España imaginada, de Tomás Pérez Vejo

El profesor Tomás Pérez Vejo repasa en este libro editado por Galaxia Gutenberg los principales cuadros que sirvieron para formar la imagen de la nación española que todavía perdura en nuestros días.
Fusilamiento de Torrijos y sus compañeros en las playas de Málaga, por Antonio Gisbert | Foto: Museo del Prado
Fusilamiento de Torrijos y sus compañeros en las playas de Málaga, por Antonio Gisbert | Foto: Museo del Prado
Fusilamiento de Torrijos y sus compañeros en las playas de Málaga, por Antonio Gisbert | Foto: Museo del Prado
Fusilamiento de Torrijos y sus compañeros en las playas de Málaga, por Antonio Gisbert | Foto: Museo del Prado

España imaginada (Galaxia Gutenberg, 2015), de Tomás Pérez Vejo, nos permite saber de dónde arranca y cómo se forma la idea de España como nación. Para ello, nada mejor que admirar y analizar la pintura histórica del siglo XIX, de donde se concluye que España ha sido imaginada por sus creadores: historiadores decimonónicos, Gobiernos y pintores. El trabajo de Pérez Vejo hace un repaso de las obras pictóricas del siglo XIX que sirvieron para fijar los hechos históricos que, supuestamente, habrían construido la idea de España.

En el siglo XIX se produce el auge de la pintura histórica propiciado por el interés del Estado en construir un relato sobre la formación de la nación española. Conviene recordar que los nacionalismos arrancan en este siglo, tras los periodos revolucionarios de finales de la centuria anterior y que concluyen con la creación del Estado-nación. En la obra de este profesor de la Escuela Nacional de Antropología e Historia de México se tratan las líneas discursivas y míticas que sirven para crear el imaginario de la nación, un término más emotivo que científico o político. Así, la herencia clásica que ha configurado el ser de España, el reino visigodo como antecedente de la unificación española, la época medieval, el periodo de los Reyes Católicos, las conquistas y descubrimientos, los reyes que supuestamente forjaron la nación española o la raíz democrática de las instituciones políticas, que, según este discurso decimonónico, arrancaría en la Edad Media.

El tratamiento de todos estos temas se hace analizando los cuadros de pintores tan conocidos como Eduardo Rosales, Luis de Madrazo, José Casado del Alisal, Francisco Pradilla o Antonio Gisbert, y que se pueden encontrar en el Museo del Prado, el Congreso de los Diputados y el Senado. No es un estudio pictórico, es decir, sobre la técnica empleada para realizar los cuadros. Al contrario, se trata de un trabajo que pretende, poniendo en contexto las obras con su momento histórico, con el Gobierno de turno (progresista o moderado, pero casi siempre liberal en lo que concierne a la moderna concepción del Estado) y con el discurso histórico que primaba en aquel momento, desentrañar las ideas y los argumentos que forjaron la imagen de España como una nación de pasado homogéneo. Porque una pintura, como cualquier creación, es un mensaje en el que su autor toma partido, bien idealizando el momento, destacando detalles que en el relato histórico no tenían importancia u ocultando otros que no convenían para la idea que se intentaba construir.

El trabajo de Pérez Vejo, que conviene leer visualizando las pinturas de las que habla, es muy interesante por dos razones. La primera de ellas es conocer cómo el poder usa los medios a su alcance para crear el relato que le conviene. En el siglo XIX era la pintura, hoy son los medios de comunicación y los soportes digitales. Más que para el ciudadano común del siglo XIX, preocupado en sobrevivir, el discurso de la nación española iba dirigido a los políticos que desde 1812 (Constitución de Cádiz) intentaban poner las bases de un Estado moderno, que no igualitario ni de servicio público (La lucha por la desigualdad).

Por otro lado, las conclusiones de Pérez Vejo son extrapolables a la mayoría de nacionalismos que se dan en la actualidad. Hoy, el papel de la pintura es menos relevante en la formación y educación de los ciudadanos, pero los mensajes y los argumentos para crear la nación (catalana, gallega, vasca o de otro tipo) se transmiten por otros canales. Al final, la mitificación de momentos históricos (Cataluña en España, historia y mito), el retorcimiento de los hechos para justificar determinadas posiciones políticas o la apelación a la cultura y los sentimientos como creadores de una nación son elementos que no sólo atañen a España, sino a todas las regiones que han construido o pretenden construir un relato que les proporcione un lugar en la Historia.

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