Turismo de grandes cifras y medias verdades

El año 2014 será de récord para el turismo español: 64 millones de personas habrán visitado el país hasta diciembre. Sin embargo, hay otros datos: empleo más precario, turistas menos rentables y mala explotación de productos alternativos.
Islas Cíes en Gaicia | Foto: Turismo Rías Baixas, Diputación de Pontevedra
Islas Cíes en Gaicia | Foto: Turismo Rías Baixas, Diputación de Pontevedra
Islas Cíes en Gaicia | Foto: Turismo Rías Baixas, Diputación de Pontevedra
Islas Cíes en Gaicia | Foto: Turismo Rías Baixas, Diputación de Pontevedra

España cierra 2014 como un año de récord en las grandes cifras turísticas. En total, al país mediterráneo habrán llegado 64 millones de turistas al final del año, lo que supondrá un 5,5% más que en 2013. Cifra histórica, por otro lado, ya que España no había superado el techo de los 60 millones de visitantes hasta ahora. Además, los viajes de los propios españoles dentro del país se han reactivado después de varios años de caídas debido a la crisis económica de las familias y al incremento del paro. Este es el gran dato que los encargados de comunicación de ministerios, comunidades autónomas y ayuntamientos cacarearán al final del año. Pero no muestran toda la realidad del turismo español.

Siguiendo con el número de turistas, si nos quedamos en la cifra principal, parece que toda España se beneficia de esta llegada masiva de extranjeros, pero si se profundiza más en los datos se comprobará como hay destinos de primera y de segunda. Así, 51,78 millones de turistas (el 83,9% del total) se dirigen a las comunidades de la costa mediterránea: Cataluña, Baleares, Canarias, Andalucía y Comunidad Valenciana, según los datos de Frontur, la memoria mensual que elabora el Instituto de Estudios Turísticos (IET). Es decir, que quien visita España viene buscando mayoritariamente sus playas, lo que significa que el patrimonio cultural y natural del país mediterráneo o no tiene interés o no es conocido. O dicho de otra forma, las regiones del interior español reciben más bien pocos turistas extranjeros, cerca de 10 millones en todo el año, si se tiene en cuenta a la Comunidad de Madrid y a las regiones norteñas, como Galicia, Cantabria, Asturias y el País Vasco. Con todo, el número de turistas que pasan sus vacaciones en el interior de España ha crecido un 14% en lo que va de año, según Frontur.

Este comportamiento es consecuencia del tipo de turista que llega a España y de cómo se han vendido los atributos del país. El 55% de los visitantes a España son británicos, franceses y alemanes, que aterrizan buscando el buen tiempo, la buena calidad de las playas en el Mediterráneo y las islas, y la predisposición al ocio de España. El resto de llegadas se distribuyen entre una miriada de países con los nórdicos a la cabeza, que también se sienten atraídos por el buen tiempo. A excepción de estos últimos, los mercados principales para España llegan al país con unos presupuestos ajustados. La única forma de cambiar este panorama es promocionar mejor otras virtudes españolas, como su gastronomía (comida y vinos), cultura, historia y arte, un tipo de turismo que atrae a viajeros más cualificados y con mayor poder adquisitivo. El mercado ruso parecía una buena oportunidad (también en busca de playa, pero con más dinero en el bolsillo), pero las tensiones políticas con Rusia a raíz de Ucrania y la crisis en el país euroasiático han provocado que el número de turistas rusos que han visitado España en 2014 haya caído más de 9%, tras dos años de crecimientos anuales superiores al 20%.

¿Gasto o ingreso turístico?

Otro de los indicadores que más gustan a los políticos es el de gasto turístico. En 2013, el gasto de los turistas en España llegó a los 59.082 millones de euros, un 9,6% más que en 2012, según la encuesta Egatur, que confecciona el IET. Como ya hemos comentado en este medio, Egatur no mide el gasto real que el turista realiza en España, sino que también contabiliza los gastos en que incurre el turista para salir de su país (como reserva de vuelos, combustible, compra de paquetes en agencias de viajes) y que no repercuten en la economía española. Los políticos juegan al despiste, por decirlo de forma amable, confundiendo al ciudadano con la identificación entre gasto e ingreso. Es decir, el gasto turístico es un indicador inflado.

