La enigmática biografía de El Greco

En la biografía de El Greco se desconoce casi todo. El pintor tuvo una vida enigmática que le llevó desde la Isla de Creta hasta Toledo.
Retrato que se cree de El Greco
Retrato que se cree de El Greco

Quizá. Esta es la palabra justa que puede definir la vida de Doménicos Theotocopoulos, más conocido como “El Greco”. Porque se sabe poco sobre el camino vital de este pintor excepcional hasta sus últimos años en Toledo. Este genio de la pintura europea nació en 1541 en Candía (hoy Heraclión), capital de la isla de Creta, que pertenecía entonces a la República de Venecia (Italia no existía como estado) y hoy forma parte de Grecia.

Sobre los pasos iniciales del enigmático Greco los documentos son escasos y los diferentes expertos han realizado reconstrucciones fundamentadas en indicios. El primer rastro del que se tiene constancia está fechado el 6 de junio de 1566, en un documento donde El Greco firmó como maestro pintor. El artista se había especializado en la representación de iconos bizantinos, estilo predominante en un área influenciado por la religión católica ortodoxa. Después de este resto documental, silencio hasta la venta de una de sus obras en lotería en Creta durante el mismo año, probablemente como forma de conseguir dinero rápido para abandonar la isla y crecer como pintor.

El Greco deja Creta

La vida de El Greco es una constante interrogante. ¿Por qué se marchó Theotocopoulos de su isla natal? Algunos estudiosos como Fernando Marías opinan que, a pesar de este silencio de dos años hasta que en 1568 el Greco aparece en Venecia, el pintor se siguió formando en su isla natal, perfeccionando su arte en la pintura de iconos bizantinos. No se conoce el taller ni el maestro del artista, pero cuando éste se vio lo suficientemente preparado, decidió abandonar Creta para viajar a la metrópoli. Además, desde Venecia llegaban viajeros y determinadas obras de arte con las que Doménicos vio que existía vida más allá de la pintura bizantina.

Una teoría más romántica y aventurera es la que sostiene José Sánchez Luengo, según la cual El Greco partió de su isla hacia el monte Athos, en Grecia, un lugar famoso por albergar diversos monasterios católicos ortodoxos. Es una explicación plausible porque parte de las obras de El Greco tienen influencias del arte encontrado en esta zona. En este punto es necesario comentar que, aunque las pinturas más conocidas de Theotocopoulos son representaciones de escenas religiosas católicas, el pintor nació en un entorno ortodoxo y casi con toda seguridad mantuvo esta confesión religiosa hasta su muerte.

Siguiendo con la teoría del monte Athos, allí El Greco aprendió la pintura al fresco que se realizaba en los interiores de las iglesias ortodoxas. Esta explicación también sitúa al artista en determinadas regiones de Rumanía y Moldavia, donde se especializó en la técnica miniaturista y las composiciones de los frescos exteriores de las iglesias. Composiciones que después llevaría a sus cuadros toledanos. En definitiva, todo son suposiciones, aunque bien es cierto que la estructura de determinados cuadros, como El entierro del Conde de Orgaz o La alegoría de la Santa Liga, por mencionar sólo dos, coinciden con la que se daba a las pinturas en tierras moldavas, en forma triangular con el Pantocrátor en la parte superior de la obra.

El Greco en Venecia y Roma

Si dejamos las elucubraciones para volver al rastro histórico, nuevos documentos sitúan al artista en Venecia en 1568. Este es el otro punto de inflexión en la vida de El Greco, puesto que en Venecia accedió al taller de Tiziano, que había creado escuela en la técnica del escorzo y en el estudio de la figura humana en movimiento. Aquí estará una de las claves de la pintura posterior del artista. Hasta entonces, El Greco contaba con un estilo estático, en el que se representaban figuras planas, como es el arte bizantino. Después de su influencia por la escuela de Tiziano, el pintor aprendió la representación real del cuerpo humano.

En Venecia, el Greco debe empezar de cero nuevamente y también se empapó del uso de los colores gracias a los talleres de Tintoretto y Veronés. Como ejemplo, El Expolio, con el rojo de la túnica de Jesús en el cuadro como protagonista.

Y de Venecia a Roma. Nuevamente hay que hacerse la pregunta sobre por qué emigró de una ciudad a otra. Tampoco hay respuestas claras, aunque se supone que el polo de atracción de Roma como gran urbe, donde se concentraba el poder y la posible clientela debió de ser una razón de primer orden. En Roma, el Greco realizó el examen de miniaturista para poder ejercer la profesión en la ciudad. Además, al conocer la técnica del fresco, en 1572 colaboró en la decoración de la Sala Hércules, en la Villa Farnesio. El Greco aprovechó que la vida no le trataba mal para abrir un taller, contratar un ayudante y empezar a tejer su red de contactos españoles.

