Destinos turísticos inteligentes en España

Un destino turístico inteligente puede controlar variables medioambientales, sociales y culturales para ofrecer al turista una experiencia personalizada. A pesar de las promesas, estos destinos tecnológicos no acaban de establecerse en España.
Dos turistas se realizan una foto frente a la playa | Foto: kpgolfpro para Pixabay
Dos turistas se realizan una foto frente a la playa | Foto: kpgolfpro para Pixabay
Dos turistas se realizan una foto frente a la playa | Foto: kpgolfpro para Pixabay
Dos turistas se realizan una foto frente a la playa | Foto: kpgolfpro para Pixabay

Las ciudades que controlan casi todos los parámetros para hacer la vida más fácil a sus habitantes son una realidad, aunque no de forma plena. Los turistas también se ven beneficiados por lo que se ha denominado destinos turísticos inteligentes (o smart destinations), que no es otra cosa que localidades que gestionan de forma telemática aspectos tan relevantes como la suciedad de las calles, la densidad de tráfico, la situación de los transportes públicos o los niveles de ozono, por ejemplo. Sin embargo, no conviene confundir ciudades inteligentes con destinos inteligentes, pues, aunque tienen similitudes, la ciudad inteligente persigue mejorar la gobernabilidad de la misma, mientras que el destino inteligente pretende mejorar la experiencia del turista.

Esta tecnología y el cambio de política en la gestión de los destinos requieren dinero, que, con las actuales condiciones de financiación, es difícil de encontrar. Tampoco existe un plan español serio de reconversión de destinos, es decir, una asignación presupuestaria lo suficientemente elevada como para acometer las inversiones necesarias. Esto hace que la “inteligencia” de los destinos se haya ido desarrollando de forma parcial, poniendo en marcha proyectos piloto en determinadas áreas. En cualquier caso, Patricia Miralles, jefa de proyectos del Área de Innovación del Instituto Tecnológico Hotelero (ITH), explica que existen líneas de financiación pública europeas y nacionales para acometer las inversiones. Miralles se refiere a programas españoles como Emprendetur y el Programa Operativo de Crecimiento Inteligente 2014-2020 (POCInt) o los fondos FEDER europeos.

¿Qué es un destino inteligente?

La Sociedad Estatal para la Gestión de la Innovación y las Tecnologías Turísticas (Segittur) define el destino turístico inteligente como un territorio comprometido con el medioambiente, la cultura y los valores socioeconómicos de su hábitat, así como con la accesibilidad. Y para ello, en este destino se hace uso de la última tecnología, con la que se capta información, se analiza y se comprende lo que sucede para reaccionar adecuadamente y facilitar la interacción del visitante.

En teoría, un destino inteligente permite incrementar la calidad del mismo, uno de los principales desafíos del turismo español. La profesional del ITH sostiene que un destino inteligente “aporta innegables beneficios para los turistas, pero también para las empresas locales y para los ciudadanos, al disponer de mejoras en la movilidad en el destino, una planificación más ordenada, unas comunicaciones digitales más rápidas o una apuesta por el ahorro energético”. Además, el patrimonio del destino adquiere más visibilidad con “la puesta en valor de la historia, recursos y cultura local”.

Uno de los problemas que afectan a muchos destinos del litoral mediterráneo es la sobreexplotación. Miralles sostiene que la misma “no se resuelve solamente al transformarse en un destino inteligente”. No obstante, la “inteligencia” puede ayudar al destino “a focalizarse en una serie de productos y servicios de alto valor añadido que le permitan diferenciarse” para “potenciar la atracción de un nicho de mercado, más reducido pero con mayor potencial de gasto y fidelidad”.

Turistas de mayor calidad

Otra de las ventajas de que un destino se haga inteligente es que permite atraer un perfil de visitante con mayor gasto gracias a “la puesta en valor de los recursos existentes así como en el desarrollo de servicios y productos más personalizados y adaptados a las necesidades de los visitantes”. Además, la cantidad de datos que se pueden recoger permiten afinar aún más los productos que se ofrecen a estos turistas.

El turista que viaja en la actualidad es más independiente y prefiere organizar los viajes por su cuenta. Patricia Miralles manifiesta que este turista posee “un marcado perfil digital, ya que se encuentra permanentemente conectado y demanda la misma tecnología que en su propio domicilio”. Además, este turista “accede de forma intensiva a la información a través de múltiples canales y es muy exigente en sus necesidades”. La cantidad de datos que puede generar un destino inteligente sirven para dar respuesta a estos turistas, pero también a los más tradicionales. Y, si se comparten con las empresas, la toma de decisiones de los negocios para atraer y fidelizar al turista puede ser casi instantánea.

Y, de la mano de un mayor gasto turístico, pueden venir mejores salarios para los trabajadores del destino. El empleo turístico en España no es de los mejor pagados, a pesar de que cerca de 2 millones de trabajadores están contratados en actividades que tienen que ver con el viaje. Patricia Miralles explica que “la utilización intensiva de tecnología, así como la incorporación de nuevos métodos de gestión empresarial obligan al capital humano a reciclarse”. Además, “enfocar el destino a ser ‘inteligente’ puede atraer a nuevas empresas de base tecnológica o profesionales cualificados o bien la generación de novedosas startups, que cubran las demandas de empleo en big data, gestión de ingresos, geomarketing, tecnologías ambientales, neuromarketing o gestión de redes sociales”. Habrá que ver en qué quedan todas estas promesas.

2 comentarios
  1. ¿La falta de financiación es el único escollo de las ciudades y de los destinos a la hora de ser más o menos inteligentes? Parece indudable que las mejoras que una ciudad emprenda para su vecinos beneficiarán también a los turistas… Más que al contrario. La reflexión que nos hacemos, al hilo del planteamiento sobre los usos tecnológicos en ellas, o en otro tipo de destinos, es si el tamaño condicionará de alguna manera su mejor aprovechamiento, tanto para quienes quieran desarrollar esa “inteligencia” como para quienes quieren disfrutarla.

    1. Financiación y voluntad política (y empresarial). Dos ingredientes necesarios para convertir en humanas y habitables las ciudades a través de la tecnología. Pero no sólo es una cuestión tecnológica, sino de cultura social, de hacer que el ciudadano y el turista entienda que debe usar la ciudad y sus instrumentos de forma responsable y sostenible.

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