Qué ver en la Toledo árabe y judía

Guía de viaje alternativa de lugares que ver en Toledo durante un día. Nos salimos de los recorridos habituales para visitar la zona judía y algunos restos árabes.
Vista de Toledo | Foto: Pixabay
Vista de Toledo | Foto: Pixabay

La imagen más romántica que ver en Toledo se produce los días invernales en los que la bruma del río Tajo asciende por las calles del casco antiguo de la ciudad para devolverla a tiempos pretéritos. Un recorrido por la que fue capital de hecho de la España visigoda puede darnos para mucho o para poco, según se planee. Aquí, más que una ruta por sus calles, vamos a desgranar algunas curiosidades que nos permitirán conocer un Toledo diferente y más atractivo.

Quién creó Toledo

Toledo fue creada por Hércules. Bueno, en realidad el semidiós griego debió de tener complejo de edil de urbanismo, ya que fue un adicto fundador de ciudades, porque en la geografía española se encuentran varias con este “honor”. En cualquier caso, para los más ortodoxos, baste decir que el primer rastro de vida en Toledo son unos castros celtibéricos junto al río Tajo. Con posterioridad, los romanos conquistaron la ciudad y le dieron el nombre de Toletum. Pero, volviendo a la leyenda, los judíos, que tuvieron en Toledo una importancia capital, siempre aseguraron que el caudillo hispano Tubal fue el fundador de la urbe, emparentado con Noé, el patriarca bíblico.

Pozos de agua en la ciudad de Toledo
Pozos de agua en la ciudad de Toledo | Foto: Beatriz de Lucas Luengo para Viajes de Primera

Entre griegos o judíos, lo cierto es que en el centro de Toledo existen las denominadas “cuevas de Hércules”: subterráneos abovedados con sillería romana que, según cuenta la tradición, albergaron los más increíbles tesoros, entre ellos la mesa de Salomón, que se componía de 365 patas de esmeralda verde. Estas cuevas y estos tesoros fueron origen de otra leyenda, la que atribuye al monarca visigodo don Rodrigo la ruptura de los candados que impedían el acceso al tesoro para beneficiarse del mismo. Este hecho conllevó la derrota de los visigodos contra los musulmanes y la pérdida de España para el cristianismo. Ahora bien, si le preguntamos a un arqueólogo, nos dirá que esta construcción era un depósito del sistema hidráulico romano que transportaba el agua desde la presa de Alcantarilla, recorriendo 38 kilómetros, hasta la ciudad, y que fue construido entre los siglos I y II d. C.

Qué ver en Toledo

Pero el visitante de la ciudad preferirá conocer cuáles son los lugares menos comunes que visitar en Toledo, aunque sea sólo por apartarse de la corriente tradicional de los turistas. Ya sabemos que en el frontispicio de Toledo está escrito el famoso tópico de que es la ciudad de las tres culturas (árabe, judía y cristiana). En este artículo tienes una visita más convencional para ver Toledo en un día.

Iglesia de San Juan de los Reyes

Podríamos seguir desgranado lugares y leyendas de Toledo hasta el infinito. Una de las más repetidas es la que se refiere a las cadenas de la Iglesia de San Juan de los Reyes. Este templo es el más famoso de Toledo (después de la catedral), de estilo gótico y ordenado construir por la reina Isabel la Católica para la orden de monjes franciscanos.

Monasterio de San Juan de los Reyes
Monasterio de San Juan de los Reyes | Foto: Beatriz de Lucas Luengo para Viajes de Primera

El caso es que de su fachada cuelgan diversas cadenas. La tradición asegura que las mismas engrilletaban manos y pies de los cautivos cristianos que el rey Fernando el Católico liberó en Marbella en 1485, durante las guerras para reconquistar la península ibérica.

Detalle de las cadenas en la fachada de la Iglesia de San Juan de los Reyes de Toledo | Foto: David Fernández
Detalle de las cadenas en la fachada de la Iglesia de San Juan de los Reyes | Foto: David Fernández

El barrio judío de Toledo

La presencia judía en Toledo también fue trascendental para la urbe. En tiempos de El Greco (finales del siglo XVI) el número de judíos en la ciudad era casi inexistente, debido a la expulsión de los mismos al final del siglo XV y a la conversión al cristianismo de los que se quedaron. Sin embargo, el pintor se estableció en el barrio en que vivieron los judíos de la ciudad y, dada su personalidad, seguro que no le hubiese importado relacionarse con ellos. Hoy, la judería de Toledo ocupa la zona suroeste, desde la bajada de San Martín hasta la calle de San Torcuato, y se accede a la misma desde el Puente de San Martín.

