Privatización de Aena: un banco, una constructora y un fondo de inversión

Los aeropuertos españoles serán gestionados por la familia March, el grupo Ferrovial y el fondo de inversión británico TCI. Entre los tres e repartirán el 21% del accionariado de los aeropuertos españoles, mientras que un 49% cotizará en bolsa.
Torre de control en un aeropuerto español | Fuente: Aena Aeropuertos
Torre de control en un aeropuerto español | Fuente: Aena Aeropuertos
Torre de control en un aeropuerto español | Fuente: Aena Aeropuertos
Torre de control en un aeropuerto español | Fuente: Aena Aeropuertos

La semiprivatización de Aena Aeropuertos, la empresa pública que gestiona los aeródromos españoles, encara su recta final. El Ministerio de Fomento ha elegido los inversores que formarán parte del núcleo estable del accionariado y que podrán adquirir hasta el 21% de las acciones de la empresa pública. Sólo resta la salida a bolsa de parte del capital, algo que se producirá en noviembre.

En un comunicado, Enaire, el nombre de la entidad pública que antes era AENA y que tiene la participación mayoritaria de Aena Aeropuertos, ha seleccionado a Corporación Financiera Alba (sociedad de inversión de Banca March), Faerco (empresa del grupo constructor y de servicios Ferrovial) y el fondo británico de inversión TCI como los inversores del núcleo duro. Es decir, los accionistas que aportarán estabilidad y recursos económicos, pero que también obtendrán la mayor rentabilidad, en la gestión de los aeropuertos españoles.

Corporación Financiera Alba se ha comporometido a comprar 12 millones de acciones, el 8% del accionariado, con un precio máximo de 53,33 euros por cada título. Es decir, que la corporación que pertenece a Banca March desembolsará 639,96 millones de euros como máximo por su entrada en Aena. Por su lado, Faerco, el vehículo de inversión del grupo Ferrovial, se ha comprometido a adquirir 9,75 millones de acciones, el 6,5% del capital de Aena, a un precio máximo de 48,66 euros por acción, en total 474,44 millones de euros. Por último, TCI también comprará 9,75 millones de acciones, a un precio máximo por título de 51,60 euros, un desembolso total de 503,10 millones de euros. Entre los tres accionistas aportarán a Aena un máximo de 1.617,50 millones de euros, lo que supone valorar toda la compañía en 7.702,38 millones de euros, sin contar la abultada deuda. Estos precios pactados por cada acción dan una idea del rango en el que el Gobierno espera que se mueva la cotización en bolsa, entre los 48 euros y los 54 euros por título.

El acuerdo al que ha llegado Enaire (o el Gobierno español) y los accionistas de referencia es que estos comprarán las acciones al precio de la oferta pública de venta, es decir, al precio de cotización en la bolsa cuando la empresa salga al mercado. Si el precio de las acciones supera el pactado por los inversores, sólo estarán obligados a comprar los títulos por el valor máximo que han acordado con Enaire. En caso de que el precio máximo fuera inferior al que resulte de la salida a bolsa de las acciones, los inversores no están obligados a comprar ningún título, pues se entendería que la inversión no es apetecible. Aunque se dé este caso, es improbable que los accionistas seleccionados no entren en el capital de Aena Aeropuertos, una empresa con más de 180 millones de clientes (viajeros) en un país tan turístico como España. El 49% restante del capital de Aena Aeropuertos saldrá a bolsa en noviembre y podrá ser adquirido por cualquier inversor, desde un simple ciudadano a cualquier tipo de empresa.

Por otro lado, ya se conocen los consejeros independientes que formarán parte de Aena Aeropuertos cuando sea una empresa semiprivatizada. Fernando Abril Martorell, consejero de Prisa, la editora del diario El País, hijo del que fue ministro de Economía y Agricultura en los primeros gobiernos del presidente Adolfo Suárez, y hasta ahora también consejero de Banca March, cargo que ha dejado por la incompatibilidad de su independiencia y la entrada de Corporación Financiera Alba en el accionariado de la compañía. Simón Pedro Barceló, uno de los empresarios de referencia en el turismo español, copropietario del grupo Barceló, con hoteles, agencias de viajes y mayoristas. Juan Ignacio Acha-Orbea, economista y presidente de la sociedad Equity Contraste Uno, que se dedica a actividades de contabilidad, teneduría de libros, auditoría y asesoría fiscal, y también consejero de Fluidra, empresa española especializada en el desarrollo de aplicaciones para el uso sostenible del agua. Y, por último, Eduardo Fernández-Cuesta, especialista en el sector inmobiliario y que ha desarrollado buena parte de su carrera en la consultora inmobiliaria CB Richard Ellis. Aún quedan por nombrar siete consejeros dominicales, a propuesta del Gobierno; y tres dominicales, que nombrará cada uno de los inversores de referencia. El presidente de la red de aeropuertos será José Manuel Vargas, actual consejero delegado de Aena.

Aeropuertos jugosos

Aena Aeropuertos, y los aeródromos españoles, son de las pocas joyas de la corona pública que le queda a España. La empresa tiene a su favor dos bazas. La primera son los clientes: 187,40 millones de pasajeros anuales, lo que aporta unos ingresos por las tasas aeroportuarias casi garantizados al 100%. A ellos se suman casi todas las aerolíneas mundiales, que operan en los aeropuertos más importantes de la red, aportando más ingresos con los precios públicos que pagan. Esto es resultado de la idiosincrasia de España, un país que es el tercero en importancia mundial en cuanto a número de turistas (60 millones en 2013), la mayoría por vía aérea, y que es zona de paso para los vuelos a Iberoamérica.

El segundo punto a favor de Aena Aeropuertos es que ha mejorado sus cifras económicas desde que el Gobierno de Mariano Rajoy (Partido Popular) llegó al poder a finales de 2011. Este es un punto que hay que reconocer a Ana Pastor, ministra de Fomento, y a los gestores que ha impuesto en Aena. En los resultados de 2013, Aena Aeropuertos ha ganado 596,66 millones de euros, frente a las pérdidas de 63 millones de 2012 (hasta junio de 2014, el beneficio es de 201 millones de euros, un 120% más que en los seis primeros meses de 2012). Además, los ingresos de la empresa pública ascendieron a 2.883,93 millones de euros, en buena medida gracias a las progresivas subidas de tarifas aeroportuarias y al incremento de pasajeros. El punto negativo es que Aena Aeropuertos sigue arrastrando una deuda de 10.300 millones de euros, que deberá devolver en los próximos años. Aunque mientras la empresa obtenga beneficios, el pago de la misma no corre peligro.

Esta abultada cantidad de préstamos son consecuencia de los años locos previos a la crisis, cuando los últimos gobiernos del Partido Popular y del Partido Socialista decidieron construir aeródromos sin sentido. De los 49 aeropuertos que tiene España, sólo 15 son rentables: Alicante, Barcelona, Bilbao, Fuerteventura, Girona, Ibiza, Lanzarote, La Palma, Gran Canaria, Madrid-Barajas, Palma de Mallorca, Tenerife Sur, Tenerife Norte, Sevilla y Valencia. Es decir, todos aquellos que registran un mayor número de pasajeros, porque se encuentran en las principales zonas turísticas españolas. Además, en lo que a deuda se refiere, destaca el aeropuerto de Málaga, con pérdidas de 4,96 millones de euros y una deuda de 924,85 millones; también el de Madrid, que a pesar de ser rentable, arrastra un pasivo de 5.374 millones, fruto de la construcción de la Terminal 4; o Barcelona, con rentabilidad, pero 1.368 millones de euros de deuda.

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