado en Moscú el Campeonato Mundial de Atletismo. Rusia también acogerá otras celebraciones: los Juegos Olímpicos de Invierno en 2014, las carreras de Fórmula 1 en 2015 y las finales de la Copa del Mundo de Fútbol en 2018.

Moscú espera superar su cifra de visitantes, pero también tiene sombras. Rusia, y Moscú es uno de los principales exponentes, no cuenta con un Estado de Derecho fuerte en el que la ley siempre prime. La corrupción política está a la orden del día, por no hablar de la peculiar política rusa, donde Vladimir Putin, el actual presidente del país, ha venido alternando su cargo con el de primer ministro en los últimos años, junto con Dimitri Medvedev. Ello da una impresión de una democracia débil y disfuncional. La seguridad ha mejorado en el último decenio, aunque la tasa de homicidios en Rusia es de 10,2 por cada 100.000 habitantes (en España, por ejemplo, es de 0,8 y en EEUU de 4,8), según los datos de la Oficina de Drogas y Crimen de las Naciones Unidas.

Sin embargo, todos estos problemas son corregibles con el tiempo, pero hay otros más intangibles y que dañan la imagen del país y de ciudades como Moscú que se asocian a Rusia necesariamente. Es el caso de la campaña antigay que se está llevando a cabo en el país euroasiático, con una legislación que prohíbe la promoción de la homosexualidad, en lo que supone una limitación de la libertad de expresión. A ello se suma una política de seguridad muy permisiva hacia las coacciones y la violencia contra personas homosexuales. Por un lado Rusia y Moscú dicen que quieren aprovechar el turismo como forma de desarrollo, pero por otro parecen dispuestos a defenestrar un segmento, el del turismo de gays, lesbianas y transexuales (LGTB), que supone un potencial económico de 128.319 millones de euros, según un estudio del World Travel and Tourism Council (WTTC). Una actitud inteligente, además de respetar los derechos de la persona situando la elección sexual dentro del plano privado, vería en los gays un cliente muy apetitoso con poder económico.

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