Lo mejor es adentrarse en el barrio judío para disfrutarlo, aunque señalaremos algunos puntos de interés para tener referencias y no perdernos lo esencial. Para empezar, el monasterio de San Juan de los Reyes del que hemos hablado más arriba, dedicado al mismo santo del que recibe nombre, del que la reina Isabel era devota.

Sinagoga del Tránsito y Museo Sefarad

Sin duda, el edificio más importante es la Sinagoga del Tránsito, una construcción rectangular de estilo mudéjar, ordenado levantar en 1357 por Samuel ha-Leví Abulafia, tesorero y consejero del rey Pedro I de Castilla. Años de propaganda y mala educación nos han traído la imagen de que los judíos siempre han sido vistos con desconfianza en España. La realidad es que la mayoría desempeñaban oficios que los cristianos detestaban, y a los más importantes los propios reyes los tenían a su lado como consejeros. Esta sinagoga es famosa por su interior, donde se encuentra la desconcertante sala de oración. La zona más impresionante es el techo, un artesonado de madera de pino, decorado con piñas e inscripciones en árabe y hebreo.

De Sinagoga del Tránsito en Toledo a Museo Sefardí
Museo Sefardí y Sinagoga del Tránsito | Foto: José María Moreno Santiago para Turismo Castilla-La Mancha

A la salida de la sinagoga del Tránsito, en la que también se encuentra el Museo Sefarad, que alberga una retrospectiva de los judíos en España hasta su expulsión en 1492, podemos acceder a la “Casa del judío”. Se trata de una vivienda que muestra el tipo de vida de los que profesaban esta confesión religiosa en los siglos XIV y XV. Allí podemos admirar el uso de la yesería para adornar la casa, con un patio espectacular donde se representan diversos motivos decorativos. La leyenda dice que esta vivienda perteneció al judío Ishaq, quien prestó dinero a Isabel la Católica para financiar el viaje de Cristóbal Colón con el que Europa descubriría el continente americano.

Sinagoga de Santa María la Blanca

Todavía queda otra sinagoga en la zona, la conocida como de Santa María la Blanca, de finales del siglo XII. Es una construcción curiosa, porque se sabe que funcionó como sinagoga judía, aunque carece de inscripciones hebreas y su arquitectura es de estilo árabe.

Sinagoga de Santa María La Blanca en Toledo
Sinagoga de Santa María La Blanca en Toledo | Foto: Beatriz de Lucas Luengo para Viajes de Primera

Casa Museo del Greco

Al lado del Museo Sefardí/Sinagoga del Tránsito se encuentra la Casa Museo del Greco. Sin embargo, no hay que dejarse engañar por el nombre, pues no se trata de la vivienda que habitó el famoso pintor en sus años de estancia en Toledo. Esta casa museo fue creada por el Marqués de la Vega Inclán (uno de los inventores del turismo en España) a principios del siglo XX con la idea de montar un espacio informativo y cultural sobre el Greco.

En la actualidad, en la Casa Museo del Greco se puede hacer un recorrido por las estancias de una típica casa toledana del siglo XVII, salpicado con alguna información sobre la figura del Greco y con algunos de sus cuadros. Las pinturas más destacables del artista griego es la serie de santos, que están dispuestos en una sala junto con otras creaciones pictóricas de artístas de la misma época que el Greco. Esto permite comparar el estilo tan diferente del pintor cretense y la revolución que porovocó su pintura.

Jardín de la Casa Museo de El Greco | Foto: David Fernández

En lo que fue la capilla de la Casa Museo también se puede disfrutar de otro cuadro de El Greco: el San Bernardino de Siena (1603). Además de la pintura, el cuadro está encajado en el retablo que creó el pintor, pues también era muy apreciado por esta actividad de retablista. Esta obra fue pintada para el colegio de San Bernardino.

Por último, otro elemento destacable de la Casa Museo del Greco son las cuevas inferiores, que es el único resto conservado del palacio de Samuel Leví, un judío muy relevante en la corte del rey Pedro I (siglo XiV), pues fue su tesorero. Las cuevas son una galería abovedada de 2 plantas y constituían el sótano y semisótano del palacio, que funcionaban como almacén y aljibe para los baños rituales. Fuera de las cuevas podemos disfrutar de los jardines de la casa, un reducto de frescor en la calurosa Toledo.

