San Juan de Acre: tras los pasos templarios

En este artículo contamos qué ver y hacer en San Juan de Acre, una de las ciudades habitadas más antiguas del mundo. Acre es famosa por sus restos templarios de las conquistas de los cruzados, musulmanes y otomanos.
Interior de la fortaleza. Foto de: ONTI
Interior de la fortaleza. Foto de: ONTI

La ciudad de San Juan de Acre, Akko en hebreo, se encuentra en la cima del promontorio que hay al norte de la Bahía de Haifa, en Israel.  Es una ciudad muy antigua, de hecho, podemos remontarnos al período helenístico o a los mismos romanos, quienes la convirtieron en uno de los puertos principales del Mediterráneo. Pero, sin duda, el momento histórico más interesante de la ciudad y por lo que se hizo más famosa, fue el de los cruzados. Akko estaba protegida por la muralla que construyeron los romanos y situada junto a un puerto de aguas profundas, lugar idóneo para que se establecieran los caballeros de la Orden del Temple durante sus incursiones a Tierra Santa.

Los cruzados fundaron el reino latino de Jerusalén en 1099 y, para reforzar la seguridad de su reino, empezaron a construir un sofisticado y complejo sistema de fortificaciones, murallas y torres a todo lo largo de Acre siguiendo el mar, desde el este hasta el sur, ya que al oeste y al norte existía una muralla anterior que, en aquellos tiempos, debía ser doble. Aunque también es cierto que todo fue inútil cuando llegaron los musulmanes, quienes, poco después de la victoria en la batalla de los Cuernos de Hittin (1187), evacuaron la ciudad y la entregaron a Saladino.

Panorámica de San Juan de Acre. Foto de: ONTI
Panorámica de San Juan de Acre. Foto de: ONTI

Pero los cruzados cristianos no se iban a rendir tan fácilmente y sitiaron la ciudad en 1188, aunque no tuvieron éxito a la hora de derribar las murallas que ellos mismos habían construido y no recuperaron Acre hasta 1191, cuando los musulmanes la entregaron a Ricardo Corazón de León y al rey francés Felipe Augusto, líderes de la tercera cruzada. De esta forma se inicia el gobierno cruzado de Acre durante los siguientes 100 años, convirtiéndose en la capital política y administrativa del reino, ya que Jerusalén aún quedaba en manos de los musulmanes. Además, Acre era el nexo de unión entre Tierra Santa y la Europa cristina.

El palacio o castrum de los cruzados estaba al norte de la ciudad, protegido por las murallas. Cerca del puerto, los comerciantes del ejército, conocidos como comunes, se establecieron provenientes de Venecia, Pisa y Génova. Cada cuartel tenía su propio mercado con almacenes y tiendas e incluso pozos para las familias de los mercaderes. Había también centros para varias órdenes militares y otros muchos edificios públicos como iglesias y hospitales. A principios del siglo XIII se fundó un nuevo cuartel residencial, llamado Montsmusard y a mediados de siglo, Luis IX de Francia, fue el mecenas de la ciudad y la convirtió en un lugar próspero.

En la última batalla entre cruzados y musulmanes, que tuvo lugar en 1290 tras un largo asedio por parte de los mamelucos, una parte de la muralla norte fue derribada y la ciudad fue conquistada el 18 de mayo de 1291. Esta fecha marca el final de presencia cruzada en Tierra Santa. Y lo peor es que la mayoría de los edificios de los cruzados fueron destruidos durante los siglos XVIII y XIX, cuando Acre fue parte del imperio otomano.

Vestigios de los cruzados en San Juan de Acre

Las ruinas del período de los cruzados se descubrieron en Acre en los años 50 y 60 del siglo XX. Por ejemplo el campamento de los Hospitalarios, situado en la parte norte de la ciudad vieja. El complejo tenía cerca de 4.500 metros cuadrados, con pasillos y amplias habitaciones construidas alrededor de un patio central. Las paredes eran muy gruesas y fueron construidas con kurkar (piedra local de arenisca) y el complejo fue fortificado con murallas de piedra. Hay amplias aberturas en las paredes del patio que conducían a los pasillos y a los cuartos que lo rodean. Había también una escalera bastante ancha, de unos 4 metros y medio que llevaba desde los arcos del patio hasta el segundo piso. Una extensa red de conductos de desagüe llevaba el agua de lluvia desde el patio hasta una alcantarilla principal. En la esquina al sudoeste del patio estaba el pozo de piedra que garantizó el abastecimiento de agua a los residentes.

