La independencia de Escocia afectará poco al turismo británico

El referendum para la independencia de Escocia tiene lugar en septiembre de 2014. Si el estado saliese del Reino Unido, el turismo británico sólo perdería el 8% de los ingresos.
Cañón en el Castillo de Edimburgo (Escocia) | Foto: David Fernández
Cañón en el Castillo de Edimburgo (Escocia) | Foto: David Fernández
Cañón en el Castillo de Edimburgo (Escocia) | Foto: David Fernández
Apuntando a la independencia | Foto: David Fernández

Escocia votará su independencia del Reino Unido el próximo 18 de septiembre en un referendum que servirá de ejemplo para otras regiones europeas con aspiraciones similares. En caso de que el “sí” gane, el desmembramiento del Reino Unido no se producirá de forma automática, sino que será algo progresivo y más evidente en determinadas áreas económicas y sociales del país. En el plano turístico, la salida de Escocia de la unión supondrá un varapalo relativo, puesto que restará a Gran Bretaña el 8% de las noches que los turistas pasan en las islas británicas y el 8% de los ingresos totales por turismo extranjero.

Según los datos de la Oficina Nacional de Estadísticas del Reino Unido (ONS en sus siglas inglesas), en 2013 se reservaron en Gran Bretaña 245,3 millones de noches en alojamientos por parte de turistas extranjeros. De esta cantidad, el 88% de las pernoctaciones se realizaron en alguna región de Inglaterra, mientras que un 8% tuvo lugar en Escocia. El resto se reparten entre Gales e Irlanda del Norte. Como consecuencia, el 88% del gasto por turismo extranjero también se produce en Inglaterra (18.397 millones de libras), por lo que la salida de Escocia de la Unión sólo restaría 1.680 millones de libras del gasto turístico total (un 8%), que en 2013 ascendió a 41.399 millones de libras entre las cuatro naciones que integran el Reino Unido. Un impacto muy limitado si se compara con la independencia de Cataluña de España, que le restaría al país mediterráneo un 25% de sus turistas e ingresos.

Al Gobierno británico le preocupan más otras consecuencias, como la imagen que se da al exterior de desmembramiento, y la pérdida de los pozos petrolíferos que se encuentran en las cosas escocesas, así como la integración del ejército y la recaudación impositiva. Por su lado, para los gobernantes escoceses los quebraderos de cabeza serán otros: qué parte de la deuda estatal del Reino Unido deberá devolver la Escocia independiente, si podrá seguir usando la libra esterlina como moneda de curso legal (aunque Escocia cuenta con su propia libra) o si será admitido como nuevo país dentro de la Unión Europea, cosa improbable, porque supondría un precedente para otras regiones como Cataluña. En un reciente artículo, el semanario The Economist señalaba las dificultades económicas de una Escocia independiente: un déficit (diferencia negativa entre lo que gasta el estado y lo que ingresa) del 11%, una población que envejece, lo que supone mayores pagos por pensiones, y una industria exportadora poco desarrollada.

Independencia romática

El Reino Unido es una integración de cuatro estados tras siglos de batallas y pactos de caballeros. Inglaterra era el estado más fuerte de las islas británicas y sus monarcas no dudaron en emprender campañas de conquista entre los siglos XV y XVIII hasta que lograron atraer a su órbita a Escocia, Irlanda y Gales. Sin embargo, la integración de estas cuatro naciones se hizo con un escrupuloso respeto a la legalidad de sus instituciones políticas y entre ellas hay firmadas leyes (o acts como se denomina a los textos legislativos en inglés) de integración en la Unión. Es decir, estas leyes se pueden modificar para desvincularse de esta unión si una de las partes así lo desea. Determinadas voces políticas han querido comparar la independencia de Escocia con la que se propone en otras regiones europeas, como Cataluña, pero la realidad es que no tiene nada que ver, ni desde el punto de vista histórico (en el caso catalán se produjo a través de una unión de dinastías reales) ni político ni legal.

Aunque la historia de Escocia es apasionante y está preñada de momentos decisivos, el más importante se produjo el 16 de enero de 1707, cuando el Acta de Unión es aprobada en el parlamento escocés de Edimburgo, lo que supone su disolución y la creación del Parlamento del Reino Unido. Antes de esta fecha, las batallas y disputas para atraer a Escocia por la fuerza habían sido numerosas (las más conocidas para el gran público fueron las mantenidas por el rey Eduardo I de Inglaterra contra William Wallace y Robert Bruce en el siglo XIV). La evolución económica de Escocia, los enlaces de sus reyes con la casa real inglesa y la visión de los políticos llevaron al país a su unión con Inglaterra y al nacimiento del Reino Unido. A pesar de esta renuncia a la soberanía, aunque con el paso de los siglos cada nación de Gran Bretaña fue ganando en autonomía política y económica, el sentimiento de independencia entre los escoceses no se ha aminorado.

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