El Greco llega a España

Tampoco se conoce cómo llegó El Greco a España, pero se intuye. En Roma, Doménicos mantenía buenas relaciones con el círculo de españoles que frecuentaba la embajada en la ciudad italiana. Además, el pintor conocía a Orsini, que era el bibliotecario de Alejandro Farnesio. Algunos autores consideran que en este ambiente, El Greco entabló amistad con el monje Benito Arias Montano, que a su vez era bibliotecario del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial (Madrid), que se estaba construyendo en esas fechas. Otros, como el catedrático Marías, estiman que El Greco conoció a Luis de Castilla en Italia, quien después le ayudaría a introducirse en la vida madrileña y en la corte de Felipe II.

El sueño de Felipe II o Alegoría de la Santa Liga
El sueño de Felipe II o Alegoría de la Santa Liga

En cualquier caso, en 1576 tenemos al Greco en España, donde desarrolló el resto de su vida profesional y vital. De esta época es de la que mayor número de documentos existen, sobre todo legales, por los numerosos pleitos que mantuvo el artista para defender el valor económico de sus pinturas. Si seguimos la teoría de que llegó a España de la mano de Arias, esto le sitúa en el Monasterio del San Lorenzo de El Escorial, un centro artístico del siglo XVI y parte del XVII. Otra línea, apuntada por Marías, es que el Greco vivió sus primeros años en España entre Toledo y Madrid.

El Greco no era tonto y, una vez en España, su interés fue el de acercarse al rey Felipe II, para lo que pinta el cuadro de la Alegoría de la Santa Liga. Al monarca no acabó de agradarle del todo. Sin embargo, algunos años después se le encargó El Martirio de San Mauricio, una obra excepcional. Pero el rey no terminaba de asimilar el estilo del pintor, a pesar de que ya empezaba a ser reconocido.

La vida de El Greco en Toledo

Con todo, El Greco se instaló en Toledo, según se desprende de los contratos para pintar sus obras, como condición indispensable para conseguir sus encargos. Su morada se encontraba en las casas del Marqués de Villena, donde vivió de alquiler. Y consigue el primer encargo de la catedral de Toledo, el cuadro de El Expolio, la más importante de España en ese momento. Este paso era fundamental para iniciar su carrera profesional en la ciudad, ya que la catedral abría puertas con muchos clientes.

El Expolio de Cristo
El Expolio de Cristo

Es curiosa la historia de cómo llegó el pintor a este encargo. El trabajo de El Expolio para la catedral esconde una estrategia dirigida a conseguir que Theotocopoulos se convirtiese en pintor de referencia en Toledo. La cuestión es que se le encargó el trabajo y se acordó una suma por él. Pero cuando acabó la obra, ya con Quiroga como nuevo cardenal, la tasación de la pintura fue mucho menor de lo estipulado con anterioridad. El Greco decidió pleitear para cobrar lo que era justo. Al final cedió en la tasación, pero los encargos catedralicios fueron disminuyendo con el paso del tiempo.

El hecho es que algunos han visto en los pleitos de El Greco un espíritu soberbio, orgulloso y autosuficiente. Probablemente sea todo lo contrario. El griego había salido de una isla en mitad del Mar Mediterráneo, atravesado mares llenos de piratas y con el constante peligro de las flotas turcas, rehecho su vida en Italia y acabado en España. Es decir, el bagaje vital y profesional de Theotocopoulos era grande y él era sabedor de su genialidad y de que pintaba algo totalmente diferente a lo que se estilaba en la época (El Greco también fue arquitecto). Y quería hacer valer su trabajo y su arte.

Los años finales de El Greco

En Toledo, el Greco mantuvo una relación sentimental con Jerónima de las Cuevas. Para la moral pacata y ultracatólica de la época, esta relación fuera del matrimonio tuvo que ser llamativa. Theotocopoulos y de las Cuevas no se casaron nunca, pero tuvieron un hijo: Jorge Manuel Theotocopoulos.

Antes de entrar en su periodo de decadencia vital y profesional, en 1588 el Greco termina El entierro del señor de Orgaz, que la mayoría de expertos consideran su obra cumbre. El pintor llega a este cuadro por un encargo de la Iglesia de Santo Tomé, dónde se encontraba enterrado el conde. La pintura debía ornamentar la iglesia. Al término de la misma, el cuadro se valoró en 1.200 ducados. Son varios los que hablan sobre el derroche de El Greco. Sin duda, el pintor, en su época toledana, ganó dinero, ya que muchos de sus encargos venían de personas poderosas y acomodadas, que deseaban que el artista les retratase. Sin embargo, a su muerte, en 1614, el inventario de bienes que hizo su hijo era muy escaso, lo que da idea de que lo que el Greco ganó, lo disfrutó en vida.

El entierro del señor de Orgaz
El entierro del señor de Orgaz

Para saber más sobre la vida de El Greco

Son muchas las biografías y libros sobre la vida de El Greco. Nosotros vamos a recomendar dos. Por un lado, el excepcional trabajo de Fernando Marías, catedrático de Historia del Arte en la Universidad Autónoma de Madrid, y experto en el pintor. Por otra parte, un breve libro de José Sánchez Luengo, que da una visión más heterodoxa del artista cretense, pero basada en las opiniones e investigaciones de otros expertos:

Especial sobre El Greco

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