Jorge Sánchez: “el viaje es la mejor universidad del mundo”

Jorge Sánchez no es un viajero al uso. Este catalán que ya ha superado la cincuentena de años ha recorrido el mundo, ha corrido peligro, se ha introducido en los países y lugares más prohibidos que uno pueda imaginar y ha vuelto indemne para contarlo. Bueno, indemne no: más sabio.
Playa del Papagayo en Lanzarote
Playa del Papagayo en Lanzarote

Jorge Sánchez nació en Hospitalet de Llobregat (Barcelona) y a los trece años decidió internarse en el desierto del Sáhara, donde los militares españoles, que hasta 1976 controlaron esta zona del Norte de África, le atraparon y devolvieron a la Península Ibérica. La escuela nunca le gustó porque consideró que las asignaturas que se enseñaban no tenín utilidad ni fundamento y algunas eran incluso adoctrinadoras (Sánchez estudió durante los últimos años de la dictadura de derechas del general Francisco Franco en España). Vivió algunos años dentro de lo que es el círculo “normal” de la vida, un trabajo estable, un matrimonio… Pero sus ansias por viajar y conocer no terminaban, seguía leyendo a los grandes exploradores y llegó la llamada de “El Camino del Viajero”, como lo denomina Sánchez. “A lo largo de esos siete viajes [alrededor del mundo] en busca de conocimientos me vi involucrado en un sinfín de aventuras que a punto estuvieron de costarme la vida”, y aquí nos explica algunas de ellas.

¿Quién es Jorge Sánchez?

Un ciudadano del mundo, nacido en un país llamado España, cuya pasión es aprender sobre el mundo en el que vive para desarrollar su ser, y para ello utiliza un instrumento: los viajes, y una universidad: el planeta Tierra.

¿De dónde viene tu pasión por viajar?

En parte de herencia (mis antepasados proceden del noreste de África, de donde salieron hace varios miles de años a descubrir el mundo, instalándose un grupo de ellos en la actual España) y también de la lectura de libros inspiradores en mi niñez, como son Los Viajes de Sindbad el Marino, Naufragios de Álvar Núñez Cabeza de Vaca, La Peregrinación de Fernão Mendes Pinto, y también de las aventuras de Andrés de Urdaneta y del monje chino Xuanzang.

¿Cuál fue tu primer viaje?

A los 13 años dejé el hogar paterno y me interné en el entonces Sahara español. Claro, a los pocos días los militares españoles me atraparon y me devolvieron a la España peninsular cuando intenté cruzar a Mauritania. Esperé a los 18 años para obtener un pasaporte y con él visité diez países de Europa Occidental, en autostop, trabajando allá donde podía, hasta que fui llamado a filas en el servicio militar.

¿Es mejor viajar solo o acompañado?

Depende de cada viajero. En mi caso casi siempre he viajado solo, pero a veces he coincidido con otro viajero (más bien viajera) y por un tiempo hemos acometido juntos el viaje.

¿Cuál es el presupuesto mensual del viajero “pausado”?

En la actualidad, siglo XXI, si realizas una vuelta al mundo puedes gastarte un promedio de 30 a 40 euros al día, todo incluido (parte proporcional de los billetes de avión, comidas, alojamiento, etc.), si eres moderado y espartano. Pero si te instalas en una playa de la India, por ejemplo, el promedio de gastos no llega a los 10 euros diarios.

¿Cuál es el destino que más te ha gustado?

Amo la India, seguido de Rusia y Etiopía. A la India volvería siempre, nunca me canso de ese país y de nutrirme de sus enseñanzas.

¿Qué es lo más raro que has comido y dónde?

Perro, al sur de Filipinas; serpiente, en Taiwán; grillos, en Tailandia; oso hormiguero, en Perú; hormigas, en Colombia; iguana, en Nicaragua; murciélagos, en Nueva Caledonia…

¿Qué cultura es la que más te ha sorprendido?

La budista.

¿Cuál ha sido el sitio más terrorífico?

Las mazmorras donde me han confinado por atravesar fronteras prohibidas (Afganistán, Paraguay, Georgia…).

¿Cuál ha sido ese lugar que te ha cambiado espiritualmente?

Un monasterio Zen al norte de Kioto, llamado Bukkokuji.

