Madrid Río: de cicatriz a ribera de unión

El proyecto de Madrid Río es una realidad. El Manzanares, en tiempos barrera entre barrios de la ciudad, ahora es un punto de unión que permite discurrir por su cauce y conocer lugares como el Palacio Real, la Casa de Campo o el parque de San Isidro, entre otros.
Puente de Segovia con los edificios de la Plaza de España, el Palacio Real y la Catedral de la Almudena, al fondo | Foto: David Fernández
Puente de Segovia con los edificios de la Plaza de España, el Palacio Real y la Catedral de la Almudena, al fondo | Foto: David Fernández

Madrid avanza como un lento río, una mezcla de sedimentos que, de vez en cuando, un torbellino remueve y da un empujón. Madrid y su río, el Manzanares, un ingrediente tan importante para la historia de la capital de España y poco conocido. Quizá porque era sinónimo de cicatriz, de separación entre la urbe histórica y el Madrid de extrarradio.

A esta situación se puso punto y final en 2011, cuando se terminó el proyecto de soterramiento de la M-30, la carretera que circunvala el municipio y que recorría la ribera del Manzanares. La obra se calificó de “faraónica” y endeudó al ayuntamiento de la capital en más de 6.000 millones de euros. Sin embargo, los buenos resultados se notan ahora, a pesar de que la deuda sigue lastrando las cuentas de Madrid, imposibilitando otras inversiones.

El Puente del Rey

¿Cómo llegar a Madrid Río? Muy fácil gracias a la red de transportes de la ciudad. Empezamos el recorrido por el Puente del Rey, en la zona norte del Manzanares (ver mapa). Para acercarse hasta aquí lo mejor es el tren, bajándonos en la estación de Príncipe Pío y atravesando la puerta de San Vicente, que nos lleva a la ribera del río. Otra opción para ir a Madrid Río es el metro desde la parada de Lago (línea 10) y caminar por el paseo del Embarcadero para salir al Manzanares. En metro también podemos llegar hasta Príncipe Pío.

El Palacio Real y la Catedral de la Almudena desde el Puente del Rey | Foto: David Fernández
El Palacio Real y la Catedral de la Almudena desde el Puente del Rey | Foto: David Fernández

El puente del Rey se construyó en 1816 y es una de las uniones históricas entre la parte más antigua de Madrid y la Casa de Campo. De este enlace, a parte de la pasarela, sólo quedan seis columnas que formaron parte de la antigua puerta de entrada al parque municipal (y que ya aparecen en el plano de la ciudad que Pedro Teixeira realizó en 1656). La Casa de Campo no siempre perteneció al pueblo madrileño: la compró el rey Felipe II a los Vargas en el siglo XVI, fue coto de la realeza, ya que se integraba con el entorno natural de El Pardo, y hasta 1931 el ayuntamiento no adquirió su propiedad.

A medida que avancemos por el curso del río nos daremos cuenta de uno de los grandes aciertos de su nueva configuración: las diversas pasarelas que unen cada una de las orillas (hay 33 pasos) y, por extensión, barrios que históricamente han estado separados. Si miramos hacia el Sur, la ribera izquierda nos da acceso a un área ajardinada, que casi se extiende hasta el Campo del Moro, en el Palacio Real. En la margen derecha del río, una zona mixta para bicis y paseantes, desde donde se pueden apreciar mejor las vistas al Palacio y a la Catedral de la Almudena. La entrada de la Casa de Campo también nos da acceso a la Huerta de la Partida, un amplio recinto vallado que sirvió para el cultivo de hortalizas que abastecía la casa de los Vargas.

