Qué ver en León en dos días

Entre uno y dos días son suficientes para ver León, aunque nosotros recomendamos pasar alguna jornada más para disfrutar al completo de la capital leonesa.
La catedral de León, iluminada en el atardecer | Foto: David Fernández
La catedral de León, iluminada en el atardecer | Foto: David Fernández

León se ha puesto de moda en los últimos años y no es de extrañar, puesto que la capital leonesa tiene muchos lugares interesantes que ver. En el vértice que forman los ríos Bernesga y Torio se levanta la ciudad de León. Aquí se crearon los reinos ibéricos que durante la Edad Media y el Renacimiento conformaron un proyecto común que nos conduce hasta nuestros días. El viajero sensible, capaz de mirar más que de ver, todavía encontrará vestigios del poder leonés, como la Real Colegiata de San Isidoro, centro neurálgico de la corona y caja fuerte de muchos secretos. O la esbelta catedral, casi construida en vidrio y que ha atravesado siglos de descuido.

El León romano

Pero antes de todo esto, la semilla de León ya había sedimentado en la ribera de los dos ríos. En el año 29 antes de Cristo la legión Legio VI Victrix estableció su campamento en esta zona y, a partir del siglo I después de Cristo, este fue el emplazamiento de la Legio VII Gemina, hasta aproximadamente el siglo V. Diferentes expertos y lingüistas concluyen que del término “Legio” acabó cristalizando el nombre de León. Hoy quedan restos de la muralla de este campamento y en la Casona de Puerta Castillo se pueden contemplar algunos indicios que nos ayudan a comprender cómo evolucionó el poder romano en la zona leonesa. Buena parte del León medieval se construiría sobre estos cimientos romanos, algo habitual en buena parte de España.

¿Por qué se asentaron aquí las legiones de uno de los imperios más potentes de la Historia? El campamento militar, y toda la vida civil que llevaba detrás, tuvieron una finalidad muy clara: vigilar los yacimientos de oro de las Médulas, un paraje natural al sur de la actual Ponferrada, muy cerca del límite con Galicia, y que presentaba el preciado material al aire libre. Además, la situación entre los ríos Bernesga y Torio facilitaba una visión extraordinaria de la llanura que se extendía a norte y sur, ideal para proteger el campamento romano. De este objetivo se derivaba otro no menos importante, que era el control de las tribus íberas bajo dominio romano.

La caída del Imperio Romano produjo el progresivo establecimiento de los pueblos germanos en la actual región leonesa. En contra de lo que nos han contado las películas estadounidenses, la cultura romana no se esfumó de repente, sino que se produjo una simbiosis con la de los pueblos invasores. En la Península, esto dio origen a los reyes visigodos hasta la penetración de los musulmanes, que cruzaron el estrecho de Gibraltar desde el Norte de África.

La Real Colegiata de San Isidoro de León

Desde las montañas astures, los nobles descendientes de los últimos reyes godos inician una lucha que les llevará más de 700 años, hasta 1492, para recuperar las tierras de sus antepasados a los adoradores de la media luna. La ciudad de León y el reino que recibió su mismo nombre, fundado en 910, fueron las puntas de lanza en los primeros siglos de esta reconquista.

Más de mil años después de todo aquello todavía se puede sentir el pulso de los reyes, las afrentas, las batallas y el ansia del pueblo por expandir su poder. La primera parada debe ser la Real Colegiata de San Isidoro, un recinto que condensa la historia del reino de León y de su monarquía. Como si se tratase de un bello sarcófago de piedra, en su interior se hallan las arcas con finas tallas de marfil (arte que se denomina eboraria) talladas por artistas árabes, usurpadas en las campañas de conquista leonesas llevadas a cabo por los reyes Fernando I y Alfonso VI, quienes tuvieron siempre en mente la necesidad de unir a los diferentes reinos para combatir de forma conjunta frente al enemigo infiel. León precede a todo y la muestra es que, cuando Fernando I muere decide repartir su reino entre sus hijos, creando el condado de Castilla y las coronas de Galicia y Portugal.

Fachada de la Colegiata de San Isidoro | Foto: David Fernández
Fachada de la Colegiata de San Isidoro | Foto: David Fernández

La eboraria árabe no es la única, ya que León contó con un famoso taller especializado en este arte. En el mismo se alumbró el crucifijo de Fernando y Sancha, una pieza tallada en marfil, la primera de la península que incorporó el cuerpo de Cristo, ya que hasta entonces los crucifijos se hacían sin el mismo. En San Isidoro se guarda una réplica, ya que el original se custodia y expone en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid.

San Isidoro fue el palacio real y todavía es importante por tres motivos más. El primero es el cáliz de doña Urraca, que una investigación llevada a cabo por la profesora universitaria Margarita Torres ha identificado como el Santo Grial venerado en Jerusalén en el año 400 por ser el que usó Jesús en su última cena antes de ser crucificado (ver su libro Los Reyes del Grial). En la semioscuridad de la Torre del Gallo las vibraciones que emite este elemento erizan la piel, independientemente de su asociación con la religión, ya que el mismo ha traspasado los siglos para llegar hasta nosotros convertido en testigo de una época de esplendor. Los documentos muestran que cabalgó de la taifa musulmana de Denia hasta León como regalo a Fernando I.

Cáliz de doña Urraca en San Isidoro de León | Foto: David Fernández
Cáliz de doña Urraca en San Isidoro de León | Foto: David Fernández

El segundo de los elementos que muestran el poder encerrado en San Isidoro es su biblioteca con incunables y documentos que nos transportan a los siglos de formación de la primitiva Península Ibérica. Lamentablemente, muchas de estas obras se han perdido después de que las tropas francesas asaltasen la colegiata y usasen algunas de ellas para hacer fuego. Así se expresó la cultura revolucionaria. Aún así, se conservan 2.000 volúmenes, entre ellos la Biblia mozárabe, escrita e iluminada en pergamino en el año 960 por los monjes Florencio y Sancho, en el monasterio de San Pedro Berlangas de Tordómar (Burgos).