De hecho, la Organización Mundial del Turismo (OMT) usa los datos de la balanza de pago de los países para calcular los ingresos que el turismo deja en cada uno. Así, en España los ingresos que dejaron los turistas en 2013 ascendieron a 45.505 millones de euros, un 3,9% más que un año antes, según los datos de Banco de España. Esta es una diferencia de 13.577 millones con respecto a los datos que recoge Egatur, la encuesta que le gusta usar al Gobierno, y esta diferencia se debe a esas partidas que inflan la estadística, con gastos que no repercuten en España. Además, cada año que pasa los turistas son menos rentables, hasta un 30% menos rentables que hace diez años. Es decir, que los ingresos crecen porque llegan más turistas a España, no porque el turista que recibe el país mediterráneo gaste más ejercicio tras ejercicio. Hasta octubre, España ha ingresado 43.450 millones por turismo, según el Banco de España, mientras que Egatur refleja que el gasto entre enero y octubre es de 56.374 millones, una diferencia de más de 12.900 millones. ¿Dónde está el truco?

Ante esto cabe hacerse la reflexión de qué pasará cuando destinos competidores de España por el producto de sol y playa recuperen su fuerza en el Mediterráneo. Por ejemplo, Túnez, que se encamina hacia la estabilidad política o Egipto, que está recuperando paulatinamente su posición en la escena turística europea. La única posibilidad para España es competir en la calidad de sus destinos, ya que en precios será dificil, debido a los menores costes de esos destinos.

Empleo

Uno de los indicadores con el que más orgulloso se siente el Gobierno es el trabajo que ha creado esta afluencia de turistas y de ingresos. Hasta noviembre, el empleo en las actividades turísticas ha crecido un 3,3% con respecto a los once meses de 2013. Algo más de 2 millones de personas trabajan en actividades del sector turístico o relacionadas.

En un país con más del 20% de la población activa en paro (más del 50% de los activos menores de 30 años sin empleo), estos números son positivos, pero tienen una doble lectura. En primer lugar, la temporalidad de los contratos que se crean se incremementa, aunque es un dato objetivo que el 61,8% de los empleados en turismo tienen un contrato indefinido, según los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) del tercer trimestre de 2014. Habría que entrar en cada subsector en particular (transporte, hotelería, etcétera) para valorar el número de contratos temporales en el mismo. Pero lo cierto es que la temporalidad en turismo sigue la tendencia del mercado laboral español tras la reforma laboral puesta en marcha por el Gobienro del Partido Popular en 2012. Además, esta ha sido una demanda de los empresarios turísticos, que siempre han deseado más flexibilidad en los contratos por la temporalidad del turismo español. Además, los empleos en turismo son de los peor pagados entre los diversos sectores que analiza el Instituto Nacional de Estadística (INE).

Y es que este es el verdadero problema del empleo turístico: la temporalidad. España recibe su mayor número de turistas durante el verano, periodo en el que también se produce el mayor número de viajes de los turistas españoles. Por ello, entre los meses de junio a septiembre es cuando mayor número de trabajos se crean en actividades turísticas, pero a partir de octubre se produce una destrucción de estos puestos de trabajo. La solución pasa por corregir esta estacionalidad del turismo español, consiguiendo que un mayor número de viajeros extranjeros visiten España durante todo el año y no sólo en fechas muy concretas.

Viajes de los españoles

Corregir la estacionalidad en el empleo también tiene una ayuda fundamental en el turismo español, aunque la realidad es que la economía de los españoles ha sido muy dañada durante la crisis. La tasa de paro se sitúa por encima del 20% (más de 4 millones de parados), la incertidumbre sobre el mantenimiento del puesto de trabajo sigue y los salarios se han reducido, disminuyendo el poder adquisitivo de los españoles. Un cóctel que invita a ahorrar antes que gastar en servicios como los viajes. Sin embargo, la buena noticia de 2014 es que los nacionales han incrementado la ocupación de hoteles, casas rurales, campings y apartamentos.

España tiene un déficit de estadísticas consistentes. Por un lado, Familitur, que es la encuesta de movimientos de españoles que elabora el IET, estima que hasta noviembre los españoles han realizado 141 millones de viajes, un leve descenso con respecto al mismo periodo del año 2013, cuando se realizaron 142 millones de desplazamientos. Y, por otra parte, las pernoctaciones de españoles en hoteles han crecido un 3,3% hasta noviembre. En casas rurales, el número de noches contratadas por españoles ha crecido un 9,8% hasta noviembre, según los datos del INE. En definitiva, el turista español ha vuelto a invertir en su tiempo de ocio tras cinco años de estancamientos y continuas bajadas.

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