Esta autora barcelonesa, novel en Ediciones B y ganadora del premio de novela negra “La Trama”, usa a las mafias rusas y a los servicios de inteligencia del país euroasiático como eje para su narrativa. Desde el País Vasco, Italia y Rusia, Julia Irazu tendrá que hacer frente a sus miedos y limitaciones para intentar sobrevivir en una trama de tráfico de arte en la que se ha visto envuelta sin quererlo.
Carmen Conde ha construido un personaje sólido con Julia Irazu, una mujer drogadicta, con un pasado trágico que no se revela hasta la última parte de la obra, pero que determina su comportamiento y su relación con el resto de personajes durante toda la novela. Lo mismo ocurre con Viktor Sokolov, el mercenario que tendrá que preocuparse por Irazu, a pesar del rechazo de ella, y por quien acabará sintiendo algo especial.
Conde no se engaña y no ha creado una novela negra almibarada con finales felices y el amor triunfante. Quizá esta plasmación de la complicada realidad sea uno de los atractivos de Para morir siempre hay tiempo, ya que la escritora ha sabido reflejar lo sinuoso de las relaciones humanas en una trama policiaca entretenida, creíble y que mantiene en tensión e invita a seguir leyendo. No se abusa del engaño al lector, muy común en la novela negra, y el resto de personajes que acompañan a los protagonistas son pertinentes.
Por último, la novela de Conde, aunque se incluye en el género negro, se centra mucho en la evolución del personaje principal más que en retratar los modos y las formas de actuación de la mafia o del mercado de compra venta del arte robado. Más bien, estos elementos se ponen al servicio de los personajes para que discurran a través de ellos.