Econofakes: las mentiras de la economía al descubierto

El libro del economista Juan Torres analiza las 10 mentiras que sostienen la economía neoliberal como verdades absolutas e incontrovertidas.

La economía se ha convertido en una palabra sacrosanta en nombre de la que se adoptan todo tipo de medidas con influencia en la vida de las personas. Política y economía van unidas y ningún aspecto de una y otra son inocuos. Así lo muestra el economista Juan Torres en su libro Econofakes: las 10 grandes mentiras económicas de nuestro tiempo y cómo condicionan nuestra vida (Deusto, 2021).

La sociedad occidental aún conserva algunas de las políticas económicas que surgieron a principios del siglo XX y que se fortalecieron tras la II Guerra Mundial. En ese momento, las teorías de Keynes y otros economistas sirvieron para construir estados sociales donde la intervención del Estado ayudó a generar riqueza, a repartirla mejor y a crear una clase media de consumidores y propietarios. De esta manera, se consiguió atemperar algunas de las disfunciones del capitalismo original.

Sin embargo, a partir de los años 70 del pasado siglo empezó a imperar una corriente económica que propugnaba la desaparición del Estado de la vida económica y la idea de dejar hacer a la iniciativa privada. El presidente estadounidense Ronald Reagan y la primera ministra británica Margaret Tatcher fueron sus defensores. Esta doctrina es la que nos ha traído hasta nuestros días y a momentos clave de nuestra historia reciente como la crisis económico-financiera de 2008 y las políticas de recortes del gasto público.

Juan Torres, catedrático de Economía Aplicada en la Universidad de Sevilla, desmonta en su libro esas “verdades” de la economía neoliberal que sufrimos en la actualidad. Lo primero que explica es que la economía no es una ciencia exacta, como nos han vendido los principales defensores de políticas neoliberales. La economía es una ciencia social y, como tal, no puede formular leyes causales y comprobables como las de la física, por ejemplo, en las que si pasa A entonces sucede B.

Esto último es relevante para desmitificar cuestiones como que la subida del salario mínimo destruye empleo o que el precio de los bienes y servicios se fija a través de las leyes de la oferta y la demanda. Torres entra de lleno en estos aspectos de una forma didáctica, clara y con un pequeño análisis de las consecuencias que tiene en nuestra vida el seguimiento de estas creencias económicas. El libro es breve y está pensado para personas que no tienen conocimientos económicos y que se quieren acercar a esta disciplina por primera vez. Torres explica problemas y teorías económicas complejos de forma sencilla, a veces cayendo en cierto simplismo, que es inevitable para que el texto sea didáctico y comprensible, como él reconoce.

El profesor de economía explica que hay estudios que prueban que estas teorías, que se aplican como si fuesen una verdad incontestable, tienen puntos débiles, no son exactas y no son completas. La mayoría de ellas sólo funcionan con modelos perfectos, es decir, aquellos en los que todas las variables siguen un comportamiento concreto. Algo muy alejado de la realidad humana, que por definición es caótica e imprevisible.

Otras mentiras económicas que Torres aborda en su libro, y que nos han vendido como verdades irrefutables, son la inexistencia del Premio Nóbel de Economía, que el capitalismo es la economía del mercado libre y la libre competencia, que el salario es la proporción de lo que cada uno aporta a la producción o que el dinero es un medio de cambio del que los bancos son meros depositarios.

Hay otras cuestiones que Torres trata y que nos afectan día a día. Por ejemplo, la extendida idea, que tan bien viene a las grandes empresas, de que para crear empleo es necesario bajar los salarios o que el envejecimiento de las personas hará imposible financiar las pensiones públicas. En esto último, el autor del libro se detiene para explicar que la mayoría de los estudios que defienden esta idea han sido patrocinados por bancos, muy interesados en convencer al gran público de la debilidad de las pensiones públicas para que inviertan en sus fondos de pensiones. Dinero con el que las entidades financieras obtienen grandes beneficios reinvirtiéndolo en fondos de inversión, acciones, etcétera.

Torres deja para el final la última de las mentiras: el Estado es el problema, porque el gasto público es dinero tirado, aleja la inversión privada, obliga a subir impuestos y crea deuda. Este es el gran caballo de batalla de los movimientos neoliberales. En el mundo feliz de estos neoliberales, el Estado sólo se dedicaría a cuestiones como garantizar una mínima seguridad y poco más.

Defienden que, con ello, todos tendríamos más dinero, pero como Torres demuestra en otro de los capítulos, el sistema capitalista tiende a que la riqueza se acumule en pocas manos. Eso haría que cuestiones básicas como la educación universal, la sanidad, la seguridad ciudadana,  las grandes infraestructuras, las pensiones y otros muchos aspectos dependiesen del bolsillo que cada uno tuviese para pagarlas. Es decir, nos devolvería al siglo XIX del que salimos gracias a la concepción del Estado como, entre otras cosas, garante de un nivel de vida para todas las personas que ayude a generar prosperidad y garantizar igualdad.

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