6 lugares secretos y mágicos de Viena

Viena no es una de esas ciudades que destaque por el esoterismo precisamente, pero sí que es famosa por el encanto que desprende en varios lugares curiosos. Hacemos un recorrido por algunos de ellos.
Palacio de Hofburg en Viena | Foto: Oficina de Turismo de Viena
Palacio de Hofburg en Viena | Foto: Oficina de Turismo de Viena

Es cierto, Viena es una ciudad encantadora, pero también es una ciudad encantada y con muchos secretos. Si os llaman la atención esos rincones en los que hay algo más de lo que se ve a simple vista y lo más interesante parece ocultarse a nuestros ojos, aquí tenéis un tesoro que alimentará vuestra curiosidad.

La Dama Blanca

Uno de los fenómenos más conocidos en Viena, y en toda Europa, es la Dama Blanca. El espectro de una mujer vestida de blanco, con capa y sombrero incluidos, que se aparecía a la familia imperial de los Habsburgo para anunciarles algún tipo de desgracia que, generalmente, desembocaba en la muerte del interesado.

Y no sólo en Viena, sino en cualquier sitio en el que se encontrase el candidato a finado, bien estuviera en Yuste, en México o en París, daba igual. La Dama Blanca advierte al interesado de que va a morir y de que tiene el tiempo justo para poner sus asuntos en orden y su alma en paz. Tanto fue así que aparece como noticia en el Chicago Tribune en 1872. Famosa es o, al menos, lo era. Y se ha convertido en una cosa curiosa de Viena.


Qué ver en Viena en 3 días

Qué ver y qué hacer en Viena

Ideas para conocer Viena en invierno


En nuestro caso, nos centraremos en sus apariciones en la Palacio del Hofburg (que puedes visitar), el palacio real. En sus 2.500 habitaciones vivieron los Habsburgo y ellas pudo pasar… de todo. Actualmente alberga un museo, oficinas, el despacho oficial del presidente de la República e incluso apartamentos privados. Así que imaginad lo que podrían contarnos esas paredes sobre lo que han visto durante los últimos 9 siglos. Casi nada. Y allí es donde este fantasma familiar se ha visto más veces que en ningún otro sitio. En la actualidad, muchos de los trabajadores del palacio relatan sus propias historias acerca de pasos, voces, sombras e inexplicables situaciones ocurridas en la soledad de las salas. Pero lo cierto es que, desde el asesinato del archiduque Francisco Fernando y del Emperador Guillermo II, ya no se ha vuelto a tener noticia de ella. Al menos no oficialmente. Es probable que se siga apareciendo a los descendientes de los Habsburgo pero ahora lo haga de forma privada en sus casas actuales.

La Catedral de San Esteban

Se trata de uno de los edificios sagrados más antiguos de Viena y con una historia tan amplia y enrevesada que ya nos pone en antecedentes. Por supuesto tiene su propia leyenda referida a la muerte y al demonio, como toda catedral que se precie, así como de santos y milagros. Pero lo único de lo que podemos dar fe a ciencia cierta es de que tiene una energía muy especial y característica. No hay que olvidar que la catedral estuvo, en un principio, rodeada por un cementerio, como tantas otras iglesias, y del que aun se pueden ver algunos vestigios. La leyenda más famosa de la catedral es la del Gallo.

Por lo visto, el emperador Maximiliano I (1459-1519) debía enviar un mensaje al sultán turco y pidió a uno de sus caballeros que lo llevara, Kaspar von Schlezer, quien no tuvo más remedio que dejar a su esposa y lanzarse a los peligrosos caminos. Ya de vuelta, Von Schlezer fue capturado y vendido como esclavo y con el paso del tiempo su afligida esposa se vio presionada para volver a casarse, esta vez con un amigo de Kaspar. La noche antes de la boda, el caballero tuvo un sueño en el que le susurraban que aun estaba a tiempo de impedir la boda. Pero ¿cómo hacerlo? Pues mediante el clásico pacto con el Diablo, por supuesto.

Vista desde la catedral de San Esteban en Viena
Vista desde la catedral de San Esteban en Viena

Satán se presentó y decidió llevarle hasta Viena a lomos, nada menos, que de un gallo a cambio de su alma. A lo que Kaspar accedió sólo con la condición de pasarse todo el viaje durmiendo; si se despertaba, el trato no tendría valor. A todo esto, el vienés tenía una cruz de plata, regalo de su esposa, que debía protegerlo y así lo hizo, porque amanecía antes de llegar a la catedral y lógicamente, el gallo se emocionó y lanzó un típico canto “de gallo”. Kaspar despertó, el Diablo se enfadó y los tiró a los dos al Danubio, de donde fueron “pescados” literalmente por pescadores… y el hombre llegó a tiempo para impedir la boda. Así que como recompensa, Von Schlezer mandó construir un gallo en lo alto de la catedral, para recordar que el poder del demonio sólo se extiende hasta que canta el gallo. Al menos, en Viena. Al margen de la leyenda, sí es cierto que la atmósfera en el interior de la iglesia es interesante y que la energía fluye con tanta intensidad que uno llega a marearse, especialmente si buscáis algún lugar recogido para sentaros y meditar unos minutos.

La Blutgasse

Por detrás de la catedral hay otro sitio mítico: la Blutgasse, o calle de la Sangre. Una de las más antiguas de la ciudad, adoquinada y con algunas de sus fachadas inclinadas… de lo más auténtica. Podría parecer incluso romántica de no ser por la historia que lleva a sus espaldas. Y es que Viena fue un enclave templario de importancia, como se puede ver en algunos vestigios que han quedado aquí y allá en lugares como la Iglesia Minorita o en la Iglesia de los Caballeros de Malta. Lugares también bastante esotéricos per se.  Y es que resulta que en 1312, en esta calle, un grupo de templarios fueron sorprendidos y brutalmente asesinados, con tanta saña que la sangre corrió calle abajo durante tanto tiempo que la gente empezó a llamarla así.

