Competencia da el visto bueno a la economía colaborativa

En una entrada en su blog, la CNMC explica los beneficios de aplicaciones como Uber, que tanta polémica generan en el sector dle taxi. El organismo que regula la competencia cree que no se debe legislar sobre estas actividades de negocio.
Dos taxis salen del Aeropuerto de Madrid-Barajas | Foto: Ayuntamiento de Madrid
Dos taxis salen del Aeropuerto de Madrid-Barajas | Foto: Ayuntamiento de Madrid
Dos taxis salen del Aeropuerto de Madrid-Barajas | Foto: Ayuntamiento de Madrid
Dos taxis salen del Aeropuerto de Madrid-Barajas | Foto: Ayuntamiento de Madrid

MADRID.- Negocios tradicionales como el taxi o los hoteles lo tendrán difícil en España a juzgar por las declaraciones del máximo regulador de la competencia en el país mediterráneo. En su blog corporativo, la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) ha dejado clara su postura favorable a la economía colaborativa y lo ha hecho en plena polémica sobre el uso de aplicaciones como Uber, para alquilar coches con conductor, o Airbnb, para reservar habitaciones o apartamentos. En su entrada, la CNMC explica que “una regulación innecesaria o desproporcionada perjudicaría a los consumidores y al interés general, además de suponer un obstáculo a la competencia efectiva”. El organismo, con sede en Barcelona, se encarga de velar por la libre competencia en el mercado, pero también informa los proyectos de ley edl Gobierno que tengan que ver con este tipo de materias. Es decir, si el Ejecutivo de Mariano Rajoy (Partido Popular) decidiese realizar una ley para regular la economía colaborativa o modificar algún texto legal, tendrían que pedir el informe de la CNMC. El estudio no sería vinculante, pero en la mayoría de los casos se tienen en cuenta sus recomendaciones.

Asimismo, aunque la CNCM se configura como un organismo independiente del Gobierno, la realidad es que su presidente es nombrado por el propio gabinete gubernamental. La postura de la CNCM coincide con la mantenida por Luis de Guindos, ministro de Economía y Competitividad, que hace unas semanas declaró que sectores como el del taxi debían adapatarse a los nuevos tiempos y los nuevos competidores. Además, la Comisión Europea también se ha mostrado favorable a la economía colaborativa. Todo apunta a que las empresas y aplicaciones que se desarrollen en este sector tendrán luz verde y pocos impedimentos administrativos.

La CNCM sostiene que lo más idóneo es no regular la economía colaborativa, pero en caso de hacerlo recomienda que prime el interés general, “no el interés de un grupo de operadores económicos”, una clara alusión a los sectores hoteleros y del taxi. Además, para el organismo la regulación sólo debe producirse si se dan fallos de mercado, si no se pueden conseguir objetivos de interés público y si se trata de forma desigual a operadores que tengan obligaciones de servicio público (como podrían ser los taxis, por ejemplo). En este último caso, la CNCM estima que la normativa “podría centrarse en reducir los requisitos para los operadores tradicionales cuando estos requisitos sean innecesarios o desproporcionados”.

Sobre la fiscalidad de estas actividades, la CNCM refiere que el uso de la informática permite rastrear las transacciones, a la vez que se amplía la competencia en los sectores afectados, y se puede conocer la reputación de las empresas con los comentarios de los consumidores.

Huelgas de taxis y regulación de apartamentos

Las empresas y aplicaciones de la denominada economía colaborativa no son nuevas y ya llevan unos años funcionando, aunque su expansión internacional y el uso de los móviles inteligentes les han dado más notoriedad y protagonismo. En las últimas semanas, los taxistas europeos han protestado contra aplicaciones como Uber, que permite poner en contacto a clientes y conductores de coches para que les trasladen a un destino. A cambio, Uber cobra una comisión por intermediar en el servicio. Los taxistas alegan que estas aplicaciones propician la economía sumergida y una competencia desleal. De un lado, el conductor no declara los impuestos por sus ingresos y compite sin regulación de ningún tipo con taxistas que tienen que cumplir diferentes normativas. De otra parte, Uber trabaja en un sector regulado. En Barcelona, su ayuntamiento ha dado instrucciones a los agentes de movilidad para que multen a los conductores que no sean taxistas y transporten pasajeros.

El caso de los apartamentos es similar. Hace una semana, los hoteleros españoles lanzaron un manifiesto en el que pedían poner coto al alquiler irregular de apartamentos. Este es un problema que ha existido desde hace años, pero que ha tomado más notoriedad desde la aparición de portales de Internet y aplicaciones para móvil que permiten anunciar y reservar fácilmente estas viviendas. El sector hotelero tiene que cumplir con una extensa legislación, mientras que los apartamentos no están tan regulados y cada comunidad autónoma establece una legislación diferente.

Los datos de la economía colaborativa son mareantes. El Instituto Tecnológico de Massachusets (MIT) calcula que las empresas de este sector tienen un potencial de negocio de 110.000 millones de dólares, aunque hoy sólo generan 26.000 millones. Por otro lado, la revista Forbes estima que los negocios de este segmento ganan alrededor de 3.500 millones de dólares anuales. La clave se encuentra en compartir bienes y no en poseerlos, en usar aquellos que están infrautilizados: el espacio en un coche, la habitación de una casa, el tiempo de una persona, etcétera. Es decir, el negocio no sólo se centra en transporte en coche o en alquiler de pisos, también en cuidado de animales, gestión de tareas y casi cualquier cosa imaginable.

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