Interior de la fortaleza. Foto de: ONTI
Interior de la fortaleza. Foto de: ONTI

Al sur del patio también hay un hall conocido como la Cripta de San Juan. Es de estilo gótico, rectangular con un techo muy alto, tiene además  varias chimeneas, que indican que debió servir como cocina y comedor. Además en dos esquinas del hall hay talladas en piedra, flores de lis, símbolo de la familia real francesa. Al sur del propio hall hay una especie de edificio llamado al-Bosta en el que hay un largo pasillo con varios embarcaderos. Lo cierto es que este edificio subterráneo sí parece ser la cripta de San Juan sobre el que fue construida la propia iglesia y que fue descubierta durante las excavaciones.

Al  norte del patio central hay un pasillo muy largo, paralelo a los pasillos subterráneos, conocido como La sala de los caballeros. En un lado están las puertas que dan al patio y en el otro hay ventanas y una puerta que da salida a una de las calles principales de la ciudad de los cruzados. Estos eran los barracones de los Hospitalarios.

Al este, los pilares del pasillo evidencian que esta parte debió ser utilizada como hospital, sobre el cual es probable que estuviera el palacio de cuatro pisos que representan algunos dibujos contemporáneos. La mayoría de los edificios en el lado occidental del patio permanecen aún sin desenterrar. En la parte norte de esta zona había un baño público, con 30 cubículos en cada  piso. También se encontró un avanzado sistema de alcantarillado para las aguas residuales bajo estos edificios.

Otro ejemplo, son las calles de la ciudad cruzada, aunque sólo han sido descubiertas algunas de ellas. En la actual ciudad vieja, está el cuartel de Genoese y allí hay una porción de 40 metros, expuesta al público, va de este a oeste y tiene 5 metros de ancho. A ambos lados están los edificios, cuarteles y las salas que hacían las veces de tiendas. En el cuartel templario al sudoeste de la ciudad hay otra porción de calle descubierta, era una de las calles principales que conducía al puerto. Varios edificios cruzados a lo largo de esta calle fueron enterrados por las construcciones otomanas posteriores.

Interior de la ciudad vieja. Foto de: ONTI
Interior de la ciudad vieja. Foto de: ONTI

La localización de las murallas es algo bien conocido gracias a los detalles de los mapas contemporáneos que han sobrevivido. Algunas de ellas están enterradas bajo los edificios otomanos y otras fueron dañadas por las construcciones modernas. Cerca de la esquina noroeste de las fortificaciones otomanas aún se mantiene una porción de las cruzadas, de piedra arenisca (kurkar). Muy cerca, hacia el este, hay una parte de la esquina de la torre construida también con unas piedras kurkar muy grandes y que tiene casi 6 metros. Justo frente a la torre hay un foso de 13 metros de profundidad, protegido por otra pared en el lado opuesto, que pertenece a la fortaleza externa y que fue construido en el siglo XIII para proteger el nuevo cuartel de Montmusard. Es probablemente la torre veneciana que se observa en los mapas del período cruzado.

En la costa, a unos 750 metros hacia el norte de la ciudad vieja hay restos de los fosos de la construcción de una torre circular con una pared que se extiende hacia el éste de la misma y que hoy están cubiertos por el mar. Se supone que es la torre redonda que estaba sobre el extremo occidental de la muralla que rodeaba el cuartel de Monstmusard.

PROTECTORES DE LOS CAMINOS

La Orden de los Templarios fue fundada en Jerusalén en 119 por Hugo de Payns y otros ocho caballeros franceses, con el nombre de pobres caballeros de Cristo. Su misión era proteger a los peregrinos que acudían a los Santos Lugares. Más tarde, el rey de Jerusalén, Balduino II, los instaló en un palacio cercano al antiguo templo de Salomón, por lo que cambiaron su nombre por el de caballeros del Temple.

Durante la época de las Cruzadas, los templarios participaron muy activamente en la defensa de Tierra Santa, donde poseían numerosas fortalezas. Al mismo tiempo actuaron como banqueros de los peregrinos, por lo que obtuvieron grandes riquezas. Al ser expulsados los cristianos de Palestina, los templarios se retiraron a Chipre. En la península Ibérica se establecieron durante el siglo XII. A la muerte de Alfonso I el Batallador fueron nombrados herederos, junto con otras órdenes militares, del reino de Aragón; a cambio de su renuncia a la herencia recibieron diversas fortalezas. Todo ello contribuyó a que el predominio económico y social de los templarios fuera cada vez en aumento.

