Consejos para hacer el Camino de Santiago a pie

Cada persona realiza un Camino de Santiago diferente, pero hay unos consejos básicos, si vas a pie, para llegar hasta el santo y a Finisterre de forma cómoda y disfrutando.
Hito que indica por dónde discurre el Camino de Santiago | Foto: Turgalicia
Hito que indica por dónde discurre el Camino de Santiago | Foto: Turgalicia

No son pocas las personas que planean recorrer el Camino de Santiago durante sus vacaciones. Así que, en lugar de hablar sobre el camino en sí, vamos a centrarnos en lo más importante: cómo hacerlo y qué hay que tener en cuenta para que el trayecto sea estupendo con unos consejos esenciales y nos permita llegar hasta Santiago de Compostela, donde acaba el Camino.

En primer lugar, el Camino de Santiago es un recorrido de introspección personal. De crecimiento y autodescubrimiento. Es un camino eminentemente espiritual, lo que no quiere decir que sea o tenga que ser religioso. Pero también es un camino de convivencia, porque por mucho que uno pretenda cerrar filas sobre sí mismo y meditar, el recorrido es duro, en ocasiones muy duro y la ayuda, el apoyo y la compañía de los demás peregrinos, que muchas veces serán compañeros de viaje durante unos minutos o unas horas, se hace indispensable. Y creo que es precisamente esa convivencia una de las mayores aportaciones del camino. Es lo que al final más nos enriquece: conocer gente de todo tipo y de todos los lugares del mundo. La nota común es la buena disposición de los demás peregrinos, su buen humor, su compañerismo y su alegría.

Qué hay que saber para realizar el Camino

Lo más importante es el itinerario. Es necesario seguir tres tipos de señales. Las flechas amarillas, que en ocasiones pueden ser muy pequeñas, así que hay fijarse muy bien. Los hitos verticales, también amarillos, y los hitos de piedra, con la cocha esculpida, el nombre del lugar y el número de kilómetros que separan ese punto de Santiago de Compostela. Normalmente, los hitos de piedra se encuentran cada 500 metros, aunque depende mucho del municipio. Nunca te puedes fiar con seguridad. Además, es importante señalar que el último hito del Camino marca una distancia de 12 kilómetros hasta Santiago, pero desde ese punto hasta la catedral se recorren más de 20 kilómetros. Y esto hay que tenerlo muy en cuenta para calcular las fuerzas a la hora de andar.

También hay que señalar que en muchos puntos el Camino no está claramente señalizado, bien porque no hay indicaciones, porque algún genio ha decidido hacer obras en el punto concreto que atraviesa el Camino; porque debido al clima ya no queda ningún camino que seguir y hay que variar la ruta; o, lo peor de todo, porque los albergues privados de la zona han pintado su propio itinerario con flechas también amarillas. Lo cual no sólo lleva a error, sino que debe de ser hasta ilegal, pero allá cada uno con su ética personal.

En cuanto a la comida, es importante ser consciente de que los establecimientos a lo largo del Camino de Santiago no están ahí para generar una clientela fija, sino para atender la necesidad puntual de un peregrino que sólo pasará por allí una vez, por lo que la calidad y el precio se ven muy afectados por la demanda. Es decir, los productos suelen ser mediocres y bastante caros, por lo que recomiendo dos cosas. Primero, que cada uno compre lo que crea que puede consumir durante el trayecto en los supermercados de la zona; o bien, si los pies lo permiten, alejarse un poco de la ruta por la que discurre el camino y buscar bares y restaurantes en los que sí sea posible disfrutar de una buena comida, por un precio decente.

El alojamiento. Lo normal es que uno madrugue como no lo ha hecho en su vida y haga el Camino a toda velocidad para llegar al albergue oficial y encontrar sitio. Esto es incompatible con la posibilidad de disfrutar del trayecto, ya que el peregrino no puede detenerse a hacer fotos o a descansar con libertad. Si no hay sitio en el albergue gratuito, se hace indispensable buscar en los demás albergues o casas de acogida, por lo que la recomendación es hacer reservas con antelación en los pequeños hoteles que hay a lo largo del Camino. En el mapa incluimos nuestra selección personal. El precio suele ser muy económico y además disponen de baño privado y desayuno incluido, lo cual es también un ahorro. Y además, si se viaja con mascotas, no suelen poner ningún problema.

Por último, la salud. Siempre se escucha eso de ponerse dos pares de calcetines para evitar rozaduras y otras recomendaciones del mismo tipo. Pero las rozaduras no son lo peor que nos puede pasar en el Camino. Si las zapatillas o botas son viejas y uno las tiene “domesticadas”, no tiene por que haber rozaduras, lo mismo que si son de nuestro número, es decir, no dejan huecos a los lados y se adaptan al pie de forma agradable. En ese caso, no habrá rozaduras ni ampollas. Si las hubiere, lo mejor son los esparadrapos, limpiando la ampolla si es que ya ha salido. Lo que sí suele ocurrir son los calambres, las torceduras, las tendinitis y otros problemas musculares. Para todo esto recomiendo llevar pomadas específicas, porque a lo largo del Camino casi no hay puestos de socorro y las farmacias no están muy por la labor de atender peregrinos heridos.

Lo mejor que se puede hacer es emprender el Camino despacito, obviando los mapas que marcan el itinerario en función de etapas (ya que cada uno marca su propio kilometraje), sin prisa, realizando todas las paradas necesarias y disfrutando mucho del paisaje y de la buena compañía.

