Viena en 3 días

Guía completa para saber qué ver en Viena en tres días. Destacamos los palacios, museos y lugares de interés más importantes y que no te puedes perder en tu escapada a Viena.
Volksgardens. Foto de: PALOMA GIL
Volksgardens. Foto de: PALOMA GIL

Lo primero: conocer Viena en tres días, o en tres meses, es casi imposible. Sin embargo, nosotros recorreremos sus calles en una breve escapada y para ello hemos hecho una selección variopinta, con aquellos lugares de interés que definitivamente nadie se puede perder y así sepas qué ver y hacer en Viena.

Nosotros hemos visitado la ciudad con la Vienna Card, una tarjeta que da acceso gratuito a la mayoría de museos que podemos ver en Viena durante tres días. Además, esta tarjeta también facilita transporte gratis en metro y otros transportes públicos. Los precios de Viena están al nivel del resto de la Unión Europea, por lo que no es una ciudad cara. Aunque como todos los lugares turísticos, siempre hay sitios en los que se intenta timar al visitante con precios desorbitados.

Y, aunque esta guía para visitar Viena en tres días es muy completa, siempre llevamos en la mochila una edición en papel para profundizar más en esta ciudad austriaca. Para este viaje a Viena hemos usado Viena de cerca, una completa guía de Lonely Planet.

Primer día en Viena

Madrugando, y con el mapa de metro en la mano, empezamos en la estación Karlsplaz, junto a la Ópera del Estado. Es una de las 3 óperas más importantes del mundo, reconstruida casi de las cenizas tras la Segunda Guerra Mundial. Con tiempo, se puede visitar comprando entradas para conciertos de Mozart y Strauss. Justo detrás de este edificio está el museo de la Albertina, que viene a ser el Louvre o el Prado de Viena. Eso quiere decir que no nos detendremos a ver cuadros.

Subiendo por la izquierda está la Iglesia de los Agustinos. No es de las más famosas, pero os recomiendo que intentéis entrar, es muy curiosa y nos llevará unos minutos. Después volvemos a bajar por la misma calle y subimos por la calle siguiente hasta el Neuer Markt, la plaza del nuevo mercado, a cuya izquierda queda la Iglesia de los Capuchinos y la Kaisergruft, la cripta de los Habsburgo. Para los románticos a los que les gustan los mausoleos y las tumbas curiosas, éste es el mejor lugar. Además ayuda a entender la cronología real austriaca. Es muy barato y muy breve. Merece la pena.

Si seguimos subiendo llegaremos hasta la Catedral de Viena de San Esteban, el emblema de la ciudad y uno de los mejores ejemplos de gótico del mundo. La entrada es libre, pero dentro hay que pagar para bajar a la cripta o entrar a ver los tesoros… Tomad nota de que hay una pequeña sala al costado izquierdo de la catedral y es un sitio ideal para pensar. También recomiendo, al salir, dar la vuelta completa al edificio para ver la maqueta y los altares exteriores. Así como los dibujos del tejado.

Catedral de San Esteban. Foto de: PALOMA GIL
Catedral de San Esteban. Foto de: PALOMA GIL

Llegados a este punto nos encontramos en una zona muy comercial, por lo que aquí queda “prohibido” comprar nada. Al otro lado de la plaza de la catedral, junto al metro, comienza el Graben, el antiguo foso romano, con la columna votiva de la Peste en su centro. Un monumento coronado por Leopoldo I rezando junto a un ángel y en la base una vieja hechicera derrotada, que simboliza la peste. Y, como es por la mañana, las fotos pueden salir preciosas.

En el propio Graven está la Iglesia de San Pedro, famosa por su cúpula verde, exagerada incluso para ser barroca. Bajamos por la Kohlmarkt hasta la plaza de San Miguel y llegamos de frente al Hofburg. Atentos a las excavaciones romanas de la plaza. A un lado está la Iglesia de San Miguel y al otro la Casa Loos. Es una especie de casa museo del vanguardista Adolf Loos. El sitio merece un vistazo y un buen café vienés.

Y con las pilas recargadas, volvemos a la plaza, para conocer el Hofburg. La entrada comprende tres partes. La primera se trata de una exposición insoportable en el piso de abajo (con chorradas varias). Y que nadie coja la audioguía si decide hacer este recorrido, porque puede quedarse aquí los tres días. En segundo lugar, un recorrido por las habitaciones reales y, por último, un acercamiento a la controvertida figura de la emperatriz Sissi. Estas dos últimas partes son obligatorias para todo el mundo y nos llevarán unas dos horas, como mucho. A la izquierda de la entrada del Hofburg está la archifamosísima Escuela de Equitación Española. Un espectáculo ecuestre al estilo jerezano. Caro y aburrido. Y un poco más a la izquierda, frente a la Josefsplatz, está el Prunksaal, una de las bibliotecas barrocas más bellas del mundo.

