A sangre y fuego, de Manuel Chaves Nogales

El periodista Manuel Chaves Nogales demuestra en ‘A sangre y fuego’ que la guerra civil no fue una victoria para nadie. El libro recoge 11 relatos con una idea clara: en la zona repúblicana y en la fascista se reproducían milimétricamente las mismas barbaridades.
Ciudadanos de Madrid realizan el saludo fascista tras el fin de la guerra civil y la entrada de las tropas vencedoras a finales de marzo de 1939 | Foto: Ortiz
Ciudadanos de Madrid realizan el saludo fascista tras el fin de la guerra civil y la entrada de las tropas vencedoras a finales de marzo de 1939 | Foto: Ortiz
Ciudadanos de Madrid realizan el saludo fascista tras el fin de la guerra civil y la entrada de las tropas vencedoras a finales de marzo de 1939 | Foto: Ortiz
Ciudadanos de Madrid realizan el saludo fascista tras el fin de la guerra civil y la entrada de las tropas vencedoras a finales de marzo de 1939 | Foto: Ortiz

La bibliografía sobre la guerra civil española es muy prolija y trata casi todos los aspectos, desde los más generales hasta los pequeños detalles. Pero hay muy pocos libros que transmitan las complejidades de la contienda de forma clara y absorbente. Y de eso trata A sangre y fuego. Héroes, bestias y mártires de España del periodista Manuel Chaves Nogales (Editorial Libros del Asteroide, 2011), una compilación de relatos que este intelectual comprometido con la libertad y la independencia escribió en el exilio durante 1937. Debemos realizar dos observaciones: la primera es sobre el ignominioso sistema educativo español, que hurta autores como Chaves Nogales (1897-1944) de las lecturas obligatorias. La segunda es para encomiar la labor de María Isabel Cintas, que es quien ha recopilado los relatos de Chaves, y de Libros del Asteroide por publicarlos para el lector de nuestro siglo, que de otra manera se habría perdido la calidad narrativa y periodística de este escritor.

A través de 11 relatos, a cada cual mejor, Manuel Chaves Nogales va describiendo las atrocidades de la guerra civil. Pero ojo, tanto las de un bando como las de otro. Nogales no se casa con nadie y para él quien arranca la vida del prójimo es un asesino, independientemente de las justificaciones políticas o ideológicas con las que quiera cubrir sus actos. Quien se enfrente a los relatos de este periodista sevillano, que fue director del diario Ahora y colaboró con los principales periódicos hispanos en la era de oro de esta profesión, entre 1920 y 1936, se dará cuenta de que la premisa de partida es bien clara: el respeto a la libertad individual, a la persona como tal y al marco normativo que todo un pueblo se da a sí mismo. Algunos podrán pensar que haber sido director del diario Ahora, de carácter prorrepublicano y azañista, invalida para hacer una lectura correcta de la guerra civil. Contra este prejuicio sólo se puede recetar la medicina Chaves Nogales. Lean y pásmense.

Porque el periodista centra la mayor parte de sus relatos en el bando republicano de la guerra y en sus atrocidades. También en las tropas sublevadas, en el afán asesino de las filas marroquíes traídas por Franco a la Península o en los juicios (asesinatos) sumarísimos de los que defendían los ideales republicanos. La cuestión es que esto último nada sorprende, puesto que esas acciones venían de personas que se habían levantado contra el orden constitucional y legal en 1936 y cuyos objetivos declarados a los cuatros vientos era aniquilar a quienes pensasen diferente. Lo que debía sorprender a Chaves era que en la zona republicana se reproducían con milimétrica exactitud las barbaridades de la facción sublevada. Y eso es lo que flota en todos los relatos: la sorpresa porque unas personas que se erigían en defensores de los valores de la República de 1931 (libertad, respeto por la vida, igualdad, solidaridad, democracia) ejecutasen sin piedad ni juicios de ningún tipo a quienes no se plegaban a sus órdenes, veían las cosas de otro color o, simplemente, querían vivir sin preocupaciones esperando que la guerra les pasase por encima. En uno de los cuentos, basados en hechos verídicos y en personajes reales a los que Chaves cambió el nombre para evitar represalias, se muestra la incomprensión porque los ciudadanos de países extranjeros tuviesen que venir a España a incitar a los españoles a matarse entre sí

La guerra civil dio material para escribir sobre casi cualquier historia, pero es que Chaves demuestra una agilidad en la narración y un manejo de los resortes del cuento que convierten cada uno de sus relatos en piezas imprescidibles sobre la parte más oscura del ser humano. Son espeluznantes las narraciones que muestran el enfrentamiento entre personas que hasta hace un par de horas eran vecinos bien avenidos, pero a los que sus ideales les convierten en asesinos despiadados. O el de la Columna de Hierro, que da idea de la cantidad de advenedizos y delincuentes que, en nombre de la defensa de unos ideales, aprovecharon para campar a sus anchas y abusar de personas de paz.

Se ha escrito mucho sobre porqué un bando ganó la guerra y el otro quedó aniquilado. Los relatos de Chaves muestran una lucidez y una comprensión de la guerra que ya hubieran querido para sí muchos políticos. Si el bando sublevado pudo ganar la contienda fue, además de por la ayuda militar de la Alemania nazi y la Italia fascista, por la organización interna y la claridad sobre la cadena de mando. Cosa que no ocurría en la zona republicana, poblada por una miriada de sindicatos (comunistas, anarquistas, socialistas…) que hacían la guerra como mejor les convenía, con unas milicias que aplicaban la ley según les parecía y con una población aterrada que no sabía a qué atenerse en cada momento. Todo ello queda muy bien reflejado en A sangre y fuego. Además, Chaves fue testigo de la ideología soviética que se impuso en buena parte del lado republicano, y que dejó plasmada en La vuelta a Europa en avión. Por favor, deje de leer lo que esté degustando y hágale un hueco a Chaves Nogales.

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