Calle ensangrantada en Viena
Calle ensangrantada en Viena

Además, ésta era la calle que los condenados a muerte debían recorrer para llegar al lugar de la ejecución. Este era su último paseo antes de pasar “al otro barrio”. Tampoco extraña que la gente diga que en esa calle, por la noche, se puede ver y escuchar de todo, especialmente sombras paseando despacito, aparecidos, fantasmas que advierten a los paseantes y después desaparecen… Por la noche, y por el día. Lo normal. Además, en la calle hay algún que otro símbolo que nos traerá recuerdos, por ejemplo, la gran cruz de Malta que hay en uno de los lados al final del camino.

La Katzensteighaus

Otro sitio interesante es la Katzensteighaus, cuya traducción diría algo así como “La casa de los gatos en la acera”, gatos negros. O, en este caso, blancos. La leyenda cuenta la historia de una mujer adúltera, quien, celosa, quiso envenenar a la esposa de su amante, con tan mala suerte que la envenenada resultó ser ella y su doble mala acción le granjeó su propia maldición. Y es que ahora el alma en pena se pasea por los tejados de la zona convertida en gato blanco. Para colmo, se cuenta que aquél que la vea será literalmente “atropellado” por la mala suerte. De hecho, todos sus propietarios la tuvieron. Christoph y Dorothea Pempfling perdieron su hogar cuando el edificio se incendió de pronto y por causas desconocidas en 1522. Bonifaz Wolgemut la reconstruyó por completo, pero volvió a derrumbarse en 1950 durante un terremoto. Un terremoto en la ciudad de Viena… Tampoco se mantuvieron nunca los negocios ni tiendas de la parte baja del edificio. La mala suerte ronda el inmueble que cambia de inquilinos cada poco tiempo. Así que lo mejor es recorrer ese barrio sin mirar al cielo, al menos durante la noche. Sólo por si acaso.

La casa, está en la esquina entre las calles Seitenstettengasse y Rabensteig y está ahora mismo en restauración, pero la leyenda sigue vigente y aunque no se puede visitar su interior, es espeluznante darse un paseo por allí al caer el sol.

La estación fantasma

Ahora vamos bajo tierra, pero no demasiado, sólo lo justo para meternos en los túneles del metro de Viena. Porque la ciudad tiene su propia estación fantasma. Lerchenfelder Strasse era una estación muy cercana a otras dos plenamente funcionales y llegó el momento en el que se convirtió más en un gasto que en otra cosa. No era útil, cada vez la recorrían menos trenes de pasajeros y finalmente en 2003 se decidió cerrarla definitivamente. La estación se puede ver actualmente si se viaja en metro entre las estaciones de Volkstheater y Rathaus. Pero lo interesante son las miles de leyendas que se cuentan en la ciudad acerca de los ruidos y voces nocturnas que se escuchan en la oscuridad de sus pasillos. No se organizan visitas turísticas, lo que convierte el lugar en un enigma, ya que no es fácil comprobar si esos sonidos son reales o pura sugestión. No es fácil, pero tampoco es imposible.

Cementerio de los Sin Nombre

El cementerio de los Sin Nombre no es un lugar céntrico ni bien comunicado, de hecho está prácticamente en Baja Austria, a orillas del Danubio. Justo junto a la pequeña bahía, donde llegaban, arrastrados, los cuerpos ahogados de aquellos que caían al agua y cuyos rasgos ya era imposible reconocer. Y de ahí viene el nombre del cementerio, porque en él se enterraba a todos aquellos que no se sabía realmente quiénes eran, o también a los que era mejor no saber, porque los suicidas no tenían derecho a ser enterrados en sagrado, salvo en este cementerio donde no se preguntaba ni quién ni por qué.

Tradicionalmente, el día de Todos los Santos los pescadores de la zona construyen una balsa con flores y la lanzan al agua donde navega sin rumbo, en memoria de todos aquellos que descansan allí, prácticamente en el anonimato. Y es que de los 104 cuerpos que allí descansan, las familias sólo identificaron (o pretendieron hacerlo) 42. Además, esos cuerpos son anteriores a 1940, fecha en que se empezaron a enterrar en el cementerio central, ya que, gracias a las mejoras en los márgenes del río, dejaron de llegar cadáveres a la orilla del cementerio.

Cementerio de los Sin Nombre
Cementerio de los Sin Nombre

En cuanto al carácter terrorífico del lugar, hay que comentar que el cementerio original, con todos sus cuerpos, se perdió debido a una crecida del río, que lo arrasó todo a su paso. Después fueron los árboles y la maleza los que se hicieron con el terreno y fue en 1900 cuando se reformó la zona tal y como la conocemos ahora. Para esta segunda etapa se contrató un vigilante que lo fue durante toda su vida y que se dedicó en cuerpo y alma al cuidado del cementerio y al enterramiento de los cadáveres. Tanto es así que, tras su muerte, los asiduos del lugar afirman que su espíritu sigue rondando por allí. Es más, aseguran que se aparece, encapuchado de negro, y que los sigue con ojos vigilantes. Claro que también nos cuentan que hay sombras oscuras que se dejan ver aquí y allá, especialmente durante la salida y la puesta de sol. Y voces de advertencia que pretenden disuadir a los curiosos que merodean el lugar como si de una atracción turística se tratase ¿Será verdad? Sólo hay una forma de descubrirlo.

Deja una respuesta