Volksgardens. Foto de: PALOMA GIL
Volksgardens. Foto de: PALOMA GIL

A la salida del Hofburg tropezaréis con la Schatzkammer, otro rollo de exposición del Tesoro Imperial. Un poco más allá, Neue Burg, el último ala que se construyó del palacio y actualmente museo de Éfeso. Estamos en el Volksgarten, un parque ideal para descubrir qué comer en Viena, así que os propongo que probéis las salchichas vienesas de los puestos callejeros, ya que aunque ahora también hay puestos de kebab y pizza, lo típico es la salchicha. Además, tenéis variedad de vendedores para elegir.

Al salir del parque, hacia la derecha, se encuentra el Burgtheater, el edificio que reemplazó un pequeño teatro de la Corte en 1888 y guarda frescos de Klimt sobre las escaleras. Se puede visitar, pero es mucho más bonito por fuera que por dentro.

De frente el Ayuntamiento, con su animada vida cultural al aire libre, a la derecha la universidad y a la izquierda el Parlamento, un templo griego, en honor a la democracia ateniense. De los tres edificios, el último es el más espectacular, tanto por fuera como por dentro. Se puede visitar y es muy interesante, aunque los horarios son bastante restringidos. Si continuamos bajando por la izquierda, llegamos a la plaza de María Teresa, la emperatriz más popular de Austria, con dos de los mejores museos del mundo a sus lados: el de Historia del Arte y el de Historia Natural. Os recomiendo que en futuras visitas, dediquéis un día a cada museo, sin prisa. Los dos lo valen.

Detrás de estos edificios está el Museum Quartier, un inmenso centro dedicado al arte moderno y otros museos que tampoco hay mucho tiempo para ver, pero es una zona donde se concentra mucha marcha nocturna juvenil. Como el día comienza a ser pesado, por la calle que separa ambos museos y llega hasta el Ayuntamiento se puede comer, merendar o cenar por muy buen precio.

Para terminar, un pequeño paseo: detrás del Burgtheater está la iglesia Minorita. Es un pequeño templo octogonal, de corte templario que, además, alberga un mosaico de la última cena muy interesante. Dos calles más arriba está el Freyung, una suntuosa plaza donde los extranjeros y los ladrones encontraban refugio y que significa “libertad”. Al otro lado de la plaza encontramos Am Hof, el antiguo patio del palacio de los Babenberg, donde está la iglesia de los nueve coros y el cuartel de bomberos. Y subiendo una calle más tenemos la estrechísima iglesia de María Am Gestade y la plaza de la Concordia, donde tomar una copa antes de regresar al hotel.


Si tienes tiempo, visita estos 6 lugares secretos de Viena


Segundo día en Viena

Comenzamos la jornada en la Estación del Sur de tren. Frente a ésta, se encuentra el Museo Bélico, un tanto escondido entre los jardines del Arsenal. Su visita nos llevará algo más de una hora, pero es obligatorio por lo bien documentado y preparado que está.

Después, siguiendo la calle del Arsenal hasta la del Príncipe Eugenio, llegaremos a los Belvederes: Oberes Belvedere y Unteres Belvedere. Dos palacios convertidos en museos, cuyos jardines son una verdadera preciosidad. Es aquí, en el Museo Belvedere, donde se encuentran algunos de los cuadros de Gustav Klimt. Si te interesa el pintor, debes entrar a ver la exposición, pero si no es así, recorramos únicamente los jardines, hasta la Schwarzenbergplatz, donde hay una fuente y una estatua muy curiosas, dedicadas a la liberación de Viena por el Ejército Rojo. Además, está rodeada de notables edificios modernistas como la embajada de Francia o la Cámara de Comercio.

Overes Belvedere. Foto de: PALOMA GIL
Overes Belvedere. Foto de: PALOMA GIL

A la izquierda de esta plaza se encuentra el Museo de la Ciudad de Viena. También muy recomendable, ameno, entretenido, aunque largo. Es la mejor manera de conocer la historia de la ciudad, sin tener que estudiar.

El museo está prácticamente en la plaza de Carlos, donde también se localiza la famosa Iglesia de Carlos, imponente y maravillosa por fuera, por dentro decepciona un poco. A ello se suma que la entrada es cara para lo que hay que ver. Si alguien tiene especial interés en visitarla, yo recomiendo que espere a la celebración de la misa y discretamente se cuele a echar un ojo.