Pinturas románicas de San Isidoro de León

Pero sin duda, el elemento que convierte a San Isidoro en un lugar único son las pinturas románicas del panteón real. Se ha considerado a estos frescos como la Capilla Sixtina del arte románico español. Las pinturas tienen una belleza y una expresividad sin réplica en ningún otro sitio de España. A través de las mismas se cuentan diversas historias, dirigidas a las personas que visitaban el panteón y, sobre todo, a los iletrados. En la Edad media, la cultura se hallaba en manos de los religiosos e incluso entre la nobleza no era raro encontrar a personas que no sabían leer. Las imágenes servían para trasladar mensajes religiosos, pero también del poder de los señores que las auspiciaban. El panteón de San Isidoro se usaba para enterrar a la realeza leonesa, aunque algunos reyes preferían que sus restos descansasen en Santiago de Compostela, hito final del camino que promovían.

Entre las pinturas de la cripta destaca la que hace referencia al santo cáliz, que se encuentra en una estancia superior. En ella se ve a Jesús con sus discípulos sentados en la mesa y a un personaje que no aparece en las representaciones iconográficas posteriores y que da un cuenco al Mesías. Es Marcial el copero y la referencia al grial que se guardaba en San Isidoro, conocido como el cáliz de doña Urraca, es formidable. La iconografía tiene una temática religiosa, ya que cuenta la historia de la redención: la pasión de Jesús, la resurrección y la glorificación. Sin embargo, también representa la vida leonesa en el campo, con un calendario agrícola.

Pinturas románicas en los techos del panteón de San Isidoro de León | Foto: David Fernández
Pinturas románicas en los techos del panteón de San Isidoro de León | Foto: David Fernández

Y, por si quedaba poco, la historia cierra su círculo en San Isidoro porque, en 1188, el rey Alfonso IX celebró en el patio del claustro de la colegiata las primeras cortes de León con representación de ciudadanos extraídos del pueblo y que defendían los intereses de la burguesía de las ciudades. Se han llamado las primeras cortes populares de la Historia, aunque los expertos han matizado en diversas ocasiones su alcance, sin disminuir su importancia. Seguro que los magnates que acudieron a este conciliábulo, del que salieron los Decreta, la carta magna del reino leonés que reconocía derechos muy modernos, pudieron oír el tañido de la campana de San Laurencio, una de las más antiguas de España que se conservan (datada en 1086) e incluso de Europa.

La Catedral de León

El segundo punto de interés que ver en León es su catedral, una de las primeras góticas de España (construida entre 1025 y 1301) y dotada de una singularidad especial por su estructura estilizada y las grandes vidrieras que convierten sus muros en verdaderos caleidoscopios de historias bíblicas y colores. Así, 1.800 metros cuadrados de vidrios forman el conjunto más rico de la Europa medieval, junto con la famosa catedral francesa de Chartres.

Esta mole de piedra se construyó en el lugar que ocupaban unas termas romanas cuando la ciudad rendía tributo a los césares. En este paraje bendecido por el agua, el rey Ordoño II levantó su palacio, que después cedió para la construcción de la primitiva catedral románica, que dio paso a la gótica, como ocurrió en muchos otros lugares de España, como con la catedral de Plasencia. En realidad, la catedral que hoy vemos se levantó cuando el poder leonés había mermado considerablemente y se terminó cuando el reino de León se había integrado con el de Castilla, tras la unión dinástica del año 1230.

Vidrieras de la catedral de León | Foto: David Fernández
Vidrieras de la catedral de León | Foto: David Fernández

Los constructores de la catedral de León dejaron diversos mensajes cifrados en la misma. El sol tiene una importancia decisiva en las escenas que se representan en las vidrieras y la orientación hacia el Este hace que los primeros rayos de sol atraviesen la composición en la que tiene lugar el nacimiento de Jesús para caer sobre el altar mayor. En un edificio con más de ochocientos años de historia ha habido tiempo para hacer de todo, incluso verdaderos crímenes, como la construcción de una bóveda barroca en el siglo XVII que puso en peligro la estructura de la catedral y casi hizo que se viniese abajo. Hasta finales del siglo XIX no se restauró en condiciones y en 1901, la catedral de León volvió a abrir al culto después de más de cuarenta años cerrada.

Dónde dormir en León capital

Nuestra propuesta para dormir en León capital es el Hotel Eurostars León, muy cerca del centro histórico de la ciudad, con una atención muy amable, habitaciones confortables y muy espaciosas y un desayuno tipo buffet que nos dará energías para todo el día.

Fachada de la catedral de León | Foto: David Fernández
Fachada de la catedral de León | Foto: David Fernández

El barrio Húmedo de León

La fines de semana, fundamentalmente los viernes y sábados, el centro de León revive con gente que tiene ganas de disfrutar de la gastronomía leonesa y de la fiesta. El barrio Húmedo de León es el punto de encuentro, famoso por las tapas que se pueden consumir en sus múltiples bares y tascas.

De todos, nosotros recomendamos El rincón del Gaucho, en la calle Azabachería, un bar casi escondido con una carta interesante de vinos a buen precio (se puede tomar una sola copa) y una oferta de tapas que empieza por su sopa de ajo. No pudimos irnos sin probar las “gaviotas”, una tapa sencilla, pero muy rica y sabrosa.

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