‘Start up nation’: del Israel agrario al de la innovación tecnológica

Israel pasó de exportar naranjas y contar con una economía de subsistencia a ser una potencia mundial en desarrollo tecnológico e innovación. ¿Se puede exportar el modelo a otros países?
Bandera de Israel con la Estrella de David | Foto: Buecherwurm para Pixabay
Bandera de Israel con la Estrella de David | Foto: Buecherwurm para Pixabay

El sempiterno conflicto entre israelíes y palestinos. Es el argumento de las constantes noticias que nos llegan desde el otro extremo de la región mediterránea. Sin embargo, Israel ha logrado levantar, en condiciones tan duras, un sistema de innovación que es la envidia en la mayoría de países europeos, entre ellos España, y que aporta el 12% de la riqueza económica de este país mediterráneo. ¿Cómo lo ha logrado?

La Casa Sefarad organizó en julio un ciclo de charlas sobre la industria de I+D en Israel y sus claves para exportarla a España. El estado europeo no brilla por su apoyo público a la innovación, por mucho que se les llene la boca a los políticos a la hora de cantar los, menguantes, fondos que se han dedicado a este área en los últimos años.

Israel se vio casi obligado a convertir la innovación en el corazón de su economía, ya que su localización geográfica, su carencia de recursos naturales, y el aislamiento al que le sometieron los países de su entorno más inmediato desde 1950, llevó a sus gobernantes a posicionar el desarrollo tecnológico en centro de su modelo productivo para poder sobrevivir. La seguridad, y el espionaje, frente al resto de países árabes también fue otro de los condicionantes que convirtió a Israel en un país puntero.

El resultado es que el desarrollo de soluciones tecnológicas y de patentes representa el 12,5% del PIB israelí, que en total asciende a 304.800 millones de dólares anuales. Para hacernos una idea, una industria que aporta un porcentaje similar a la riqueza española es el turismo, con el 11% del PIB (que genera cerca de 100.000 millones de euros anuales), un sector de negocio que no es precisamente innovador tal y como está planteado, al basarse fundamentalmente en los servicios de hotelería, restauración y comercios. El hecho de conseguir que el I+D se afianzase en la cultura productiva española generaría una riqueza, un nivel de bienestar y unos puestos de trabajo que podrían cambiar el panorama económico actual de España. Y en el turismo también hay opciones para la I+D.

El “ecosistema” innovador

Por otro lado, la exportación de la tecnología es la clave de la riqueza del I+D israelí: la mitad de esa riqueza proviene de la venta de soluciones tecnológicas a otros países. Además, el Estado israelí ha invertido, hasta 2012, cerca de 4.000 millones de dólares en start up con un claro componente de investigación, desarrollo e innovación. Las cifras siguen mostrando la distancia a la que se mueve España: en Israel se invierten 140 euros por persona y año en este tipo de empresas, mientras que en España sólo se invierten 3 euros por persona y año.

El denominado “ecosistema” israelí se fundamenta en la existencia de fondos de capital riesgo que inyectan dinero en las empresas de nueva creación cuyo fin sea el desarrollo de productos o tecnologías innovadores. Una vez que este producto ha logrado arrancar, se internacionaliza a estas empresas y se las hace apetitosas para las multinacionales extranjeras. Si alguna multinacional se interesa por esa empresa israelí y la compra, acabará convirtiéndola en un centro de I+D. Por su lado, el emprendedor puede salir tras la venta y con el dinero de la compra puede montar otra nueva empresa que siga alimentando el ecosistema.

Gil Gidron, presidente de la Cámara de Comercio España-Israel arrojó otros datos esclarecedores: por cada 10.000 habitantes en Israel hay cerca de 140 técnicos y científicos. En España, sólo hay 25 por cada 10.000 habitantes. El papel de las universidades es vital en este ecosistema de la innovación y Gidron explicó que la Universidad Neizmann ingresa cada año 1.000 millones de dólares en derechos por el uso y explotación de las soluciones desarrolladas en la misma. La Universidad Politécnica de Madrid sólo ingresa 10 millones de dólares anuales por este concepto. Los datos abren otro debate: el de la financiación de la universidad, que en España está muy acostumbrada a recibir fondos públicos, pero poco a explotar su potencial para la investigación en diferentes campos y los ingresos adicionales por otros caminos.

Problemas en el paraíso

No todo es un paraíso en Israel. Alfred Tovías, profesor de la Universidad Hebrea de Israel, reconoció los avances del país, pero también señaló los problemas a los que se enfrenta: el principal, su necesidad de mantener abiertos los canales comerciales, porque Israel funciona como una isla, dependiente de las exportaciones/importaciones para mantener su desarrollo económico. Tovias también explicó que el futuro del sector tecnológico está en cuestión por la falta de graduados y formados y llegó a asegurar que “la cultura del pelotazo también existe en Israel, en las actividades de alta tecnología”. Además, el profesor fue muy crítico con el servicio militar obligatorio, que tiene a los jóvenes israelíes tres años en un limbo que retrasa su graduación y sus opciones laborales.

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