Al otro lado del parque y cruzando la calle Friedrich están la Academia de Arte y el museo Secession, absolutamente modernista y templo de Gustav Klimt, por lo que la compra de la entrada lo dejo a la elección de cada uno en función de sus preferencias: o lo amas o lo detestas.

Entre el Secession y la Majolikahaus, la casa de los medallones (aunque en realidad, la calle entera es para tirar fotos a todas las fachadas), hay un sinfín de restaurantes. Todos baratísimos y bastante buenos en calidad, aunque a primera vista parezca todo lo contrario. Es la hora de comer. Y si os gusta el sushi, éste es el lugar.

Majolika Hause. Foto de: PALOMA GIL
Majolika Hause. Foto de: PALOMA GIL

Ahora, tomamos el metro: de Kettenbrückengasse hasta Stadtpark. El parque del Estado, donde está el Kursalon, uno de esos iconos que tratan de venderte en todas partes. Lo cierto es que hace 50 años se ganó la fama de la que vive ahora. Pero no sólo es caro, sino también cutre. Si alguien tiene mucho interés en la música, hay cientos de opciones mejores, en todos los sentidos. El parque es una gozada, además allí se encuentra otro de los iconos de Viena, la estatua dorada de Johan Strauss tocando su violín.

Si atravesáis el parque, dejando Kursalon atrás, pasaréis junto al MAK, uno de los museos de arte decorativo más antiguos de Europa y un poco más arriba está el Ministerio de la Guerra, que parece una nave de combate preparada para el ataque, con el mariscal Radetzky al frente. De aquí sale la Marxergasse, la calle que nos llevará hasta la Hunderwasserhaus. El reino del Modernismo. En principio se trata de unas viviendas de protección oficial un tanto particulares, pero en realidad, todo el barrio es así. La imaginación del arquitecto Hunderwasser convierte este rincón vienés en algo propio de un cuento de hadas, lleno de colores, fantasía y originalidad. Siguiendo el río hacia arriba está la Kunsthauswien, también de Hunderwasser. Es el museo. Y un poco más allá, sin abandonar el bello Danubio, Urania, el observatorio astronómico y lugar de reunión de intelectuales y bohemios. Seguimos atravesando el río por la calle del Prater.

Y nuestra última parada del día se ve a muchos metros de distancia: la Reisenrad, la primera noria del mundo, que gira desde 1897. Además es como un pequeño parque de atracciones que no cobra entrada y que permite pasar una noche muy agradable en plan romántico o de atracción en atracción como si fuéramos niños. También se puede cenar y tomar unas cervezas allí mismo. Las entradas para la noria se pueden adquirir por menos de 10 euros por persona.

Tres días en Viena

Sé que estaréis cansados, así que hoy nos vamos al parque de Schönbrunn a pasar el día. La parada de metro tiene el mismo nombre y empezaremos por el propio palacio que es aún más interesante que el Hofburg, ya que en él podemos ver el gimnasio de Sissi, el primer inodoro de su época, las estancias de la última emperatriz (la portuguesa Zita), las de Napoleón y la famosa sala de los millones. A la salida del palacio, a la derecha, está el jardín del príncipe. Aquí hay que ir, es un bucólico jardincito que os encantará. Nosotros compramos por adelantado las entradas al palacio de Schönbrunn, con visita y concierto incluido, para no esperar colas.

Schönnbrun. Foto de: PALOMA GIL
Schönnbrun. Foto de: PALOMA GIL

Desde aquí pasearemos por el inmenso parque en busca de jardines solitarios, como el que esconde la fuente que emula unas ruinas clásicas. También hay recorridos dirigidos a los laberintos y a los juegos pensados para amenizar la visita de los más pequeños, aunque ciertamente… todo el mundo juega. Al fondo está el monumento que conmemora la victoria de María Teresa sobre las tropas de Federico II de Prusia: Gloriette. La galería neoclásica que guarda no es muy interesante, pero por muy cansados que estemos, hay que subir hasta arriba. Por cierto, llevad agua embotellada, porque en este parque todas las cafeterías son carísimas.

Ahora, vayamos hacia la izquierda, dejando el palacio a la derecha y Gloriette atrás. Hay que subir una pequeña loma para llegar a la zona de los restaurantes. No son nada del otro mundo, pero dentro de las posibilidades, el mejor es el tirolés. Y bajando de nuevo, encontraréis el zoo, razón por la que Francisco III de Lorena dejó que la ambiciosa María Teresa subiera al trono. Su pasión por los animales le hizo fundar el zoo más antiguo de Europa: Tiergarten. Pero es largo, así que, si aún queremos hacer algunas compras, es mejor continuar el camino atravesando Palmenhaus, que es el invernadero de acero más grande de Europa. Y no os olvidéis de buscar el jardín japonés. Una preciosidad.

