Vivir la Historia en el presente tiene la desventaja de no poder contextualizar los hechos y obtener lecciones que nos sirvan para el futuro. En diciembre de 2009, Grecia se enfrentó a la quiebra económica y financiera de su Estado, producto de la desidia y la mala gestión de sus políticos, que terminó con un rescate orquestado por la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional, la temida troika. Sin embargo, lo que se decidió en ese rescate no fue el futuro de los griegos, sino el fin de una Europa y unos valores que se habían construido desde el final de la II Guerra Mundial y que venían de mucho antes. Por ello, Las cuatro estaciones de Atenas (editorial Libros del K. O.) es un golpe en la boca del estómago para recordarnos los bienes que los europeos hemos perdido en estos cinco años de travesía del desierto.
El libro de Mariangela Paone, periodista italiana con residencia en España y que colabora con el diario El País, deja el regusto de que todo lo que se ha hecho en Grecia durante los últimos años ha sido un experimento para ver hasta qué límite se puede llevar a una sociedad y cuál es su respuesta. Bajo términos como rescate financiero se esconde el otorgamiento de un megacrédito que el país deberá devolver en el futuro con intereses, lo que hipoteca las políticas que se puedan realizar dentro de unos años y obligará a los griegos a contribuir vía impuestos para devolver un dinero que, en teoría, estaba destinado a salvarles de la hecatombe. Y no se sabe muy bien de qué les ha salvado, pues a lo largo del libro, Paone desgrana el incremento de la desigualdad en la sociedad griega, el aumento del racismo y la ultraderecha (con la aparición del partido Aurora Dorada), el recorte en servicios públicos esenciales, como la sanidad y la educación, el empobrecimiento, la bajada de salarios sin su correspondencia en los precios, la concentración de la riqueza en manos de unos pocos, la inoperancia de los políticos profesionales… A los españoles e irlandeses les suena esta canción.
Que el “experimento” del rescate haya ocurrido en Grecia no deja de ser llamativo. La península en la que nació la democracia primitiva, el debate político, el pensamiento; la sociedad que legó su cultura a Roma y, de ésta, al resto de la geografía europea ha sido estrujada hasta casi sus últimas consecuencias. Y con ella, valores europeos como la solidaridad, que han sustentado el proyecto común de la Unión Europea; el interés general; la predominancia de la democracia sobre el poder fáctico de quienes controlan el dinero; o el humanismo que desde el siglo XV ha construido Europa a marchas forzadas. Y con ellos, el pisoteo de derechos fundamentales que con tanto esfuerzo, revoluciones, muertes y cárcel les ha costado a los europeos mantener hasta nuestros días, temas que también trata Juan Vicente Piqueras en Atenas.
El libro de Paone se divide en cuatro capítulos, cada uno dedicado a una estación. A través de imágenes, la autora va relatando la evolución de la crisis griega y cómo afecta a diferentes estamentos de la sociedad. En realidad, Paone ha construido una crónica periodística de más de 150 páginas, un acierto de la editorial Libros del K. O., especializada en la edición de este tipo de materiales. El valor de obras como esta es doble, ya que los medios de comunicación se centran en la noticia inmediata, la que ocurre en este momento, pero no ayudan a contextualizarla, a explicar su significado y las consecuencias que tiene. El objetivo de la crónica, además de mostrar descarnadamente la realidad de los hechos, es conseguir una interpretación de los mismos, una argumentación que abra los ojos del lector. Por ello, el libro de Paone no sólo está preñado de descripciones de los efectos de la crisis en Atenas-Grecia, sino que da voz a los sufridores de la misma y a determinadas personas de un nivel intelectual más profundo que ponen en contexto los hechos que van sucediendo en el Gobierno griego y en las calles de la capital helena. Paone lo deja claro en su breve introducción, el libro es una reacción para evitar que la mayor crisis económica y de valores que ha soportado el mundo occidental en los últimos 100 años pase a los libros de historia resumida en dos líneas: “desde 2008, Grecia vivió una larga recesión que sumió en la pobreza a un cuarto de su población”.
No hay nada más interesante, ni más difícil, que profundizar en las raíces de esa simplificación académica para encontrar a las personas y sus vidas, las situaciones y sus hechos, para mostrar que tras términos como “una larga recesión” y “un cuarto de su población” se esconden planes vitales destrozados, esperanzas marchitas, emigraciones forzadas o niños desnutridos. En definitiva, la transformación de Europa en la que el dinero es más importante que las personas y los valores.
