Salzburgo, un verano inolvidable

El río Salzach atraviesa la ciudad | Foto: Turismo de Salzburgo
El río Salzach atraviesa la ciudad | Foto: Turismo de Salzburgo

25 años Patrimonio de la UNESCO
El casco antiguo de una de las ciudades más bellas e interesantes del mundo, este año, está de celebración… porque hace nada menos que 25 años que forma parte del Patrimonio de la Humanidad. Es decir, la ciudad antigua es poquito de cada uno de nosotros y eso, merece una visita y una gran celebración.
Corría 1997 cuando la UNESCO le otorgó el merecido galardón, pero ¿por qué? Pues sencillamente porque como Salzburgo no hay dos. Tal y como suena… su carácter único fue la nota decisoria. Claro que también la maravillosa arquitectura con que los Príncipes arzobispo construyeron iglesias y palacios y su innegable condición de capital mundial de la música también tuvieron algo que ver en la decisión. Desde entonces, lógicamente, el casco antiguo goza de especial protección, lo que al visitante, le permite pasearse por sus calles como si viajase en el tiempo y pudiese disfrutar de cálidos momentos del pasado, sin tener por ello que renunciar, en ningún momento, a las comodidades de la más absoluta modernidad.
Además, los propios Príncipes arzobispo ejercieron de mecenas de las artes de una forma colosal, lo que transforma a la ciudad en un pequeño cofre de tesoros, al alcance del visitante más curioso, que ponen de manifiesto el papel de esta ciudad que en la Edad Media ya era un centro comercial de primer orden que consigue aunar a la perfección el norte con el sur de Europa: músicos, pintores, arquitectos y artistas en general se dieron cita aquí para construir algo irrepetible.
Y es que Salzburgo es una pequeña ciudad, coqueta y elegante, guarnecida por una naturaleza vibrante que la protege y a la vez la hace brillar como un pequeño diamante, es decir, no todo es arte, música y espectáculo, la naturaleza juega un papel preponderante en la vida de la urbe.
Los visitantes que se acerquen a Salzburgo durante este verano podrán disfrutar de algunas calles pavimentadas como lo estuvieron en su origen, lo que además convierte gran parte del centro en zona peatonal y una zona accesible, especialmente en el área de las tiendas. Incluso hay una parte especialmente pensada para el deleite de los más pequeños, con fuentes y juegos de agua, los jardines de Mirabell ya fueron restaurados en 2017 para conservarlos como estaban originariamente. Así como las 325 estatuas barrocas de mármol del Untersberg.
Un total de 236 hectáreas y unos 1000 objetos forman parte del Patrimonio de la Humanidad, protegidos por una especie de cinturón destinado a asegurar las líneas de visión y visibilidad general, es decir, que sólo se permiten los proyectos que estén en absoluta harmonía con el núcleo. Y es que no hay que olvidar que junto al honor de recibir este premio, está la obligación de preservar esta joya para que futuras generaciones puedan disfrutarla exactamente igual a pesar del paso del tiempo. Aunque… por si acaso… no lo dejéis para mañana, porque este año habrá mucho que celebrar y mucho que disfrutar.
El teatro de marionetas
Y es que Salzburgo no sólo puede presumir de ser una ciudad espectacular… Austria tiene 133 tradiciones en la lista de Patrimonio Cultural Intangible de la Humanidad. De las que 28 están en Salzburgo ciudad y su provincia, por ejemplo, el villancico Noche de Paz o la costumbre de disparar salvas para saludar durante las celebraciones de fechas importantes. Aunque sin duda, mi favorito es el Teatro de marionetas. Único en su especie de todo el mundo, ya que siempre es la representación de una ópera. Además sus marionetas están talladas, construidas, vestidas y pintadas con un gusto tan exquisito que las convierten en algo único, sin olvidar lo antiguo de este arte puesto que este arte tuvo sus inicios en 1913. La forma de mover los títeres y la interpretación son cautivadores y a los pequeños de la casa, les vuelven locos.

