Un lector catalán gana la estancia de una semana en una casa rural de Granada

Ricard Riazor ha sido el ganador de una semana en la casa “El Pozo” de Huetor Tajar (Granada). Este lector ha recibido 70 votos a su peor experiencia en un viaje: los taxis de El Cairo (Egipto).

Tras dos semanas de concurso, Ricard Riazor ha sido el ganador de una semana en la casa “El Pozo” de Huetor Tajar (Granada). Este lector ha recibido 70 votos a su peor experiencia en un viaje: los taxis de El Cairo (Egipto). “Nuestro taxista atropelló a una mujer y pasó de largo diciendo: no es nada”, comenta Riazor en su entrada. “Tienes la sensación de que te vas a estampar en cualquier momento”, apunta este lector de Barcelona sobre el caótico tráfico de la capital egipcia. “Sin cinturones, coches hechos polvo y regateando cada viaje”, explica Riazor sobre su aventura con el transporte público en El Cairo.

El concurso ha sido posible gracias al portal especializado en alquiler de apartamentos y casas rurales Homeaway y permitirá a Riazor disfrutar de una semana en la casa rural seleccionada, así como un paseo a caballo, una sesión de spa en unos baños árabes, la entrada al Palacio de la Alhambra y una cena especial. Todo para dos personas.

En segundo lugar ha quedado Haritz Mentxaka con 60 votos. Este bilbaíno comenta su experiencia en el Metro de Roma durante una ola de calor que asoló la capital italianaen 2010. “En el metro había 10 grados más que en la calle (unos 50 grados)”, explica Mentxaka, quien apunta que “los vagones no tenían aire acondicionado”. Como no, al final se volvieron andando al hotel.

Cristina Muñoz, otra de las participantes, cuenta su particular experiencia en un viaje a París: “los INÚTILES del aeropuerto casi nos dejan fuera del vuelo”. Al parecer, Muñoz viajaba “en una modalidad que se llama ‘stand by’ y que consiste en embarcar los útlimos en los plazas libres del avión”. Esta lectora sostiene que en el mostrador de facturación, la encargada no conocía esta modalidad y no daba acceso a Muñoz y sus acompañantes al vuelo. Al final, y tras mucho discutir, los sufridos lectores consiguieron acceder al arco de seguridad, donde la lentitud del proceso casi les vuelve a dejar en tierra.

En general, todos los participantes se las han visto moradas en alguno de sus viajes. Bruno Trocolí explica que en Punta Cana (República Dominicana) “nos obsequiaron con una agradable habitación tercermundista, donde no funcionaba el aire acondicionado, tampoco la televisión, ni la nevera, las botellas de bebida vacías, el baño lleno de hormigas y en el fin del mundo”. Francisco Oria, otro participante, señala que en Isla Margarita (Venezuela) “el hotel, cuyo esplendor no era más que un recuerdo del pasado, sufría constantes cortes de fluído eléctrico y, nada más llegar, a falta de ascensor, tuvimos que subir a pie los siete pisos del anticuado edificio”.

Carmen Palma, de Gerona, también tiene su mal recuerdo: “habíamos encargado tres habitaciones y al llegar nos encontramos con una habitación con cinco camas”. No satisfechos con esto, Palma y sus acompañantes decidieron llegar hasta Aranda de Duero (Burgos), donde les ofrecieron un piso en el que sobraba una habitación. A pesar de todo, Carmen Palma conserva el recuerdo del “bonito viaje realizado, tierras de Segovia, Salamanca, la Granja de San ildefonso”, aunque echaron de menos “el calor humano de los primeros días donde todo eran atenciones para nosotros”.

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