Guardar la casa y cerrar la boca, de Clara Janés

Una obra que sintetiza y reconoce la importancia de la mujer en la creación literaria. No en vano, el primer autor conocido fue una sacerdotisa oriental.
Cristo en la casa de Marta y María, cuadro del pintor Diego Velázquez | Fuente: National Gallery de Londres
Cristo en la casa de Marta y María, cuadro del pintor Diego Velázquez | Fuente: National Gallery de Londres
Cristo en la casa de Marta y María, cuadro del pintor Diego Velázquez | Fuente: National Gallery de Londres
Cristo en la casa de Marta y María, cuadro del pintor Diego Velázquez | Fuente: National Gallery de Londres

Fray Luis de León, mitificado por muchos, dejó para la posteridad una frase soberbia que puede poner en duda todo su pensamiento restante por la estrechez de miras que demuestra: “porque así como la naturaleza hizo a las mujeres para que, encerradas, guardasen la casa, así las obligó a que cerrasen la boca”. Y, sin embargo, sin las mujeres y su capacidad creadora de vida ni nosotros seríamos nada ni fray Luis de León habría alumbrado sus escritos. Bajo el título de Guardar la casa y cerrar la boca (Ediciones Siruela, 2015), la poetisa Clara Janés nos descubre que el primer autor del que tenemos noticia es en realidad una autora y, para darle más misterio, una suma sacerdotisa del Imperio acadio (nacido en las cuencas de los ríos Éufrates y Tigris): Enheduanna.

En su libro, Janés repasa la influencia de las mujeres en la creación literaria a lo largo de la historia y las técnicas que han usado para rebelarse contra un papel que les ha sido impuesto. El género femenino ha sido sistemáticamente machacado y ninguneado por el hombre. Sin embargo, las mujeres han sabido hacer uso de su fina inteligencia y de su sensibilidad para buscar formas de expresar su descontento, su burla o los pensamientos más pronfundos a través de creaciones literarias.

Quizá por proximidad, el último capítulo, dedicado a las mujeres iraníes, afganas e indias, sea uno de los más interesantes y que pueden enganchar con el lector. El burka afgano, como telón infranqueable para la mujer, es el ejemplo máximo de que todavía en el siglo XXI se repiten comportamientos que en Europa debemos buscar en la Edad Media. A pesar del analfabetismo reinante en Afganistán y de la anulación absoluta de la mujer, ésta se las ingenia para crear canciones con un doble sentido en las que se queja de los matrimonios forzados, de maridos que sólo reciben ese nombre por una cuestión legal, pero no amorosa, campo que se reserva al amante deseado.

Sin embargo, Janés también usa su exposición para mostrarnos esos pequeños detalles de la Historia que tanto nos gustan y que conforman los grandes relatos que aparecen en los libros canónicos. Por ejemplo, el hecho de que ser reina entre los siglos XI y XVII era una esclavitud más que un privilegio, debido a las estrictas normas de etiqueta, comportamiento y acompañamiento, que impedían una mínima intimidad a la monarca. Para los reyes era distinto, claro. Y, por contraposición, la realidad de que la libertad podía encontrarse tras los muros de un convento, donde se garantizaba el desarrollo personal e intelectual. Buena muestra de ello es Santa Teresa de Jesús, cuyo quinto centenario se celebra en 2015 y tiene a Ávila y otras ciudades españolas como protagonistas, pero Janés también relata los casos de poetisas provenzales, arábigas en plena Edad Media, o el de Juliana de Norwich y otras “mulieres religiosae” que, tras llevar una vida común, deciden dedicarse a la piedad y la peregrinación, aportando ideas sobre el pecado que en la época se consideraron blasfemias. Ello les llevó a ser perseguidas por la Inquisición, como no podía ser de otra manera.

Un movimiento interesante que trata Clara Janés en su libro es el de las beguinas: mujeres cristianas, dedicadas a la oración, pero que ayudaban a los necesitados y que tenían inquietudes intelectuales. No pertenecían a una orden monacal y eran libres de casarse. Los máximos ejemplos fueron Hadewych de Amberes, Matilde de Magdeburgo y Margarita Porete. Todas dejaron escritos, la mayoría sobre el amor místico y supusieron una ruptura, entre los siglos XIII y XIV, con el encorsetamiento medieval.

En definitiva, Janés pone luz y señala la importancia de las mujeres en la literatura para aportar visiones diferentes e incluso en la mayoría de las ocasiones, para provocar rupturas con el pensamiento dominante e iniciar verdaderas revoluciones intelectuales.

1 comentario
  1. Nunca es tarde para redescubrir la Historia. De un tiempo a esta parte, quizá en cuestión de 5 ó 6 años, varias autoras españolas se han esforzado por recuperar la memoria de las mujeres que han influido en distintos acontecimientos o jugado un papel más importante del que se sospechaba hasta ahora… La novela histórica o el ensayo, como parece el caso, pero también la biografía, sirven para que enfoquemos el pasado y el presente de otra manera, porque se han construido y se proyectan entre hombres y féminas. Nos apuntamos la sugerencia para leerla lo antes posible.¡Gracias!

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