Qué ver en Cantabria

Consejos para saber qué ver en Cantabria, la región del Norte de España.
Santo Toribio de Liébana es un referente en Cantabria por su significación religiosa y cultural | Foto: David Fernández
Santo Toribio de Liébana es un referente en Cantabria por su significación religiosa y cultural | Foto: David Fernández

De Cantabria no se podría decir aquello de que es “una y trina”. Esta región del Norte de España guarda en sus pueblos verdaderos lugares de interés de Cantabria: bellezas del arte, la cocina, el paisaje, la cultura, la diversión y, ¿por qué no?, del ser humano (ya sea mujer u hombre, depende de los gustos). Se ha hablado mucho de la Cantabria “verde”, pero lo que puede visitar el lector va más allá de esto y aquí hacemos un breve repaso a algunas opciones culturales que ofrece esta inacabable tierra.

También te puede interesar qué ver en Liérganes y qué ver en Cantabria en 4 días

Turismo cultural en Cantabria

De primero, las ermitas rupestres que salpican el valle de Valderredible. Como suena, la religión católica también penetró en las zonas más montañosas de Cantabria en la época de la repoblación, después de expulsar a los infieles musulmanes hacia el Sur de la Península. Los cristianos de los siglos IX y X excavaron estos “templos” en las rocas para rendir culto a su dios. Se puede recorrer una buena selección de las mismas si tomamos la carretera N-611 a su paso por Quintanilla de las Torres, en dirección al este y después nos desviamos por las comarcales CA-273, 272, 274 y 275.

La primera de las ermitas que nos encontraremos será la de Santa María de Valverde (en el pueblo que recibe el mismo nombre) y que está excavada en roca de arenisca. Si continuamos por la carretera comarcal CA-272 nos toparemos con la ermita de San Miguel en la localidad de Campo del Ebro (río que, por cierto, nace en Cantabria y que iremos bordeando). Esta excavación cuenta con una sola puerta a través de la que se entra en una nave con forma de herradura.

Ermita rupestre de Santa María de Valverde | Foto: Turismo de Cantabria
Ermita rupestre de Santa María de Valverde | Foto: Turismo de Cantabria

En el pueblo de Arroyuelos se enclava otra de las ermitas más representativas y que tiene cierto carácter monumental. Dispone de una pilastra prismática que separa dos naves. Además, un banco tallado en la piedra recorre todo el interior de la ermita, como ocurre en el caso de Campo de Ebro. Por otro lado, junto a las ermitas no es raro encontrarse necrópolis rupestres.

De las ermitas a las colegiatas

A medida que el proceso de repoblación avanzaba en el Norte de España tras la dominación musulmana, se fueron levantando construcciones más elaboradas que las ermitas, donde los monjes establecieron sus centros culturales. Por ejemplo, destaca la de Santillana del Mar (donde se localiza la cueva de Altamira), que se encuentra en el mismo centro urbano de la localidad, y que en un principio fue una pequeña construcción donde los monjes depositaron las reliquias de Santa Juliana. En la misma son reseñables su retablo y el claustro, en el que se pueden contemplar un variado conjunto de capiteles con motivos históricos y vegetales.

Otra de las colegiatas que llaman la atención en el paisaje cántabro es la de Cervatos. A dos kilómetros de Reinosa, su origen es monacal y en uno de sus aleros podemos contemplar representaciones de los pecados carnales, recuerdo para aquellos monjes que públicamente no podían mantener relaciones sexuales. En esta construcción también destacan su ábside y las molduras con imágenes animalescas que coronan los capiteles de las columnas interiores.

Monasterio de Santo Toribio de Liébana | Foto: Turismo de Cantabria
Monasterio de Santo Toribio de Liébana | Foto: Turismo de Cantabria

Sin embargo, si de algo se sienten orgullosos los cántabros es del Monasterio de Santo Toribio de Liébana, a pocos kilómetros de Potes, capital de la comarca lebaniega. Los expertos lo consideran el monasterio más antiguo de España donde se ha venido practicando el culto católico sin interrupción desde su creación en el siglo VII. En el mismo se conserva un supuesto trozo de la cruz de Cristo (denominado “Lignum Crucis”) que se trajo ex profeso de Tierra Santa.

Es curioso que en este monasterio no se empezó a adorar a este santo hasta el siglo IX, ya que antes el conjunto monacal estaba consagrado a San Martín de Tours. En cualquier caso, fue aquí donde el conocido Beato de Liébana confeccionó sus “Comentarios al Apocalipsis de San Juan”, durante el siglo VIII. Este libro, del que sólo existen unas cuantas reproducciones en todo el mundo, se ha extraviado en los pliegues de la Historia y nadie sabe dónde está el original o, siquiera, si existe.