¿Cuál es el sitio más inaccesible? Cuando tú entraste y ahora (motivos políticos, guerras, salud o geografía…)

Uno de los lugares más inaccesibles, habitado, en la actualidad es el atolón de Wake, descubierto en el siglo XVI por nuestro explorador leonés Álvaro de Mendaña. Se abrió por un día al turismo en el año 2009 tras 21 años de estar cerrado a extraños, a los que no fueran militares estadounidenses. En la actualidad otra vez se ha cerrado a los viajeros; no se sabe si permanecerá otros 21 años off limits. Yo tuve la fortuna de volar a ese atolón, desde Guam, en compañía de varias docenas de viajeros recalcitrantes.

Cuéntanos una anécdota inolvidable.

Axum, año 1992. Tras cinco o seis días viajando en camiones sin parar, desde Lalibela, alcancé Axum. Me alojé en un monasterio cercano (Debre Damo) donde había que trepar mediante cuerdas al lugar donde se ubicaba. Allí los monjes me contaron sobre el Arca de la Alianza, traída desde Jerusalén por Menelik I, hijo de la Reina de Saba y del Rey Salomón. Un día entre los días me propuse penetrar en el Sancta Sanctórum de la Iglesia Nuestra Señora de Sión, donde se custodiaba. Aprovechando descuidos de los guardianes casi lo conseguí. Me faltaba descorrer una cortina, y allí debía hallarse el Arca de la Alianza. Pero justo antes de ello una mano poderosa me agarró del hombro y me detuvo. Fui amonestado e invitado a abandonar la iglesia. Pero estaba satisfecho porque lo había intentado; tenía que intentarlo.

¿En qué lugares “prohibidos” has estado?

En el Reino de Mustang, Nepal, el año 1989, muchos años antes de abrirse al turismo a precios desorbitados. En la ciudad de Kashgar en el año 1982, cuando no estaba abierta a los extranjeros. En Darfur en tiempos de secuestros y acciones bélicas. En la isla de Sitangkai, en Tawi Tawi, burlando controles militares en unos tiempos muy activos de piratería. Mi objetivo era alcanzar navegando la Isla de Borneo, lo que conseguí al cabo de una semana viajando en pateras por el Mar de Sulú, cuyas islas fueron españolas hasta el año 1901. Y aun he penetrado en muchos lugares prohibidos más, pero sería largo enumerarlos todos.

¿Cuál es el lugar en el que te habrías quedado para siempre?

Tal vez en Siberia… me atrae esa inmensa masa de tierra inexplorada. Además, sus gentes, tanto rusos como aborígenes son muy hospitalarias y preservan costumbres y conocimientos de sumo interés.

¿Alguna vez has pensado “de esta no salgo”?

Sí, varias veces, cuando he estado en peligro, como cuando me bombardearon en Baghdad en tiempos de Saddam Hussein. Las bombas de los aviones ingleses y norteamericanos caían en el Río Tigris, a unos 50 metros de distancia de donde me hallaba, bebiendo un jugo de frutas en una cantina.

Un lugar que todo el mundo debería visitar al menos una vez en la vida.

Dos lugares son apropiados para ello: el primero es Santiago de Compostela, si es posible haciendo el Camino, a pie. Y el segundo es el planeta Tierra como un todo, efectuando una vuelta al mundo, abrazando el planeta. Tener un hijo, plantar un árbol, escribir un libro y dar una vuelta al mundo son las cuatro cosas básicas que se han de intentar realizar en una vida humana para completarse.

¿Por qué la gente debe viajar?

Porque está en los genes de todo ser humano y porque el viaje es la mejor universidad del mundo. En esa universidad, llamada Planeta Tierra, aprendes lo que de verdad te conviene en la vida, y así escapas del adoctrinamiento infame de los comisarios políticos del país donde te has criado, que imparten asignaturas inútiles y nocivas. Tuve la suerte (coraje) de abandonar la escuela a los 13 años y a mí no me captaron.

¿Cómo se planifica un viaje?

Yo no los planifico; improviso desde el principio y cambio de planes constantemente, según las circunstancias. Pero no soy un buen ejemplo a seguir.

¿Qué hay que llevar siempre contigo?

Una pequeña bolsa de mano que estando llena no supere los 3 kilos de peso, que contenga un par de mudas, útiles de aseo y un saco de dormir comprimido más una libreta para ir anotando las impresiones del viaje. Una bolsa así hace las veces de almohada, de asiento, y hasta de sombrero cuando calienta mucho el sol. Nunca se entrega en consignas ni en aviones, y al verte con ella en la calle, los naturales de los países que atraviesas te toman por uno de ellos y no por un turista.

Danos un consejo para ser buenos viajeros

Hay que hacer observaciones sin cesar sobre las gentes y sus manifestaciones de todos los países visitados, para aprender de ellas e incorporar a tu ser los conocimientos adquiridos.

Artículos relacionados