El Toledo árabe

Los árabes poseyeron Toledo durante tres siglos (711-1085) y uno de sus legados fueron los baños (hammam), tanto públicos como privados. Toledo contaba con bastante profusión de estas construcciones, según las crónicas, aunque lo cierto es que se han recuperado pocos, como los baños de Yaix, declarados Monumento Histórico Artístico en 1931. Están cerca de la plaza de las Fuentes, al final de la bajada de la calle Pozo Amargo, frente a lo que hoy es la Plaza del Colegio de Infantes. En 2005, el Consorcio de la Ciudad de Toledo también decidió rehabilitar los baños de Caballel, situados en las proximidades del Colegio.

Caminar por esta zona de Toledo nos dará idea de la influencia árabe en la ciudad, ya que se trata de callejuelas estrechas, como en una verdadera medina. Otra consecuencia de este dominio árabe tan poco mencionado es la múltiple existencia de mezquitas, aunque quedan pocos vestigios de las mismas. La mezquita mayor reemplazó a la catedral visigótica y, a su vez, fue demolida para construir encima la actual catedral gótica. Como ha ocurrido en muchos lugares a lo largo de la historia, los diversos moradores han ido dando diferentes usos a los mismos edificios. En el caso de las mezquitas, tras la derrota de los árabes en la ciudad pasaron a convertirse en iglesias cristianas. Por ejemplo, la Iglesia de San Salvador fue una de ellas, hasta que en 1159 doña Berenguela, mujer del rey Alfonso VII, decidió que debía reconvertirse en templo cristiano tras refugiarse en la misma durante una tormenta.

Dónde aparcar en Toledo

Si vas a Toledo en coche (también se puede llegar en tren desde Madrid) debes saber que entrar en la zona antigua de la ciudad es bastante complicado. Y aparcar dentro del casco histórico es una misión casi imposible.

Mi recomendación es que uses uno de los parkings públicos que se sitúan fuera de la ciudad, pero a menos de 15 minutos a pie de ella. Si no quieres andar mucho (Toledo es un sube y baja de cuestas), el Ayuntamiento de la ciudad abrió hace unos años un conjunto de escaleras mecánicas para acceder a la ciudad.

Los parkings que te recomiendo son el de Safont (Avenida Castilla La Mancha) o el de Azarquiel, al otro lado del río. Se encuentran en la parte Este de Toledo y a muy poca distancia de los principales puntos de interés. Otra opción es el aparcamiento del Paseo Circo Romano, aunque este queda un poco más retirado, al Oeste de la ciudad.

Por supuesto, hay otros parkings dentro de Toledo, pero son de pago. Podrás dejar el coche dentro de la ciudad, pero si pasas allí todo el día puede no ser una buena inversión.

Qué comer en Toledo

La ciudad de Toledo está repleta de restaurantes, hoteles y hostales. Así que este no es un capítulo difícil para ningún visitante. No obstante, hay que tener cuidado a la hora de elegir dónde comeremos. Muchos establecimientos van al asalto del turista y no dudan en cobrar precios desorbitados por los menús que ofrecen.

En cuanto a los platos a probar, el cordero manchego es una de las especialidades, junto con los conocidos como “duelos y quebrantos” de los que ya hablase El Quijote de Miguel de Cervantes. Este plato es tan sencillo, y sabroso, como un revuelto de huevos con chorizo, jamón y tocino (a veces también con sesos de cordero).

Otras referencias interesantes de la gastronomía manchega son las gachas (realizadas con harina de almorta, panceta y ajos) y las migas del pastor, dos platos que sin duda El Greco disfrutó más de una vez. Estas últimas son pequeños trozos de pan duro, humedecidos con agua, fritos en aceite con ajos, panceta, torreznos o chorizo. Una curiosidad: las migas toledanas son blancas y se distinguen de las extremeñas porque éstas últimas suelen tener un color rojizo, ya que se cocinan con Pimentón de la Vera.

Vamos a acabar con la sopa castellana. Un reconstituyente compuesto por cebolla, ajo, calabacín, tomate, pimiento, que se reducen lentamente y se dejan reposar. Al plato resultante se le puede añadir un huevo escalfado, por ejemplo, y la explosión de sabor ya será sublime.

Especial sobre El Greco