La labor de investigación realizada por los periodistas Josep Guixá y Manuel Trallero en Pujol, todo era mentira (Editorial Almuzara, 2019) es absolutamente encomiable y clarificadora. Partiendo de las memorias que escribió el propio Jordi Pujol, Guixá y Trallero van desmontando de forma milimétrica las afirmaciones de uno de los principales prebostes del nacionalismo catalán.
Y para desmontar a Pujol, y la imagen que él mismo se ha creado a través de su autobiografía, los autores apoyan cada desmentido en datos. Desde entrevistas con personas que compartieron con Pujol hechos de su propia biografía hasta legajos y documentos de diferentes archivos repartidos por España. Es decir, no estamos ante un libro de opinión en el que Guixá y Trallero hayan elucubrado. No, Pujol, todo era mentira es un desenmascaramiento documentado del personaje desde su infancia hasta sus primeros años de militancia política. Hoy diríamos, en este lenguaje anglosajón tan de moda, que los autores han realizado un fact-checking a la biografía de Pujol. Y el alumno no ha aprobado.
De esta manera, en el libro se cuenta el origen de la familia de Pujol en el interior de Cataluña. Los problemas financieros de su abuelo y de su padre. La dedicación del progenitor de Pujol a la especulación en la Bolsa de Barcelona para generar un capital. Sus tejemanejes con el cambio de divisas a principios del siglo XX. Y también sus problemas con la justicia franquista por delitos de evasión de capitales en la década de 1950.
Guixá y Trallero, siempre citando sus fuentes y referencias, abordan otros aspectos de la vida de Jordi Pujol. Por ejemplo, la creación de Banca Catalana. Su trabajo en la empresa farmacéutica de la que su padre era accionista. Las crisis religiosas y espirituales de Pujol, sus conexiones con el Opus Dei o su educación en el colegio alemán de Barcelona en los años 30 del siglo XX, en pleno auge del nazismo. Cómo no, los autores alcanzan al inicio de su actividad política, discutiendo algunos aspectos oscuros de los primeros hechos que forjaron la imagen de lucha contra el franquismo y por la democracia de Jordi Pujol.
En definitiva, la obra de Guixá y Trallero muestra las falsedades del discurso que Jordi Pujol se ha fabricado sobre sí mismo. Por supuesto, Pujol tiene el beneficio de la presunción de inocencia, pero los datos y pruebas que aportan los dos autores son muy significativos y de difícil contestación. No ayuda nada, para el tribunal de la opinión pública, que es el que aquí nos ocupa, los procesos judiciales, todavía abiertos, en los que Pujol y su familia se han visto envueltos por presuntos delitos fiscales y monetarios.