Iglesias de Madrid: San Fracisco el Grande y San Antonio de los Alemanes

Madrid e iglesias son términos hermanos. En la capital de España se encuentra una “Capilla Sixtina” y la basílica con la tercera cúpula más grande de la cristiandad.
Cúpula de San Francisco el Grande | Foto: David Fernández
Cúpula de San Francisco el Grande | Foto: David Fernández

Uno de los patrimonios más desconocidos de la ciudad de Madrid son sus iglesias. Muy pocos turistas salen del típico paseo en bus o por las calles del casco antiguo para penetrar en algunos de los templos más curiosos de la ciudad. Aquí mencionamos sólo dos de las muchas que hay, únicas y verdaderas obras de arte escondidas.

Basílica de San Francisco el Grande

Al final de la calle Bailén, la del famoso viaducto, se encuentra la Basílica de San Francisco el Grande, adosada al seminario que la Conferencia Episcopal española mantiene en la capital. Y muy pocos saben que es un museo en sí misma, aunque no reconocido de manera oficial. Para empezar, un dato que ponga en su sitio este templo: cuenta con la tercera cúpula de mayor diámetro de toda la cristiandad, con 33 metros de circunferencia. Además, es la mayor de España y la cuarta de Europa. Que San Francisco no destaque en el perfil de Madrid es culpa, cómo no, de los recortes. El presupuesto ascendía demasiado para elevar la cúpula. Por eso, si observamos la iglesia desde fuera, no nos parecerá nada del otro mundo. Un error de apreciación que se corrige al entrar en su interior.

La tradición cuenta que San Francisco de Asís, en su peregrinación a Santiago de Compostela en el siglo XIII, pernoctó en este punto de un Madrid que por entonces casi no existía. Allí se construyó un pequeño templo en su memoria. Con posterioridad, los franciscanos lo derribaron para erigir otro mayor. Tras varios avatares, surge la basílica de San Francisco el Grande, finalizada en 1784, y considerada de las iglesias más bonitas de Madrid. Lo primero que llama su atención es la bóveda de su cúpula: un espectáculo de colores y escenas religiosas. Pero también la amplitud y elevación del templo: desde el suelo de la iglesia a la linterna hay 56 metros de altura. La bóveda contiene frescos de cuatro artistas diferentes del siglo XIX, con representaciones de los apóstoles y determinados pasajes bíblicos. Y nos viene al pensamiento el trabajo minucioso y con verdadera dificultad de los pintores para dar vida a esas imágenes.

Otra curiosidad de esta basílica es su forma circular, en rotonda, algo inusual en España, donde predomina la forma de cruz en las plantas de las iglesias, basílicas y catedrales. En los laterales de la nave se disponen seis capillas que son en sí mismas pequeños museos de arte. Pinturas de Antonio Muñoz, maestro de Picasso, de Francisco de Goya o frescos de Castro de Plasencia. Muchos de estos autores pertenecieron a la Real Academia de las Bellas Artes de San Fernando. Otra de las obras maestras de San Francisco el Grande es el altar con mármoles de Damasco y del Norte de España. Hasta 35 toneladas de mármol se encuentran en esta parte de la iglesia, que también cuenta con mármol de Carrara adornado con pan de oro. También hay que destacar la sillería del coro, realizada en madera de nogal y del siglo XVI, copia de otra del convento de Santa María del Parral, del siglo XV.


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Tras el altar de la basílica se encuentra la parte que no se ve, con una pinacoteca francisca compuesta de 55 cuadros que reflejan la vida de San Francisco de Asís. Estas pinturas pertenecen al Museo del Prado, que las tiene cedidas en custodia a la basílica durante 200 años, y algunas de ellas fueron pintadas por Francisco Pacheco, maestro de Alonso Cano y Velázquez, o por Zacarías González Velázquez, entre otros. Si seguimos penetrando en las tripas de la basílica, llegamos a la sala capitular, con frescos de Marcelo Conteras, cuadros de Luca Giordanno, Alonso Cano y Francisco de Zurbarán.

En la actualidad, la Basílica de San Francisco el Grande es gestionada por la Obra Pía de los Santos Lugares de Jerusalén, un organismo que forma parte del Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación. El precio de la entrada es de 3 euros e incluye una visita guiada a la iglesia. Abre de martes a viernes de 10.30 horas a 12.30 horas y de 16 horas (17 horas en julio y agosto, incluidos los domingos) a 18 horas (19 horas en julio y agosto, incluidos los domingos). Los sábados, de 10.30 horas a 12.30 horas y de 16 horas a 18 horas, si no se ofician actos religiosos.

Iglesia de San Antonio de los Alemanes

Esta iglesia cumple a rajatabla el dicho tópico de que “lo bello se encuentra en el interior”. Paseando por el barrio madrileño de Malasaña nos encontramos con una mole de ladrillo rojo nada atractivo. Es el sarcófago en cuyo interior nos desbordan los frescos que cubren cada uno de los rincones de San Antonio de los Alemanes, casi desde el mismo suelo hasta la cúpula. Por ello se la conoce como la Capilla Sixtina de Madrid. Como si de una camisa pictórica se tratase, los santos y reyes hispanos cubren las paredes del templo, que tiene forma elíptica, encajada en el rectángulo exterior de ladrillo rojo, que la hace tan poco atractiva a los ojos de los viandantes.

Vista de San Antonio de los Alemanes | Foto: David Fernández
Vista de San Antonio de los Alemanes | Foto: David Fernández

San Antonio (la iglesia, no el santo) no empezó siendo de los alemanes, sino de los portugueses. El templo siempre ha estado dedicado a San Antonio de Padua, pero Felipe III lo mandó construir a principios del siglo XVIII como un hospital para atender a los portugueses que llegaban a Madrid. En ese momento, Portugal pertenecía a la corona española. Sin embargo, a medida que fue avanzando el siglo, Portugal se independizó de nuevo y, claro está, los portugueses ya no eran tan bien recibidos en el reino hermano. Tras varios años de inactividad, San Antonio fue cedido a los alemanes (de ahí procede su actual apellido) por orden de Mariana de Austria, como recompensa a aquellos súbditos de ese país que habían acompañado a la esposa del rey Carlos II.

Los artífices de esta obra artística fueron, por el lado arquitectónico, Pedro Sánchez, Francisco Seseña y Juan de Mora. De los frescos también se encargaron varios autores. Por ejemplo, la cúpula fue pintada por Juan Carreño de Miranda y Francisco de Ricci.

Frescos en San Antonio de los Alemanes | Foto: David Fernández
Frescos en San Antonio de los Alemanes | Foto: David Fernández

La entrada cuesta 2 euros y la iglesia sólo abre de 10.30 horas a 14.00 horas. Esta cantidad se destina al mantenimiento del templo. Además, como curiosidad, en la cripta, a la que se puede acceder, se encuentra enterrada la infanta Berenguela, hija de Alfonso X el Sabio y que fue trasladada aquí desde el Convento de Santo Domingo Real, que se encontraba en la plaza de Madrid con el mismo nombre.

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