Hay ciudades que se visitan y otras que se viven. Salzburgo, en agosto y septiembre, se desliza suavemente entre ambas. Ya sea por la música que flota en el aire, el sabor de un bocado compartido o la vista desde una montaña, todo conspira para crear recuerdos que se escriben de a dos. La ciudad natal de Mozart despide el verano a lo grande, es el escenario ideal para una escapada romántica.
El Festival de Salzburgo: Pasión y arte entre bastidores barrocos
Cada rincón de la ciudad vibra con ópera, teatro y conciertos durante el Festival de Salzburgo, que se celebra hasta finales de agosto. La pieza icónica y emblemática del festival es Jedermann, El juego de la muerte del hombre rico, escrita por Hugo von Hofmannsthal y representada de forma casi ininterrumpida frente a la Catedral desde 1920. Este clásico renueva su impacto cada año con montajes contemporáneos como la producción de Robert Carsen, protagonizada en 2025 por Philipp Hochmair, que combina una escenografía impactante con una visión moderna del drama moral. Vivir esta representación como pareja significa sumergirse en la mezcla de lo monumental, lo íntimo y lo eterno: el amor resuena en cada verso moral, en la ciudad eterna de Salzburgo.
Paseos y picnic con sabor alpino
Pero no todo es cultura, también hay sitio para los amantes del deporte y de la naturaleza. Septiembre trae temperaturas suaves, ideales para una caminata en pareja hasta el castillo de Hohensalzburg. La subida a pie es parte de la magia: senderos boscosos, miradores escondidos y, al llegar, una vista panorámica de tejados rojizos, montañas y campanarios. O recomiendo llevar una cesta con las delicias locales: quesos artesanales, pan de centeno, uvas dulces y un frasco de mostaza al vino, para disfrutar de un picnic privado con la ciudad a vuestros pies.
A los visitantes más urbanitas les encantará el Paseo de Arte Moderno. Una preciosa ruta por los lugares más bellos del centro histórico, algunos de ellos bastante escondidos. Y eso es parte del encanto. Son un total de trece obras de arte, de artistas de renombre como Wurm, Marina Abramovic o Stephan Balkenhol se encuentran a poca distancia a pie y son de acceso gratuito para todos.
Gastronomía para enamorados
Sin duda, las noches invitan a descubrir la cocina austríaca, después de un intenso día recorriendo y la ciudad. Hay que reservar una mesa para dos en un restaurante tradicional con terraza, como St. Peter Stiftskulinarium, uno de los más antiguos de Europa. Hay que degustar platos como el Tafelspitz (carne cocida con raíz de rábano picante, kren) o unos Knödel rellenos, y terminar con un Salzburger Nockerl, un postre ligero como una nube, ideal para compartir a cucharadas mientras cae la noche.
Aventura en pareja: ciclismo y lagos escondidos
Para las parejas más activas, Salzburgo ofrece rutas ciclistas que atraviesan valles, cruzan puentes de madera y bordean lagos como el Fuschlsee, donde es posible darse un baño o alquilar una barca de remos. Septiembre, con su aire limpio y colores dorados, convierte cada pedaleo en una postal viva. Incluso, con un poco de suerte, es posible acercarse a una granja y hacerse con productos típicos, como leche fresca o queso. Eso es un auténtico lujo y merece la pena probarlo.