Este embalse, inaugurado en 1968, se encuentra a pocos kilómetros del pueblo de Guadarrama (Madrid), casi a los pies del Puerto de los Leones y muy cerca de la Basílica del Valle de los Caídos. Las trincheras que se reparten por toda la zona fueron excavadas para defender un frente bélico, disputado entre las tropas leales a la República y el ejército sublevado del general Franco durante la guerra civil (1936-1939).
Desde hace un tiempo se han señalizado las diferentes rutas que se pueden realizar alrededor del mismo, entre ellas la Ruta de las Trincheras. El camino se inicia nada más atravesar la valla de entrada que conduce a la carretera que bordea el embalse. Existen paneles informativos, así que no tiene pérdida. Para seguir correctamente la senda, debemos fijarnos en las señales de los árboles: dos franjas horizontales (color blanco, arriba, y verde, abajo) junto a un punto de color rojo.
Desde el inicio subimos por una pista forestal ancha que sale a la derecha. Transitaremos a lo largo de 800 metros en una subida un poco empinada, pero asequible, y llegaremos al cruce de las Conejeras. Aquí hay varios caminos, pero debemos seguir el de la izquierda (recuerda, siempre las señales blancas y verdes con el punto rojo). Esta es la denominada Vereda del Agua, porque aquí se construyeron en 1920 las canalizaciones para llevar el agua de los múltiples arroyos de esta zona al pueblo de Guadarrama. Se pueden ver restos de las tuberías de cerámica mientras vamos caminando.
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El sendero nos va llevando por la parte superior de un barranco excavado por el arroyo de la Jarosa. Si volvemos la vista atrás, podremos contemplar una bella vista del embalse. Más adelante llegamos a las ruinas de una casa. En ella se alojaban los resineros que venían a obtener este jugo de los pinos hasta la década de 1980. Si seguimos unos 100 metros más, alcanzamos la Pradera del Horcajo, con la única fuente del recorrido. Si miramos de frente a la fuente, debemos tomar el camino que sale a la derecha y que nos introduce en ascenso por el monte. Seguimos las marcas y ya estamos entre los vestigios de la guerra civil: trincheras, parapetos y un búnker.
A lo largo del recorrido existen diversos carteles que nos informan de qué es cada edificio y de cuáles eran las condiciones de vida en el frente: muy duras en los inviernos crudos que tienen lugar en la sierra madrileña. Hay un aspecto curioso de esta zona y es que hoy está repleta de pinos, pero en realidad no los había durante la guerra civil, sólo existían arbustos bajos y el monte empezaba a mayor altura. Después del conflicto se produjo la repoblación con hasta tres tipos de pinos: laricio, silvestre y resinero. Muestras de todos ellos hay a lo largo del camino.
El sendero nos lleva a otra pista forestal por la que bajamos hasta llegar a otro cruce de caminos en la que hay nuevos búnkeres y un puesto de mando. A lo largo de este último recorrido son más visibles las trincheras, que han quedado excavadas en las laderas de los montes como testigos de los hechos que ocurrieron en este frente. El Puerto del Alto del León (al que se puede llegar por otra ruta), fue un enclave estratégico durante la guerra, ya que era un lugar de paso entre ambas mesetas y se encontraba a 60 kilómetros de Madrid. Por eso fue un puesto muy disputado.
Aunque la tierra se ha ido acumulando, muchas de las trincheras ellas aún podrían servir para el propósito de parapeto que tuvieron. Caminando llegamos de nuevo al cruce de las Conejeras y aquí podemos terminar nuestro recorrido bajando por la pista forestal.
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