Enoturismo: trabajo pendiente para conocer los vinos de España

Entrada a Bodegas Vivancos, con el pueblo de Briones (La Rioja) al fondo | Foto: David Fernández

BRIONES (LA RIOJA).- Eduardo, uno de los guías del Museo Bodegas Vivanco, enseña la sala de envejecimiento para los vinos de esta bodega y comenta que el recinto dispone de suelo radiante, con lo que se garantiza humedad y la existencia de agua en suspensión para la mejor maduración del caldo en las barricas. Tras un proceso de selección de la uva y de diversos tratamientos, el vino resultante se introduce en los toneles, donde absorberá su aroma en función del tipo de madera de que esté compuesto. El recorrido, que muestra al visitante el proceso de elaboración del vino y acaba con una cata de diferentes caldos, es un ejemplo de un tipo de turismo que se ha puesto de moda en España y que ha ayudado a revitalizar ciertas comarcas de interior. El Museo de Bodegas Vivanco es relativamente reciente, ya que data de 2004 y la primera añada se recogió en el año 2001.

El 9 de noviembre, además del aniversario de la caída del muro de Berlín, se celebra el Día Europeo del Enoturismo, una iniciativa puesta en marcha por la Red Europea de Ciudades del Vino (Recevin) y que pretende dar visibilidad un tipo de turismo muy centrado en la gastronomía y en las experiencias que se pueden vivir en un entorno rural. En España, el número de visitantes a las bodegas asociadas a la marca Rutas del Vino llegó a los 1,69 millones en 2013, según un informe de la Asociación Española de Ciudades del Vino (Acevin). El dato supone un crecimiento del 18% con respecto al año anterior, cuando las estadísticas de Acevin contabilizaban más bodegas.

Otoño y primavera, mejores épocas

En general, una visita a una bodega se compone de la explicación de su historia, de las peculiaridades de la región en la que está situada, del tipo de vinos y uvas que se cultivan en sus viñedos, de las características de sus instalaciones y la cata final. El precio puede oscilar entre los 10 euros y 15 euros y, junto con las compras que se realizan en la tienda de la propia bodega, suponen una fuente de ingresos alternativa a la venta de los caldos en el mercado nacional e internacinonal.

Según los datos de Acevín, los meses del otoño y la primavera son los mejores para el turismo del vino. De hecho, el otoño es una época muy adecuada, puesto que es el momento de vendimia (la recolección de la uva) y las bodegas organizan actividades en torno al mismo. Incluso hay algunas que aprovechan al visitante para que le eche una mano en la recolección. Acevín estima que más de 388.000 personas se acercaron a una bodega entre septiembre y octubre de 2013, mientras que entre mayo y junio, el número de enoturistas ascendió a unos 339.000. El resto de meses del año se distribuyen las visitas, con enero como el peor periodo y el verano, que registra unos datos mediocres. Es lógico, teniendo en cuenta que más del 60% de los turistas de bodegas son nacionales y el verano es la época favorita de muchos españoles para vacacionar en la playa.

En la red de Acevín se engloban 466 bodegas con 20 rutas que se distribuyen por las 69 denominaciones de origen que existen en España. En líneas generales, una denominación de origen se encarga de unificar los criterios de calidad, conservación y crianza que debe seguir un vino para formar parte de la misma. Además, permite vender los caldos de forma uniformada en el mercado.

Pocos visitantes extranjeros

El atractivo de España para la mayoría de turistas extranjeros es su buen tiempo y las playas del litoral mediterráneo, junto con las Islas Canarias. Sin embargo, la riqueza gastronómica del país no se ha explotado convenientemente como forma de desestacionalizar el turismo y de dar vida a los destinos del interior. No sólo es vino o comida, sino también historia y cultura. El problema no es sólo de promoción, sino de adecuación de los destinos a las necesidades del turista internacional. Por un lado, ir de vinos a una bodega conlleva la necesidad de contar con un chófer (ya existen empresas que se dedican a esta actividad, los conocidos como autobuses del vino). Por otra parte, el destino que desee aprovechar este turismo debe contar con material y guías que puedan tratar al turista en su idioma y conocer sus necesidades. En un estudio elaborado por Acevín finales de 2013, el 69,6% de los visitantes de las bodegas consultadas eran españoles, mientras que el resto se repartían entre diversos mercados extranjeros, como Alemania, EEUU o Reino Unido.

Y es que el potencial del enoturismo es grande como generador de recursos económicos en las zonas donde se desarrolla. El informe de Acevin estima que más de la mitad de los turistas que acuden a bodegas pasan entre 2 y 5 días en el destino, y cerca de un 40% de los encuestados repetían visita en la bodega. Además, entre los visitantes se prefieren actividades como disfrutar de la gastronomía local, comprar vinos y visitar pueblos vitivinícolas. Por último, el gasto diario por turista asciende a 85,4 euros de media.

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