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Crimen contra la Humanidad, de Alberto Vázquez-Figueroa

Montón de colillas de cigarrillos | Foto: PublicDomainPictures para Pixabay

No ha tenido suerte Vázquez-Figueroa en Crimen contra la Humanidad (Ediciones B, 2015), su última novela, a pesar de que plantea un tema tan interesante como los efectos indirectos del tabaco y la industria tabacalera sobre el medio ambiente. De forma muy perspicaz, el escritor canario se ha fijado en los filtros de las colillas de cigarrillo, un elemento que acumula buena parte de los tóxicos que genera la combustión de la hoja del cigarro y de los químicos que acompañan a la misma. ¿Qué pasa si ese efecto tóxico se multiplica por los millones de colillas repartidas por el mundo? Sobre esta estimulante base, el prolífico autor, que también es inventor y periodista, monta una trama que nos parece poco perfilada por el escaso número de páginas que se dedican a desarrollarla.

Crimen contra la Humanidad trastabilla en su primera parte entre personajes planos y estereotipados, lo que hace que la historia no avance con fluidez y no se vislumbre el objetivo de forma abierta hasta mediado el libro. Y, al final, el proceso de desenlace se realiza de forma tan apresurada que el lector se queda con ganas de más y piensa que se le han escamoteado informaciones importantes. El estilo literario tampoco destaca por su brillantez, algo raro en un autor con más de 80 libros y artículos periodísticos.

Con todo, Vázquez-Figueroa plantea otras cuestiones muy interesantes y que merecerían mayor desarrollo: el poder de las multinacionales, los grandes despachos de abogados, capaces de realizar el trabajo sucio de las primeras y darle una cobertura legal, los problemas migratorios que los gobiernos europeos son incapaces de solucionar… Es una pena que estas temáticas sólo se toquen de forma superficial por los personajes que el autor ha creado y ha dispuesto en su particular tablero de juego.

Otro de los puntos positivos de esta novela es que Vázquez-Figueroa deja entrever su pasión por los inventos materiales que sirven para mejorar la vida de las personas. El escritor es propietario de una patente para desalinizar el agua del mar y proveer con la misma a las regiones de costa, que en los lugares poco húmedos suelen andar escasas de este bien. Esta pasión le lleva a esbozar prototipos de posibles artefactos para ayudar en los naufragios de los inmigrantes en el Mediterráneo, por ejemplo.

Crimen contra la Humanidad puede servirnos de espoleta para investigar más sobre cuestiones que nos afectan en el día a día, así como para hacernos conscientes y responsables sobre la incidencia de nuestras acciones, por pequeñas que sean, en el medio ambiente y en nuestra salud.

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