Breve historia del Camino de Santiago

Cuenta la historia que los discípulos que habían estado con Santiago el Mayor en Hispania, donde el santo había predicado, al morir el apóstol decapitado en Jerusalén, robaron el cuerpo que Herodes Agripa había prohibido enterrar. Lo trasladaron oculto hasta una barca sin remos ni piloto que esperaba en el mar. Teodoro y Atanasio, gracias al favor del viento, navegaron con el cadáver durante 7 días hasta llegar a las costas gallegas de Iria Flavia. Allí enterraron al santo en un compostum o cementerio, en un bosque llamado Liberum Donum, con un altar sobre el arca de mármol. Y ahí quedó la cosa hasta que el eremita Pelayo, en 813, dijo ver destellos y resplandores en el lugar. Y nombraron al lugar Campus Stellae, de donde procede el nombre actual: Compostela.

El eremita informó al obispo, un tal Teodomiro, quien avisó al rey, Alfonso II el Casto. Descubrieron allí los restos del santo y su lápida, se proclamó al apóstol patrono del reino y se le construyó un santuario, que hoy es la famosa catedral. A partir de ese momento, los milagros y apariciones pusieron de moda al santo que se convirtió en patrón de la Reconquista.

En el siglo XI se consolidó como centro de peregrinación para toda Europa. Gracias al Papa Calixto II se consiguió el jubileo pleno del año santo y gracias a Alejandro III se convirtió en algo perpetuo, desde entonces Santiago de Compostela es ciudad santa y el año santo se celebra siempre que el 25 de julio es domingo.

El ritual del Camino

La idea que da forma al Camino de Santiago es peregrinar hasta la propia catedral de Santiago de Compostela durante cien kilómetros, andando o a caballo, o bien durante 200 kilómetros en bicicleta. La consigna es sellar una especie de pasaporte, cuyo último lugar de expedición es Sarria, y en el que se hace necesario imprimir un mínimo de dos sellos diarios. Uno a medio camino y otro al llegar, pero se puede sellar tantas veces como uno quiera. La sugerencia es que se selle en las iglesias, pero a la vista de que el 95% de ellas están cerradas a cal y canto, sea la hora que sea, no hay más remedio que sellar en bares, cafeterías, hostales, albergues y demás sitios públicos. Incluso también es posible, aunque ocurre poco, en algún ayuntamiento.

Después, en Santiago hay que ir a la oficina del peregrino y dar fe de que se ha hecho todo el recorrido correctamente, pasaporte en mano. A continuación hay que rellenar un documento con los datos personales y la famosa “pregunta trampa”, que es la de los motivos para realizar el Camino. Si uno tiene ilusión por llevarse la Compostela original, debe marcar la casilla de “religiosos” al margen de los verdaderos motivos de su viaje. Si no se admite que el Camino se ha hecho por motivos religiosos, especialmente católicos, te expedirán un folio con unas palabras de bienvenida y listo. A ningún otro ser que no sea humano se le expide el documento, ya que la Iglesia sostiene que sólo el hombre tiene alma… así que ni lo intentéis.

Las misas son cuatro: a las 10 horas, a las 12 h., a las 18 h. y a las 19h. Lo del botafumeiro, es decir, el incensario gigante que ahúma la catedral, sólo funciona si un grupo de peregrinos paga el canon, por lo que el hecho de que lo encuentres o no en una misa obedece a la suerte. Que nadie madrugue para verlo porque no está garantizado. Y todo el trámite funciona a base de limosnas.

Las tradiciones posteriores

Cuando uno ya ha cumplido y tiene la Compostela en la mano, ha ido a misa, ha cruzado el pórtico de la gloria y sus pecados han sido perdonados e incluso ha ido a abrazar al santo, sólo le queda la parte romántica del ritual. Ahora hay que seguir andando, otros 98 kilómetros, hasta Finisterre, uno de los lugares que se consideraban el fin del mundo, donde se llevan a cabo los rituales de purificación. El primero de ellos consiste en bañarse en la playa de Langosteira, en la Costa da Morte, como símbolo de la purificación del cuerpo y ya de paso, el peregrino se quitaba un poco el sudor y la mugre del camino… que no iba mal. En segundo lugar, se queman las ropas, en principio para deshacerse de lo material y dar paso a la nueva vida, libre de pecado, con el fuego, como se hace en la noche de San Juan. Por último, ver la puesta de sol, como símbolo de muerte y resurrección.

Lo que hay que llevar

Esto es muy fácil: lo mínimo posible. Si uno no es aficionado a andar y a desplazarse como los caracoles, con la casa a cuestas, le parecerá que con lo que cabe en una mochila en un par de días será un “guarrigrino”, más que un peregrino. Será así, pero todo el mundo va igual. Y al final, la ropa se puede lavar en el mismo lugar en el que se pasa la noche. Incluso a veces hay lavadora y secadora. Y aunque uno se pase el viaje entero, como una foto, siempre con la misma ropa, la espalda y los pies, lo agradecerán mucho. El botiquín es imprescindible con esparadrapo, Betadine, aspirinas y pomadas para los golpes, los tirones, la tendinitis… Nada de tiritas, ni Mercromina, ni cosas por el estilo.

Frutos secos, chocolate, barritas de cereales… cosas pequeñas que proporcionen energía rápida. Y una navaja para cortar el embutido, el pan, el queso… Una cámara de fotos y unos prismáticos pequeños. Nadie se da cuenta de esto hasta que está andando. Y, sobre todo, ropa de abrigo para la noche y un impermeable, capaz de cubrir también la mochila.

Hay muchos y diversos caminos. De hecho, cada uno puede dibujar su propio camino, pero lo más cómodo es seguir uno de los que ya están trazados, por ejemplo el de la Plata, desde el sur de España, o bien el Francés, desde Roncesvalles. En cualquier caso, el trayecto mínimo es desde Sarria.

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