El pintor de batallas, de Arturo Pérez-Reverte

El director Antonio Álamo ha conseguido trasladar en esta representación teatral todas las cuestiones vitales del libro de Pérez-Reverte. Ambientación y música cierran una obra redonda.
Alberto Jiménez y Jordi Rebellón en 'El pintor de batallas' | Foto: Emilia Yagüe Producciones
Alberto Jiménez y Jordi Rebellón en ‘El pintor de batallas’ | Foto: Emilia Yagüe Producciones
Alberto Jiménez y Jordi Rebellón en 'El pintor de batallas' | Foto: Emilia Yagüe Producciones
Alberto Jiménez y Jordi Rebellón en ‘El pintor de batallas’ | Foto: Emilia Yagüe Producciones

Faulques es un fotógrafo de guerra cínico y frío, pero que en realidad oculta sus heridas emocionales y psicológicas bajo ese aspecto. Cansado de todo y de todos, Faulques decide retirarse a un torreón abandonado y ejecutar allí su última obra: una pintura mural sobre el alma asesina del ser humano. Sin embargo, en su relativa tranquilidad se tropieza con una visita inesperada: Ivo Markovic, un croata al que retrató y que sufrió las consecuencias de esa foto. Markovic ha estado buscando a Faulques con un objetivo claro: comprender por qué le fotografió para después matarle.

El pintor de batallas, de Arturo Pérez-Reverte, no es un libro fácil y no se parece a los que el escritor murciano tiene por costumbre escribir. Y, conociendo estos riesgos, el director teatral Antonio Álamo ha conseguido una adaptación fiel al texto de Reverte para trasladar las ideas universales que contiene el mismo. Después, las interpretaciones de Jordi Rebellón (como Andrés Faulques) y Alberto Jiménez (como Ivo Markovic), junto con la música de Marc Álvarez, y la ambientación, hacen el resto.

Alberto Jiménez exprime todo el jugo de un personaje tan complejo como Ivo Markovic: trastornado por sus sufrimientos en las guerras balcánicas, de una inteligencia vital, asentada por las enseñanzas de la vida más que las de los libros, humano y lleno de cicatrices para las que busca una venganza racional. En ocasiones, la interpretación de Jiménez está muy por encima de la de Jordi Rebellón (Faulques), que parece animarse a medida que pasa la obra y la tensión argumental va creciendo. Es entonces cuando Rebellón encuentra su sitio y construye un Faulques coherente con su cinismo, también complejo y lleno de aristas, atormentado por recuerdos nunca fáciles y a los que Ivo Markovic le obliga a enfrentarse.

Antonio Álamo ha sabido trasladar las cuestiones vitales que asaltan a los dos personajes: la capacidad de decidir para cambiar nuestro entorno, la responsabilidad personal, las consecuencias que tienen sobre la vida de los demás actos que nos pueden parecer nimios, la violencia y la pasividad ante ella, el egoísmo y el cinismo o la redención. Todos estos sentimientos, emociones y estados de ánimo van desfilando por nuestros ojos en una representación que sube de tono según avanza la obra.

Jordi Rebellón como Andrés Faulques | Foto: Emilia Yagüe Producciones
Jordi Rebellón como Andrés Faulques | Foto: Emilia Yagüe Produccionesteatr

El pintor de batallas es un libro autobiográfico escondido tras las formas de la novela. Quien conozca la vida profesional de Pérez-Reverte, reportero de guerra durante dos décadas, encontrará en el texto y en la obra de teatro a una persona que muestra los enseres de su “mochila”, como le gusta denominar a Pérez-Reverte el conjunto de sus vivencias, muchas veces oscuros y que plantean cuestiones éticas con plena vigencia hoy en día. Más si cabe en una sociedad de la imagen en la que todos llevamos una cámara en la palma de la mano y donde las fotografías corren por las redes sociales e Internet en cuestión de segundos, provocando consecuencias para las vidas de los demás.

La puesta en escena es otro de los aspectos que logran transportar al espectador a la torre en que se desarrolla toda la representación. El mural que está pintando Faulques, y que se va desarrollando a través de una proyección de vídeo, ha sido realizado por Ángel Haro. El mayor acierto de la representación es ver cómo se va completando este mural a medida que avanza la obra y como es fiel al que describe Pérez-Reverte en su libro. La música de Marc Álvarez y los efectos sonoros son las otras patas que sirven para sustentar la historia y darle la viveza que requiere.

La adaptación de El pintor de batallas se puede disfrutar en los Teatros del Canal de Madrid hasta el 16 de abril. Después, a finales de abril, irá a Ciudad Real, y en mayo se representará en Puertollano (Ciudad Real).


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