Jardín del príncipe. Schönnbrun. Foto de: PALOMA GIL
Jardín del príncipe. Schönnbrun. Foto de: PALOMA GIL

A la izquierda quedan las puertas del parque que dan a la Am Platz, una placita amarilla rodeada de Historia. Subiendo por esa calle llegaremos al Hofpavillion, una estación de metro diseñada para el emperador por Otto Wagner. La sala de espera octogonal y su decoración supera con creces el suburbano moscovita. Prácticamente al lado está el metro de Hietzing y la estación de tranvías. Desde allí podéis volver al centro para hacer compras antes de despediros de la ciudad.

Austria y sus emperatrices

María Teresa. La gran emperatriz adorada por todos llegó al trono de rebote. Fue la causa de la Guerra de Sucesión Austriaca y participó en ella activamente, llegando a pactar con aquellos que habían traicionado a la corona en el pasado con tal de conservar el trono. Fue madre de 16 hijos, aunque llegaron a la adolescencia 10, entre ellos la controvertida María Antonieta.

Destacó por sus educativas para el pueblo, aunque a la usanza de entonces. Pasó a la posteridad por su reforma médica, llevando una medicina mejorada a todo el imperio. Al fin y al cabo, como mujer de la Ilustración, seguía el concepto de filantropía: a mayor cantidad de ciudadanos sanos y fuertes, mayor y mejor mano de obra.

Elisabeth. Sissi es otra emperatriz de rebote, pero ésta odiada a más no poder por los vieneses, quienes la condenaron a pasar por la Historia como un referente de novela rosa. Una mujer que entró en la corte de golpe, por capricho del emperador, la convirtieron en reina, la encerraron en un palacio y la obligaron a tener hijos.

Una mujer extraordinariamente culta que destacaría en la actualidad como no lo hizo entonces, conocedora de 8 idiomas, viajó por el mundo sin descanso, romántica, naturalista, deportista, pacifista, liberal, diplomática, anticlerical e incluso antimilitarista. Se preocupó por la salud de sus ciudadanos, por la higiene, la enseñanza, por los derechos de los más desprotegidos, por los dementes, los animales, los niños, las mujeres, los poetas, los profesores… Dejó plantados a príncipes y papas para irse a montar a caballo y, claro, nadie llegó a comprenderla entonces.

Zita. La última de las emperatrices del imperio. Es el equilibrio entre las anteriores. Lo suficientemente evolucionada para preocuparse por la salud, por la higiene, por la cultura y a la vez por su familia, a la que tuvo que sacar adelante desde el exilio, por no querer abdicar del trono. Tuvo nada menos que 8 hijos, quedándose viuda a los 28 años. Emperatriz durante 2 años, vivió en Suiza, Portugal y España el resto de su vida. Participó valiente y obstinadamente en la I Guerra Mundial y vivió esa historia de amor que se le atribuye a Sissi, aunque de forma corta e intensa. Jamás volvió a casarse. Y ella, que pasó desapercibida para todos, debería ser la verdadera heredera de la leyenda rosa.

Wurstelprater

Es un parque de atracciones que se remonta en el tiempo más de 200 años. Originalmente fue el coto de caza privado de los Habsburgo, pero en 1766 el emperador José II se lo regaló a los vieneses. Desde entonces, el acceso es gratuito y es uno de los lugares más populares para pasear y divertirse.

Reisenrad es la noria gigante con 61 m. de diámetro y más de 64 m. de alto. Gira muy despacio, por lo que más allá de proporcionar descargas de adrenalina es más el romanticismo y las extraordinarias panorámicas que ofrece.

Para los que buscan diversión extrema hay otro tipo de atracciones, como la primera montaña rusa de Europa, reconstruida también y ambientada en un mundo de cuentos. Trenes, casas de espejos, laberintos, coches de choque… y para los más valientes: cervecerías y restaurantes.

Y, por supuesto, en Prater Verde se puede pasear a través del bosque disfrutando de la naturaleza y el silencio.

Por la noche

En el casco antiguo está el famoso Triángulo de las Bermudas, un sinfín de locales y discotecas muy animados. Otro lugar es la zona que va desde el museo Secession hasta abajo, donde ponen el mercadillo Nachmarkt y se trata del lugar más multiétnico de la ciudad. Por último, la zona de Freyung y alrededor de la universidad, también son lugares de mucha vida nocturna, aunque la media de edad, obviamente, es más baja.

14 comentarios
  1. Me espera un viaje de 1 mes por europa y de todas las guias de viaje (no pocas) que he visto la tuya es la mejor que he leido. Un gran trabajo, muchas gracias

Deja una respuesta