Camino a Segovia

Seguimos paseando por la ribera derecha del río, con cuidado de que ninguna bici nos atropelle (los ciclistas disfrutan de 30 kilómetros de carril), y llegamos hasta el Puente de Segovia, otro de los monumentos históricos que jalonan el Manzanares. Hasta mediados del siglo XX, esta fue una de las vías primordiales para entrar en la ciudad desde el Sur y, como su nombre indica, sirvió para unir Madrid con Segovia, mejorando el comercio entre las dos capitales. El arquitecto Juan de Herrera, el mismo que diseñó el Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, fue el encargado de construir este puente, a las órdenes de Felipe II. Tras diez años, en 1584 el paso entraba en servicio, aunque el puente que hoy se conserva no es el de la época, ya que fue dinamitado en la Guerra Civil (1936-1939). Con posterioridad se construyó el actual, que tiene una calzada más ancha para permitir el paso de vehículos a motor.

Puente de Segovia con los edificios de la Plaza de España, el Palacio Real y la Catedral de la Almudena, al fondo | Foto: David Fernández
Puente de Segovia con los edificios de la Plaza de España, el Palacio Real y la Catedral de la Almudena, al fondo | Foto: David Fernández

Si hay un punto que marca la influencia del Manzanares y que ha sido testigo de la historia de Madrid es este. La zona del Puente de Segovia ha funcionado como línea defensiva en la época de dominio musulmán, motivo por el que se fundó Madrid (Mayrit) en lo alto de la colina circundante; paso privilegiado para conectar la capital con el Noroeste; lavadero; trinchera natural en la Guerra Civil; y ensanche urbano a partir de mediados del siglo XX. Pintores como Goya y fotógrafos de la talla de Alfonso lo han retratado en sus obras, cuando Madrid era una villa, un pueblo grande a pesar de ser capital de un reino.

Madrid visto desde la pradera de San Isidro, por Francisco de Goya | Fuente: Museo del Prado
Madrid visto desde la pradera de San Isidro, por Francisco de Goya | Fuente: Museo del Prado

Y además, desde el Puente de Segovia se obtiene una de las vistas más espectaculares y sugerentes (sobre todo por la noche) del perfil del Madrid moderno. La ciudad se construyó en el siglo IX sobre una meseta con fines defensivos, y el río genera un pequeño valle, una depresión que hoy es difícil de imaginar por la alta urbanización en ambas orillas, pero que hasta el siglo XIX estaban despejadas. Desde esta posición, la Torre de Madrid, el Edificio España, el Palacio Real, la Catedral de la Almudena y la Basílica de San Francisco el Grande son fáciles de divisar y concentran más de 300 años de historia y diferentes estilos arquitectónicos. El Palacio Real es el edificio más destacable, aunque no es el que aparece en los dibujos renacentistas de la ciudad, puesto que ocupa el lugar del antiguo alcázar, que desapareció tras un incendio.

San Isidro

Uno de los aciertos de Madrid Río es que nos permite desplazarnos entre ambas orillas del Manzanares, y los barrios que las forman, gracias a las pasarelas que se han creado con este fin. Una vez pasado el Puente de Segovia nos encontramos con el Salón de Pinos y la pasarela que da acceso al Paseo de la Virgen del Puerto, junto a la zona baja de la Basílica de San Francisco el Grande, otro monumento poco conocido de la ciudad y que alberga en su interior pinturas de los siglos XVII a XIX, de artistas tan renombrados como Goya, por ejemplo.

Un perfil de Madrid, visto desde el parque de San Isidro | Foto: David Fernández
Un perfil de Madrid, visto desde el parque de San Isidro | Foto: David Fernández

Seguimos el curso del río hacia el Sur, jalonado por zonas arboladas para tomar el fresco y resguardarse del sol, y llegaremos a la altura del Estadio Vicente Calderón, hogar del club de fútbol Atlético de Madrid. Desde aquí podemos aprovechar y subir hasta el parque de San Isidro, donde desde hace años se celebran las fiestas del famoso patrón de la ciudad cada 15 de mayo. Se trata de una zona verde especial, delimitada entre dos cementerios. Un lugar ideal para practicar deporte o relajarse y, además, una de las atalayas para tener otra estampa de Madrid.


