Paradores cumple 90 años

Paradores, la cadena pública de hoteles españoles, se acerca a su centenario con buena salud, pero con problemas de fondo: una gestión que no acaba de profesionalizarse y empleos precarios entre los más inmediatos.
Parador de Gredos en el momento de su construcción | Foto: Flickr Museo del Romanticismo
Parador de Gredos en el momento de su construcción | Foto: Flickr Museo del Romanticismo
Parador de Gredos en el momento de su construcción | Foto: Flickr Museo del Romanticismo
Parador de Gredos en el momento de su construcción | Foto: Flickr Museo del Romanticismo

En mitad de un paraje deshabitado, el rey Alfonso XIII inauguró el primer eslabón de una cadena: Paradores de Turismo. El hecho sucedió el 9 de octubre de 1928, cerca del pequeño municipio de Navarredonda de Gredos. Hae 90 años ni se conocía qué era el turismo de masas ni existía una infraestructura hotelera en España que pudiese atraer a otro tipo de viajero que no fuera el romántico que venía siguiendo los pasos decimonónicos de Washington Irving u otros viajeros similares. Después del Parador de Gredos vino el Parador de Mérida, que se instaló en el antiguo convento de Jesús de la Orden de Santa Clara y se inauguró en 1933, durante la II República.

El desarrollo de los primeros paradores corre paralelo al de la política turística en España. A finales del primer tercio del siglo XX, España tenía un déficit de infraestructuras de todo tipo, desde carreteras y ferrocarril a construcciones civiles. El país mediterráneo llevaba décadas de retraso frente a otros vecinos europeos y su economía estaba fuertemente basada en la agricultura. La idea, muy primitiva en su formulación inicial, de usar el turismo como fuente de riqueza partió de la Comisaría Regia de Turismo (1911-1928), un organismo heredero de la inoperante Comisión Nacional del Turismo (1905-1911) y que dirigió Benigno Mariano Pedro Casto de la Vega-Inclán y Flaquer, marqués de la Vega-Inclán, considerado padre del turismo en España. De él partió el concepto de restaurar y transformar edificios históricos en hoteles, lo que garantizaba su mantenimiento a través de un uso lúdico. Con todo, el primer parador, el de Gredos, fue una construcción nueva diseñada por el arquitecto Julián Delgado Úbeda, aunque como portada se usó la de un edificio civil del siglo XV de la localidad segoviana de Villacastín.

Hacia 1930 la red de Pradores ya contaba con una clasificación: paradores, hosterías (como la de Alcalá de Henares), refugios (en plena naturaleza) y albergues de carretera, a los que sumó el Hotel Atlántico de Cádiz como categoría a parte. Después de las primeras aperturas llegaron los alojamientos de Oropesa, Úbeda y Ciudad Rodrigo, hasta que la guerra civil hizo que los establecimientos se cerrasen o tuviesen un uso militar, según relata la arquitecta María José Rodríguez Pérez en su tesis doctoral La rehabilitación de construcciones militares para uso hotelero: la red de Paradores de Turismo. Cuando acaba la contienda nace la Dirección General de Turismo bajo el mando de Luis Antonio Bolín, que se encargará de la construcción de los nuevos paradores del periodo franquista. Algunos, como el de Gredos, tuvieron que ser reconstruidos y rehabilitados tras su uso durante la guerra. A mediados de siglo XX, el Gobierno español crea el Ministerio de Información y Turismo, que será el responsable, desde entonces, de erigir los nuevos establecimientos que fueron completando la red.

Gestión profesional

Desde entonces, la red de Paradores se ha usado siempre como un premio político. Es la única empresa turística que queda en manos públicas, ya que los establecimientos pertenecen al Estado español. También es un raro elemento de competencia con el sector privado en un país que es líder en recepción de turistas en Europa y en el mundo. Desde que surgieron las comunidades autónomas (remedos de estados federales, con sus propios poderes políticos) han sido muchos los gobernantes regionales que han soñado con un Parador. La promesa de revitalización de la zona en que se construía, de reutilización de edificios históricos que podían estar abandonados y la creación de empleo local eran anzuelos suficientes. Esto llevó a gobiernos de un color y de otro a utilizar los paradores como premio a los amigos políticos, como pago por favores o como recompensa a la patria chica en la que habían nacido. Los criterios de rentabilidad futura pasaban a un segundo plano, a diferencia de lo que ocurre en el sector privado, donde los hoteleros estudian a conciencia el destino en el que abrirán el establecimiento antes de lanzarse a inversiones millonarias.

La gestión de la cadena es una cosa y la construcción de nuevos establecimientos, otra. La decisión de qué se construye y dónde es gubernamental, los gestores de Paradores no tienen nada que ver. Sin embargo, la crisis ha cambiado la filosofía en las dos áreas. Ángeles Alarcó, la presidenta actual, nombrada por Mariano Rajoy (Partido Popular), se ha encargado de profesionalizar la gestión de la red pública de alojamientos y de devolverla a los beneficios operativos. El Gobierno, por su lado, se encargó de facilitar a Paradores la financiación que le hacía falta para tapar sus agujeros y pagar la enorme deuda que los gestores anteriores habían contraído por la construcción de los últimos establecimientos de la cadena: el Parador de Cádiz y el de Alcalá de Henares.