La ciudad de la cerveza
Y ya que estamos dando un repaso histórico a la esta ciudad, no podemos dejar de hablar de su maravillosa cerveza, y es que hace más de 600 años que Salzburgo elabora cerveza, como ellos mismos lo definen: por amor al placer. Hedonismo puro, pero sin quitar el ojo de la calidad, ya que su cerveza es pura y deliciosa. Estamos hablando nada menos que de finales del siglo XIV… eso es tiempo suficiente para haber probado y vuelto probar el mejor método, la mejor técnica, el mejor proceso, hasta conseguir el más delicioso refresco.
En la actualidad, dos de esas cervecerías tradicionales, aun siguen en pie y continúan su labor y son el referente del antiguo conocimiento tradicional y la más alta competencia. La primera es Stiegl, que se remonta al año 1492, elaborada en la cervecería privada más grande de Austria, no podéis perderos su museo, una visita recompensada con una deliciosa jarra de cerveza fresquita, al final del recorrido, en sus preciosos jardines. Y la otra es el monasterio agustino “Augustiner Bräu Kloster Mülln”, donde fabrican una deliciosa cerveza tostada desde el año 1621.
A día de hoy, 10 grandes cervecerías se reparten por la ciudad y sus alrededores para hacer las delicias de todo aquél que quiera degustar lo que verdaderamente se puede llamar: una buena cerveza. Y si ya os acercáis hasta allí a disfrutar de una jarra bien fría, no dudéis en dejaros aconsejar y acompañarla con algo de comida típica, bien sea un plato cocinado o, mi elección personal, una enorme tabla de embutido y queso… que es un auténtico lujo.

Sommerszene
Esto son ya palabras mayores. La Sommerszene, es una locura deliciosa. La ciudad entera se convierte en escenario de un buen número de representaciones, conciertos y performances en general generalmente de arte contemporáneo en las que se dan cita artistas de todo tipo. Los mejore actores, músicos, cantantes, directores, bailarines… de Austria y muchos otros de fama internacional que son invitados cada año a Salzburgo para tomar parte en este maremágnum representativo, que ya viene celebrándose en la Meca del arte desde hace más de 50 años.
Este año comenzará el 9 de junio, con representaciones diarias. Es una locura maravillosa en la que se derrocha talento y todos, absolutamente todos, encontraréis algo que os guste, porque la disparidad entre una actuación y otra es increíble. Hay para todos los gustos. Y merece la pena.
El Festival de Salzburgo
Esto es todo un clásico, que tampoco puede faltar, en el que toda la ciudad se convierte en un escenario. Fundado hace más de 100 años por Max Reinhardt, Hugo von Hofmannsthal y Richard Strauss, sigue en pie para hacer las delicias del público más exigente.
Más de 250.000 amantes de la ópera, y el teatro y los conciertos se dan cita en Salzburgo cada verano para disfrutar de una serie de espectáculos inigualables, con la nota común de cada año, sin excepción, se representa Jedermann, en la plaza de la catedral. Esto es ya una tradición sin la que no podría haber festival.
Algo que me encanta durante el festival es la fiesta de Siemens, una serie de proyecciones diarias en una pantalla gigante en la plaza Kapitel. Allí se pueden ver y escuchar hermosos conciertos y también es posible comer algo rico mientras tanto. Es un evento al aire libre y además es completamente gratis.

Chocolates del Cafe Fürst en Salzburgo | Foto: Turismo de Salzburgo
Chocolates del Cafe Fürst en Salzburgo | Foto: Turismo de Salzburgo

De compras por Salzburgo
Otro de los grandes atractivos de esta ciudad tan especial es su experiencia comercial. Por supuesto, cuenta con modernos centros comerciales provistos de todo aquello que un turista moderno pueda necesitar, pero no hablamos de este tipo de compras, ni mucho menos. El casco antiguo cuenta con una calle famosa por sus tiendas tradicionales… un paisaje eminentemente romántico, repleto de artesanías, delicatessen, gastronomía típica, regalos, ornamentos, adornos, incluso está la tienda de la eterna navidad… todo un clásico. Cada tienda con sus carteles gremiales, al más puro estilo del siglo XIX, de hierro forjado, enclavados en las fachadas de las casas, también conservadas en un estilo clásico y cuidadas hasta el extremo. Aunque no se compre nada, un paseo por allí supone ya per se una experiencia deliciosa. Un breve viaje en el tiempo.
Claro que pasear por allí y no comprar nada… tiene delito. Las panaderías tradicionales, con esos panecillos salados… las licorerías con botellas de cada tipo de fruta y semilla… tan típicas en todo el país, zapateros, tejedores, sastres que elaboran los Dirndl y Lederhose más bonitos (los trajes regionales típicos), pasteleros, incluso las farmacias son bonitas y dan ganas de entrar. Todo un entramado de callejuelas con coquetos y simpáticos patios interiores es algo que uno no puede perderse. Un auténtico safari fotográfico para presumir a la vuelta con los amigos.

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