De chateo por Potes

Ya que estamos en Santo Toribio de Liébana, bien merece la pena que nos acerquemos a Potes y aprovechemos a conocer la capital de la comarca. Es un pueblecito de algo más de 1.500 habitantes, pero que está en ebullición casi todos los días por su interés turístico (los lunes se celebra un mercadillo que reúne a vendedores de toda la comarca). Se sitúa entre las sierras de Peña Sagra y Peña Labra, en plenos Picos de Europa y su nombre lo recibe por los dos puentes que unen las dos partes de la ciudad: los de San Cayetano y la Cárcel.

La historia de Potes se inicia en el siglo IX, cuando decide instalarse en la pedanía la Casa del Marqués de Santillana, que posteriormente se convertiría en la del Infantado. De esta época es el torreón que recibe el mismo nombre y que hoy alberga el ayuntamiento de la villa. No es la única torre de la ciudad, también podemos encontrar las de Orejón de la Lama, Calseco, Linares y Osorio.

A parte de iglesias y ermitas (que también pueden verse, aunque seguro que ya estaremos un poco saturados), lo mejor de Potes es su gente. Así que recomendamos mezclarse con la misma en el pueblo. Una de las zonas más concurridas es la calle Cántabra, ya que en ella se concentran los comercios y las tascas más representativas de la ciudad. Ojo, porque decir “tasca” en este caso no es sinónimo de “bar de mala muerte”: las delicias que podremos saborear en estos bares y restaurantes, así como los caldos que nos ofrecerán, no nos van a dejar indiferentes.

Para acabar con Potes, esta pequeña villa también tiene algo de animación las noches de los fines de semana. Al ser la capital de la región muchos jóvenes de los pueblos aledaños se dirigen a Potes las noches de viernes y sábados para divertirse y esparcirse.

Vistas desde “El Cable”

Y ya que nos encontramos cerca del Parque Nacional de los Picos de Europa y en plena región de Liébana, no podemos dejar escapar la oportunidad de visitar Fuente Dé. Se trata de un circo glacial al que se accede en teleférico. En unos tres minutos ascenderemos 753 metros con unas vistas inmejorables (en los días claros) de buena parte del macizo. La base del teleférico se encuentra a 1.070 metros de altitud, mientras que el teleférico asciende hasta los 1.823 metros. El precio es de 14 euros para la entrada individual y de 12 euros en grupo.

El valle de Fuente Dé en Cantabria, visto desde el mirador de El Cable | Foto: David Fernández
El valle de Fuente Dé en Cantabria, visto desde el mirador de El Cable | Foto: David Fernández

En la cima, después de deleitarnos con las vistas, tendremos la oportunidad de tomarnos un piscolabis (eso sí, a precio de oro) y podremos realizar una caminata hasta el refugio Delgado Úbeda, que también es un hotel en el que podremos alojarnos. Es importante tener en cuenta que el teleférico cierra en enero debido a las condiciones climatológicas de la zona, ya que la nieve y el mal tiempo son continuos en esa época del año.

En la caminata entre la cima y el refugio tendremos ocasión de ver el denominado “Chalet del Rey”, una construcción que ordenó levantar el rey Alfonso XIII, donde el monarca pasaba sus días de asueto y aprovechaba para disfrutar de los encantos de las pastorcillas de la región. Además, en la misma zona se encuentra la entrada a las antiguas minas que se explotaban en el circo glaciar.

San Vicente de la Barquera

Los amantes del marisco deben realizar una parada obligatoria en San Vicente de la Barquera. En el mes de octubre organizan en esta localidad costera unas jornadas de los mariscos en todos los restaurantes de la ciudad, en las que se sirven, a precios especiales, las variedades cántabras (excepto langostino).

Además de llenar el estómago, San Vicente cuenta con la Iglesia de Santa María de los Ángeles, del siglo XIII, ejemplo del gótico cántabro, y el famoso Puente de la Maza, con 28 ojos, para salvar la ría que desemboca en la villa (en su origen, este punete constaba de 32 arcos). En la parte más cercana al mar nos encontramos con el Santuario de la Barquera, del siglo XV, lugar en el que se alberga la patrona del pueblo.

Nota: en su versión original, este artículo incluía varios errores que se han corregido. El Puente de la Maza consta de 28 ojos y no de 13, como se decía en un principio. La Iglesia de Santa Ángela es en realidad la Iglesia de Santa María de los Ángeles.

Deja una respuesta