Brasil sigue protestando por la política de inversiones y turística de sus gobernantes

Los ciudadanos de Río de Janeiro, Sao Paulo y otras ciudades del país iberoamericano continuan con sus protestas por la subida del precio de los transportes y por los desplazamientos de ciudadanos pobres que están provocando las construcciones para la Copa Confederaciones, el Mundial y los Juegos Olímpicos.

MADRID.- Brasil ha realizado un fuertes esfuerzo para tener a punto sus principales sedes y ciudades en la Copa Confederaciones, que se celebra en junio de 2013, y para mostrar al mundo que estará preparado para el Mundial de 2014 y los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro en 2016. Sin embargo, las desigualdades sociales de un país de casi 200 millones de habitantes no dejan de llamar continuamente a los medios de comunicación.

La subida de las tarifas en los medios de transporte públicos ha sido el detontante de varios días de manifestaciones que se vienen sucediendo desde el 14 de junio. Los manifestantes no protestan exclusivamente por el incremento del precio del transporte, sino por la falta de inversiones para un transporte público de calidad frente a los gastos que se han realizado para acondicionar estadios y zonas cercanas con motivo de los eventos deportivos que albergará el país en los próximos años.

La última gran manifestación ha tenido lugar en Río de Janeiro, donde se calcula que se han concentrado cerca de 100.000 personas en una gran marcha por las calles de la ciudad carioca. Dilma Rousseff, la presidenta del país, ha declarado en un comunicado que las manifestaciones pacíficas son legítimas y una muestra de la democracia.

Más allá de esto, Andrea de Paula, abogado de la Federación Internacionalista de los Sin Techo, citado por el diario El Mundo, ha explicado que las obras de la Copa y el Mundial están provocando desalojos de familias para proteger el interés turístico y deportivo.

Aunque las manifestaciones son pacíficas, en algunos casos grupos violentos acaban provocando incidentes en los que interviene la policía para disolverlas. Según el diario brasileño O Globo, en la última se han producido 29 heridos, de los que 20 son agentes.

Para entender este conflicto es necesario saber que el salario mínimo en Brasil es de 678 reales (unos 239 euros) y, por poner un ejemplo, en España este salario mínimo alcanza los 645,30 euros con un precio del Metro de Madrid de 1,50 euros, mientras que en Sao Paulo alcanza los 1,13 euros. Brasil es un país con un potencial y unos recursos económicos enormes que ha obtenido crecimientos superiores al 5% desde 2008. No obstante, el último dato oficial, de 2011, fue del 2,7%, una cifra muy modesta para una economía en expansión.

Además de la inflación y la pésima correlación entre la misma y los salarios, los ciudadanos de Brasil también muestran su descontento ante una clase política que en algunos casos, aún ejercientes, han sido condenados judicialmente por corrupción. La propia presidenta del país ha sido puesta en duda por las condenas en caso mensalao (pagos en negro a políticos) de algunos de sus colaboradores.

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