A regatear se ha dicho: los shuk de Israel

Shuk israeli – foto ONT Israel

Si hay un lugar donde se entiende la vida cotidiana de Israel, no es en los museos ni en los rascacielos de Tel Aviv, sino en sus mercados, conocidos como “shuk”. Estos espacios son un festival de olores, voces y colores, donde la modernidad convive con tradiciones milenarias, y donde la compra de un tomate puede terminar siendo casi una aventura teatral.

En Israel, ir al shuk no es solo “hacer la compra”: es un ritual. Desde temprano, las calles se llenan de puestos improvisados, comerciantes que pregonan sus mejores ofertas a gritos, turistas despistados sacando fotos y aquellos que saben exactamente a quién comprarle las aceitunas o la halva más cremosa.

El rey de reyes: Mahane Yehuda

El shuk más famoso está en Jerusalén: Mahane Yehuda. De día es un mercado bullicioso donde puedes probar desde un zumito de granada recién exprimido hasta un sabich (pita rellena con berenjena frita, huevo duro y ensalada). Aquí lo mismo encuentras especias que parecen salidas de un cuento oriental, como montañas de zaatar y cúrcuma, que dulces árabes bañados en miel que hacen olvidar cualquier dieta.

Pero lo mejor viene al caer la noche. Cuando cierran los puestos, se abren las cortinas de los bares escondidos entre las verduras y los tenderetes. Lo que antes era un pasillo de compradores, se convierte en un callejón de copas, música en vivo y jóvenes bailando entre grafitis que cuentan la historia del lugar. El Mahane Yehuda es un mercado de día y un club nocturno de noche: doble función, mismo escenario.

Tel Aviv y sus tesoros escondidos

Delicioso almuerzo en un shuk – foto ONT Israel

En Tel Aviv, el ambiente es más relajado pero igual de sabroso. El Shuk HaCarmel es un clásico: frutas frescas, puestos de ropa a precios increibles y esa sensación de que cualquier cosa puede aparecer en la próxima esquina. Lo divertido es que aquí puedes empezar desayunando un bureka de queso y terminar regateando una camiseta con un comerciante que asegura que “es la última, pero para ti hago precio”.

Y si eres amante del diseño y la comida gourmet, el Shuk HaNamal, en el puerto de Tel Aviv, es tu paraíso. Más ordenado, más moderno y con un rollo hipster: panes artesanales, cervezas locales y hasta chocolate vegano.

Más allá de las grandes ciudades

En Haifa está el Shuk Talpiot, auténtico y menos turístico, donde los aromas de especias se mezclan con las conversaciones en hebreo, árabe y ruso, reflejo de la diversidad cultural de la ciudad. Y si visitas Akko (San Juan de Acre), su mercado es un viaje al pasado otomano: túneles, pescados recién sacados del Mediterráneo y ese ambiente de puerto histórico que huele a sal y especias al mismo tiempo.

El arte de regatear (o al menos intentarlo)

Tienda de ropa en un shuk- foto ONT Israel

Ir al shuk sin regatear es como ir a la playa y no mojarte los pies. Eso sí: aquí el regateo es más un juego que una batalla campal. El vendedor te lanza un precio inflado, tú sonríes y bajas un poco, él finge indignación, tú haces como que te vas… y al final, ambos se ríen y cierran trato. La experiencia vale tanto como el producto.

Un consejo final

Si visitas un shuk, ve con hambre y sin prisa. Deja que un vendedor te dé a probar un trozo de halva, escucha al músico callejero que improvisa con un oud, observa cómo las familias hacen la compra de la semana y déjate perder entre los pasillos. Porque el shuk no es solo un lugar para comprar: es el corazón que late al ritmo de la vida israelí.

Related posts

Escapada Romántica a Salzburgo: Música, Sabores y Aventura en el Corazón de los Alpes

Salzburgo, un verano para niños

Beberse Oporto de un sorbo