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Al principio del parque se encuentra un monumento a los yacimientos prehistóricos que se han encontrado en las terrazas del río. Y es que la ribera del Manzanares fue un lugar de asentamiento de los primeros pobladores humanos de la región. Hoy es difícil de imaginar, pero la Comunidad de Madrid (y casi toda España) eran verdaderos vergeles hace cientos de miles de años, por lo que animales y variada flora también campaban a sus anchas por este espacio.

De la prehistoria al Puente de Toledo

Así que el curso del río se remonta hasta la prehistoria. El paso de las centurias fue dejando sedimentos en diversas áreas del Manzanares, ya que sus terrazas fueron un lugar privilegiado para el desarrollo de la vida. Los restos afloraron cuando se empezó a urbanizar Madrid, a partir del siglo XX. La construcción y soterramiento de la famosa M-30 también mostró algunos de estos vestigios, que fueron trasladados al Museo Arqueológico Regional.

Puente de Toledo | Foto: David Fernández
Puente de Toledo | Foto: David Fernández

Podemos volver al río desde San Isidro y seguir su curso hasta el Puente de Toledo, otro de los elementos históricos que marcan el Manzanares y Madrid. A diferencia del de Segovia, este puente es relativamente moderno, ya que data del siglo XVIII y abría el camino que comunicaba Madrid con la capital de Castilla-La Mancha. Hoy no tiene tráfico rodado, por lo que se puede transitar por el mismo con toda tranquilidad y deleite, ya que nos ofrece unas vistas del Calderón, del lento discurrir del río y de los parques adyacentes al mismo que bien merecen una foto. Es posible seguir caminando más allá y entraremos en una zona pintoresca de Madrid Río, con jardines y chorros de agua especialmente pensados para refrescarse, junto a zonas deportivas. En esta parte también se localiza la “playa” de Madrid Río, que sólo funciona en verano y permite a los vecinos refrescarse del duro calor madrileño.

Rutas en bici por Madrid Río

Las bicis son bienvenidas en Madrid Río, un hito en una ciudad en la que el vehículo de dos ruedas está poco cuidado. La ribera del Manzanares a su paso por Madrid es ciclable y los amantes de este deporte disponen de 30 kilómetros para ir a sus anchas, aunque deben compartirlos con peatones, que tienen prioridad.

Ciclismo en Madrid Río | Foto: Ayuntamiento de Madrid
Ciclismo en Madrid Río | Foto: Ayuntamiento de Madrid

Sin embargo, la parte más atractiva es que Madrid Río permite conectar por el Norte con la Senda Real, una ruta de Gran Recorrido (GR-124) que une la ciudad con el municipio de Manzanares El Real, en la sierra, en un trayecto de 47,5 kilómetros. Mientras que por el Sur, atravesando el Parque Lineal del Manzanares, podemos llegar hasta la localidad de Getafe.

El Manzanares, uno de los símbolos de Madrid

El río Manzanares nace en la Sierra de Guadarrama, en un paraje denominado Ventisquero de la Condesa y, desde este punto, recorre 92 sinuosos kilómetros hasta desembocar en el río Jarama. Todo su curso, tanto la parte alta (desde el nacimiento hasta la presa de El Pardo) y su parte baja (desde que sale de Madrid hasta que llega al Jarama) se encuentra especialmente protegida. Sólo su paso por la capital carece de protección, debido a la urbanización de la misma, aunque en los últimos decenios se han ejecutado diversos proyectos para recuperar un río que era decadente a finales de la década de los noventa del siglo XX.

Lavaderos del río Manzanares al principio del siglo XX | Foto: Alfonso
Lavaderos del río Manzanares al principio del siglo XX | Foto: Alfonso

Hoy, el Manzanares a su paso por Madrid presenta un caudal abundante, pero el mismo es consecuencia de un sistema de esclusas que sirven para regular la corriente y dotar de más empaque al río. La realidad histórica más reciente nos muestra que el caudal del río ha sido casi siempre escaso, con mofas sobre este particular de los principales poetas del Siglo de Oro español, como Luis de Góngora o Francisco de Quevedo.

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