Baleares: ¿renunciar a más de 1.000 millones por el turismo de borrachera?

La imagen de las Islas Baleares se está viendo perjudicada por vídeos y actitudes que las muestran como un destino de fiesta y desenfreno. Este tipo de turista aporta más de 1.000 millones anuales a las islas. ¿Serán capaces los responsables de cambiar el modelo?
Cala Llentrisca en Ibiza | Foto: Xescu Prats
Cala Llentrisca en Ibiza | Foto: Xescu Prats
Una imagen diferente de Ibiza | Foto: Xescu Prats
Una imagen diferente de Ibiza | Foto: Xescu Prats

Turismo de borrachera en las Islas Baleares, “mamading”, “balconing”… No busquen estos términos en un diccionario de inglés, porque no los encontrarán. A los medios nos gusta crear neologismos y propagarlos como verdades, pero lo verdaderamente importante es la imagen que el archipiélago proyecta sobre España y las propias islas en el interior. Baleares es otro de esos destinos únicos de España poco conocidos por los españoles y por los extranjeros, excepto por la imagen que se transmite en ciertos medios. Naturaleza, historia, relajación y también fiesta. Sin embargo, esta es la imagen del turismo que España debe evitar a toda costa si quiere mejorar su rentabilidad y crear puestos de trabajo de mayor calidad en el sector. Pero, ¿quién se atreve a renunciar a las pernoctaciones y el dinero de estos turistas?

Las Islas Baleares registraron 54,4 millones de noches reservadas en 2013, según el Instituto Nacional de Estadística (INE), de ellas el 91,7% de las reservas se realizaron por extranjeros. Si trasladamos estas cifras a dinero contante y sonante, teniendo en cuenta que el INE calcula un ADR (ingreso medio diario por habitación ocupada) de 66,71 euros para todo 2013, estos turistas habrían dejado en los hoteles alrededor de 3.327 millones de euros en el último ejercicio (repartidos a partes iguales entre británicos y alemanes). Eso sin contar el gasto en comercios de alimentación, alcohol, ropa y souvenirs, por mencionar sólo algunos. Las cifras son aplastantes: si el Gobierno balear o el sector hotelero se pusiesen de acuerdo para prohibir el turismo de borrachera que atrae a visitantes ávidos de fiesta, alcohol y desmadre, la economía turística de las islas sufriría un varapalo. Claro está que no todos los turistas extranjeros llegan a Baleares buscando una borrachera segura.

Sin embargo, la propaganda que se hace de Baleares dista de tratarla como un destino paradisiaco. La BBC, el canal de televisión público británico, cuenta con un programa denominado “Sun, sex and suspicious parents” que tiene como protagonista a diversos jóvenes que vacacionan en Magaluf (Palma de Mallorca) e Ibiza. Como su título indica, el alcohol, la fiesta y el sexo abundan en un reality propio de telebasura, pero que ayuda a transmitir una imagen de las islas que atrae a este tipo de turista. Ningún político tiene intención de poner coto a estas actitudes, porque supondría renunciar a ingresos millonarios para el sector turístico, pero también a ingresos procedentes de impuestos como el IVA. A pesar de las acciones puntuales que se puedan realizar para perseguir determinados comportamientos. Por su lado, los hoteleros están disconformes con el trato de estos turistas, que muchas veces les provocan daños en sus instalaciones, pero tampoco están por la labor de renunciar a sus ingresos. Y la realidad es que a determinadas zonas de las Islas Baleares les hace falta un plan de regeneración en el que colabore el sector público y el privado, como viene reclamando Exceltur, la patronal que agrupa a grandes empresas turísticas, y otras asociaciones hoteleras.

Por supuesto, no todo funciona mal en Baleares. Empresas como Meliá Hotels, con la ayuda del Gobierno de las islas, ha iniciado la reconversión de ciertas zonas de Magaluf, con la reurbanización de calles y la mejora de sus hoteles. La idea es atraer a un turista con mayor poder adquisitivo y que busque otro tipo de conocimiento de la isla. Probablemente aterricen menos visitantes en el archipiélago, pero serán más respetuosos y vendrán con los bolsillos más abultados. Jaime Martínez, consejero balear de Turismo, ha explicado que en las islas “no caben según qué empresas y según qué turistas”, pero acto seguido a reconocido que Gran Bretaña es el segundo mercado turístico para Baleares, por lo que “hay que cuidarlo” y hay que trasladar “mensajes positivos”. A pesar de la contradicción, Martínez mantiene que el ocio de la isla debe ser de calidad, por lo que se van a incrementar las inspecciones a locales y se va a estudiar el tipo de normativa que se puede aprobar para evitar casos como las felaciones a cambio de alcohol gratis.

El problema de la imagen que ofrecen las Islas Baleares no es único. En la costa mediterránea también se ha replicado este modelo, por ejemplo en la localidad de Salou (Tarragona) o en otras de la Comunidad Valenciana. ¿Hay interés por cambiar este turismo? Parece que no, ya que estos no son problemas del año 2014, sino que vienen de antiguo.

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