En Francia, los templarios se habían convertido en banqueros de los reyes. Felipe IV el Hermoso, dedicado a apoderarse de sus bienes, convenció al papa Clemente V de que iniciase un proceso contra los templarios, acusándolos de impiedad (1307). El gran maestre de la orden, Jaques de Morlay, y 140 miembros fueron arrestados. Considerados inocentes en el Concilio de Vienne (1311), Clemente V disolvió la orden y creó una comisión que reemprendió el proceso. Fueron condenados a prisión, pero el consejo real de Felipe IV los sentenció a muerte por relapsos (reincidentes en los pecados de los que habían abjurado). El rey se apoderó de sus bienes mobiliarios y entregó sus posesiones a los hospitalarios. En los otros países europeos no prosperaron las acusaciones, pero, a raíz de la disolución de la orden, los templarios fueron dispersados y sus bienes pasaron a la Corona o a otras órdenes de nueva fundación.

QUÉ COMER

Existen infinidad de ricos y sabrosos platos capaces de complacer al más exigente. Falafel, humus, ensaladas recién hechas con los incomparables productos de la tierra, naranjas de Jaffa. Sus vinos son internacionalmente conocidos. Una peculiaridad: muchos de los restaurantes en Israel observan los preceptos de la ley judía. Los alimentos permitidos se llaman: kosher. No dejéis de probar un falafel en los puestos callejeros.

200 AÑOS DE CRUZADAS

La primera cruzada: 1096-1099. Estaba integrada, por un lado, por la cruzada de los pobres (que reunió desorganizadamente a mucha gente humilde) al mando de Pedro el Ermitaño y que fueron masacrados. Por otra parte estaba la cruzada de los príncipes, mejor organizados y que tomaron Jerusalén creando después cinco estados feudales.La segunda cruzada: 1147-1149. En un principio fue organizada por Bernard de Claravaux con ayuda de Luis VII de Francia y el emperador germano Conrado III, pero sin buenos resultados. Los turcos reconquistaron Jerusalén en 1171 gracias a Saladino, sultán de Egipto y Siria. Todo se precipitó por la acción de Reinaldo de Châtillon y sus fechorías, llegando incluso a asesinar a la hermana de Saladino, quien juró vengarse y derrotó a los cristianos en la batalla de Cuernos de Hittin.La tercera cruzada: 1182-1192. Convocada por el papa Gregorio VIII y liderada por Federico Barbarroja, Ricardo I de Inglaterra y Felipe II de Francia. Ricardo Corazón de León logró apoderarse de Acre al frente de la cruzada y firmó una tregua con Saladino. El resultado otorgó a los cristianos el acceso a Jerusalén y el resto de los lugares sagrados.

La cuarta cruzada: 1202-1204. Esta cruzada fue contra Egipto, por el mar y sin príncipes ni reyes. Organizada por el papa Inocencio III, sufrió una confabulación que la desvió hasta Constantinopla. En Bizancio instalaron al mando a Alejo IV a quien fue depuesto Alejo V y se inició una batalla entre cristianos que daría poder a los turcos en 1453.

La cruzada de Albigensian: 1208. Organizada por el Papa Inocencio III contra el hereje Albigensian al sur de Francia.

La cruzada de los niños: 1212. Organizada por Esteban de Vendôme y Nicolás de Koln. Un buen grupo de jovencitos llegaron a Marsella, donde algunos regresaron a casa y otros fueron vendidos como esclavos.

La quinta cruzada: 1218-1221. Fue obra de Inocencio III y se llevó a cabo con la intención de conquistar Egipto, pero fracasó.

La sexta cruzada: 1228-1229. Esta  se llevó a cabo sin permiso papal y fue realizada por Federico II, emperador del Sacro Imperio Romano Germano. Logró reconquistar Belén, Nazareth y Jerusalén, convirtiéndose en su rey por decisión personal, aunque Jerusalén fue nuevamente ocupada por los musulmanes.

La séptima cruzada. La toma de Jerusalén motivó la Séptima Cruzada, organizada por el rey Luis IX de Francia, contra la ciudad egipcia de Damietta, pero fue un fracaso rotundo, culminando con su líder prisionero en la batalla de El Cairo.

La octava cruzada: 1270. Luis IX, una vez en libertad organizó esta cruzada.

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