Siglo XIII, Burgos y León se encuentran en plena construcción de sus catedrales. Europa acoge una revolución artística al tiempo que la Iglesia acosa y persigue a todos aquellos que no comulguen a pies juntillas con sus preceptos. Es un momento en el que la luz lo inunda todo: rosetones y vidrieras de colores gritan que el gótico ya ha llegado. Y, como demuestra José Luis Corral en El número de Dios (Editorial Edhasa, 2015), la mujer tiene un papel más importante en el medievo que el que nos han hecho creer.
La novela nos adentra en la vida de los miembros de dos familias de artistas: los Rouen y los Rendol. Y es una excusa excelente para explicar magistralmente la vida cotidiana de la época, la situación económica de los reinos medievales de León y de Castilla, así como los tejemanejes políticos de Fernando III de Castilla y de Alfonso X “El sabio”. El poder de la iglesia y los conflictos entre reinos marcaban el ritmo de la vida normal.
Por su lado, Teresa Rendol, una pintora con ideas cátaras, es la heroína que debe mantenerse a salvo de la Inquisición y que al tiempo vive el convulso cambio entre el arte románico y el gótico con un pincel en la mano. Corral aprovecha este personaje para mostrar el papel casi desconocido de la mujer en la construcción y decoración de catedrales.
Enrique Rouen, por su parte, es el maestro de obra que terminará la catedral de Burgos y que tendrá que enfrentarse al proyecto de la de León. Él nos llevará de la mano para entender los nuevos conceptos de construcción para estos edificios: su altura, su esbeltez, el equilibrio y el protagonismo de la luz sobre la piedra, es decir, la relación matemática que se llamó “El número de Dios”.
Se trata, en resumen, de una fotografía de la época, contada poco a poco a través de la historia de amor que surge entre los dos artistas mencionados, mientras estas dos ciudades se hacen con dos de los edificios más hermosos y admirables de la arquitectura española.