En la actualidad son 97 los paradores que integran la red de alojamientos públicos (el último inaugurado ha sido el de Lérida). Rosario Silva, profesora de estrategia empresarial de la escuela de negocios IE Business School, explicaba a este medio que “la dificultad [de Paradores] para ser rentable no sólo procede del elevado gasto en conservación y mantenimiento de los edificios sino también de la localización de algunos de estos alojamientos en lugares poco turísticos”. La profesora de la escuela de negocios sostiene que “aquellos establecimientos localizados en zonas de escaso interés turístico, y donde el Parador es difícil que se pueda convertir en un motor de actividad turística, no parece que tenga sentido mantenerlo dentro de la red”.

Función social

En 2016, Paradores obtuvo un beneficio antes de impuestos de 19,40 millones de euros, casi seis veces más que en el ejercicio anterior. La cifra supone un margen del 7,7% sobre los ingresos que obtuvo la cadena hotelera, de 250,05 millones. La empresa vuelve a estar asentada sobre unos resultados sólidos que irán limpiando los 143 millones de pérdidas acumuladas de los años de crisis. Casi la mitad de estos ingresos provienen de las actividades de restauración, donde Paradores sigue siendo un referente gastronómico.

Para otros expertos, Paradores juega un papel esencial en las sociedades donde se desarrollan los alojamientos. Carles Tudurí, profesor de la Universidad Oberta de Catalunya, explica que “en el caso de Paradores priman otros intereses para mantener abiertos estos establecimientos, como la desconcentración turística, atrayendo turistas a destinos con poca oferta” y añade que con ello “se mantienen edificios emblemáticos en buen estado y se ofrece un modelo de calidad”. De la misma opinión es Silva, quien sostiene que “la misión de Paradores es contribuir a la integración territorial, a la recuperación y mantenimiento del patrimonio artístico de España y a la preservación y disfrute de espacios naturales”.

Empleados mileuristas, baja ocupación…

A pesar de haber alcanzado los 90 años con buena salud, no todo es alegría en Paradores. Si hay un elemento capital en una empresa hotelera, más que los propio edificios, ese es el personal que atiende al huésped. Y los profesionales de Paradores no están muy contentos en la casi centenaria empresa. Los sindicatos CCOO, UGT y CSIF han denunciado que los empleados de Paradores no llegan a los mil de euros de media en su salario y que se encadenan contratos temporales de forma fraudulenta. Ni los beneficios que está consiguiendo la sociedad ni el aumento de facturación se están trasladando a los trabajadores de la red de alojamientos públicos. Desde Paradores manifiestan que dependen del Ministerio de Hacienda para afrontar los gastos salariales, pero que se encuentran en la media del sector hotelero español. Además, buena parte de la plantilla de Paradores no está cubierta por un convenio desde el año 2009. Antes de la crisis, trabajar en Paradores era un signo de estatus. Hoy no hay diferencia con cualquier otra cadena hotelera.

Los problemas que enfrenta la red pública de alojamientos en su futuro son similares a los que tienen las cadenas privadas de la hotelería. Paradores compite en el segmento de alta calidad, aunque las continuas ofertas hayan variado el tipo de cliente que se aloja en la cadena. De un huésped de mediana edad y poder adquisitivo elevado se ha pasado a otro más joven y de clase media. La bajada de precios ha incrementado la ocupación de los Paradores, pero ha conllevado la disminución de costes, el primero de ellos los salarios de los trabajadores.

La ocupación de las habitaciones de los Paradores en 2016 fue del 62,5%, según el último dato disponible facilitado por la empresa en su memoria económica. Si lo comparamos con el sector privado, las cifras del Instituto Nacional de Estadística (INE) muestran que los alojamientos de cuatro estrellas, la misma categoría que Paradores, tuvieron una ocupación del 75,02% en 2016. Es decir, que Paradores aún debe afrontar un recorrido de 10 puntos para situarse en los niveles de rentabilidad potencial de otras cadenas similares. Incluso, la red de alojamientos estatales se encuentra por debajo de la ocupación total conseguida por el sector hotelero en España, que fue del 65,71% en el ejercicio 2016.

Otra de las polémicas que rodean a Paradores es la presidencia de la cadena, en manos de Ángeles Alarcó, ex mujer del que fuera vicepresidente del Gobierno Rodrigo Rato, imputado en varias causas por presuntos delitos económicos, por la salida de Bankia a bolsa y por el caso de las tarjetas black en la entidad financiera. Se ha intentado relacionar a Alarcó con los negocios de su exmarido, aunque ningún tribunal ha citado a declarar a la presidenta de Paradores. El Gobierno ha renovado a Alarcó en su cargo, una práctica rara en la cadena, ya que la presidencia se suele cambiar con cada legislatura. Es un premio a su gestión, aunque en la inauguración del Parador de Lérida, a la que acudió Mariano Rajoy, se mantuvo a la presidenta en segundo plano con el fin de que no coincidiese en las fotos con el presidente del Gobierno. Es la precaución de Rajoy por si la caprichosa Justicia decide ampliar las investigaciones sobre Rato y éstas salpican a su ex mujer. La pregunta es si algún gobierno se atreverá a situar a profesionales de la hostelería en la presidencia de la cadena en algún momento.

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