Toda aquella persona que quiera comprender qué sucede en la antigua Mesopotamia debe leer La semilla del odio (Debate, 2017), de Mónica García Prieto y Javier Espinosa. En este libro, los dos periodistas realizan un análisis completo del Irak previo a la invasión de EEUU en 2003, los enfrentamientos posteriores entre suníes y chiíes y el surgimiento del grupo terrorista Isis.
Prieto y Espinosa son dos corresponsales expertos en Oriente Medio, donde viven y donde conocen a los principales actores de la geopolítica de la región. El libro está escrito mano a mano (ambos son pareja) en forma de reportajes que van desgranando la evolución de un Irak bajo el dominio de Sadam Husein a un país caótico, en el que las dos sectas religiosas musulmanas vieron la oportunidad de imponer sus creencias e intereses por encima del Estado. Prieto y Espinosa hablan con el pueblo, pero también con responsables religiosos, políticos y militares para dar una visión lo más completa posible de una invasión que sirvió para desestabilizar esta región. Y de aquellos polvos surgieron los lodos del Isis, la descomposición de Siria y el actual avispero en el que se ha convertido toda la franja que va desde el norte de Siria al sur de Irak.
Todavía hoy, 16 años después, Irak sigue siendo noticia. El país árabe no ha resuelto su crisis sectaria ni de seguridad. Tampoco se han creado unas estructuras de Estado fuertes que garanticen la supervivencia de la población y el establecimiento de una estrategia de futuro para que el país avance. En las últimas semanas se han producido diferentes manifestaciones en Bagdad que han acabado con muertos a manos de las fuerzas de seguridad iraquíes. En el libro sobrevuela la idea de que EEUU, tras mentir sobre la existencia de armas de destrucción masiva en Irak como justificación de la invasión, sólo pretendía desestabilizar la región para crear problemas a Irán y distraer la atención de Israel. El petróleo también era otro objetivo indudable del presidente George W. Bush y su camarilla de asesores, con Dick Cheney a la cabeza.
Además de para comprender la complejidad de esta región de Oriente Medio, y los intereses de poder que se dan en la misma, el libro de Prieto y Espinosa reconcilia con el mejor periodismo de guerra. Un periodismo que sirve no sólo para contar los hechos, sino para darles el contexto necesario que permita salir de las piezas informativas de 30 segundos de los telediarios. Si los iraquíes se matan unos a otros es por una serie de circunstancias que se explican muy bien en La semilla del odio. Si la religión es tan relevante en Irak (como en otros países del entorno), se debe a un conjunto de motivos históricos y de manipulaciones interesadas. Si aparece el Isis, no es por generación espontánea.
La gran labor de Prieto y Espinosa ha sido acercar al lector hispanohablante la realidad de un país absolutamente desconocido, por mucho que aparezca en telediarios y periódicos. Y este trabajo es digno de elogio, porque el periodismo y la corresponsalía de guerra anglosajona nos llevan muchos años de ventaja en este papel de contextualizar qué significa cada hecho que sucede en un lugar determinado. No se trata sólo de realizar periodismo de declaraciones. Prieto y Espinosa han comprobado por ellos mismos datos hasta donde han podido y se han documentado con un conjunto de obras que refieren en la bibliografía final. Libros como La semilla del odio pueden ayudar a finiquitar la secular incultura sobre las cuestiones internacionales del ciudadano español.
