Las cuevas de Puente Viesgo

La localidad cántabra de Puente Viesgo es conocida por su turismo de salud, pero si te planteas qué más ver en este municipio, sus cuevas prehistóricas son su principal atractivo. Entre ellas las del Castillo y la Moneda, dos de las más importantes en la península ibérica.
Manos en la cueva de El Castillo | Foto: Sociedad Prehistórica de Cantabria
Manos en la cueva de El Castillo | Foto: Sociedad Prehistórica de Cantabria

Enclavado en la zona más septentrional del histórico valle de Toranzo se encuentra la localidad cántabra de Puente Viesgo, parada obligada a mitad de camino entre Santander y la Meseta castellana. Puente Viesgo atesora cierto renombre, sobre todo en los ámbitos culturales y científicos, por una doble vertiente: como lugar de recuperación física, por la fama de sus aguas termales, y por el descubrimiento a inicios del siglo XX de una de las mayores muestras mundiales del arte rupestre, las cuevas Prehistóricas del Monte Castillo.

A la sombra de la considerada como Capilla Sixtina del paleolítico, la vecina Cueva de Altamira (Santillana del Mar), en cuanto a fama internacional, el Castillo, la Pasiega, las Monedas, la Flecha y las Chimeneas subyacen como testigos del paso de la historia, del quehacer de nuestros ancestros, de lo que fuimos y, en buena medida, de lo que aún somos.

El Castillo

Esta cueva, que toma el nombre del enclave donde está situada, es la más relevante de las cinco. Fue descubierta por Hermilio Alcalde del Río en 1903 y contiene un gran número de manifestaciones artísticas en forma de animales, aunque también existen otro tipo de representaciones cuyo significado se desconoce.

Ciervos, bisontes, toros o cabras decoran sus paredes de caliza, cuyas grietas, formaciones y recovecos fueron utilizados por los artistas de la época para esbozar las siluetas de sus creaciones. El ocre (óxido de hierro) y el negro (óxido de manganeso) inundan su alargada estancia, bien señalada para el visitante, después de sobrepasar un amplio vestíbulo objeto de varios estudios arqueológicos, ya que han aparecido múltiples huesos de animales, utensilios de antaño y piezas de arte mueble que han permitido desentrañar y acercar hasta nuestros días el modo de vida prehistórico. Llaman la atención las pinturas que reflejan manos humanas en negativo, las sucesiones de puntos rojos (se aventura la hipótesis de que pudiera ser un calendario) y otras llamativas figuras aún por descifrar. Junto con las Monedas, es la única accesible para el público.

Las Monedas

Originariamente fue conocida como Cueva del Oso, ya que en 1952, cuando fue descubierta, se encontró un esqueleto de plantígrado de las cavernas. Su actual denominación procede del hallazgo en su interior de un importante botín dinerario, compuesto por monedas acuñadas en la época de los Reyes Católicos. En cuanto a las maravillas que atesora, sobresalen las estampas de caballos, bisontes y renos. Además, una de sus paredes recoge exclusivamente símbolos abstractos.

La Pasiega

Fue descubierta en 1911 y se compone de tres galerías inundadas de pinturas que ilustran la fauna de la época. Del mismo modo aparecen figuras y símbolos con formas geométricas fechadas entre los años 17.000 y 13.000 antes de Cristo (finales del periodo Solutrense e inicios del Magdaleniense).

La Chimenea

Caballos, rebecos y ciervos conviven con grabados en forma de techo de tienda, clavo y otras representaciones efectuadas con los dedos o con buriles. En un recodo de la cueva aparece un impresionante conjunto de cinco ciervos silueteados en negro que sobresale por su excelente trazo, su naturalidad y su dinamismo.

La Flecha

Fue la última gruta en hallarse y no contiene ninguna manifestación de arte rupestre. Su importancia reside en el abundante material prehistórico encontrado en su interior. Como su nombre indica, se descubrieron restos de flechas procedentes de la Edad de Bronce que actualmente se conservan en el Museo de Prehistoria de Santander.

En los últimos años se ha dotado al lugar de un centro de interpretación y de una serie de servicios que facilitan la estancia al visitante y ayudan a comprender el modo de vida de nuestros antepasados.

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