Si lo que estáis buscando es un libro divertido, El beso de la Virgen (Editorial Algaida Inter, 2015) es una historia de lo más entretenida. El relato se ubica en un lugar de lo más bucólico: en un simpático pueblecito llamado Mezzegra, cerca del lago Como de Italia. Comienza la década de 1980 y la colección de personajes que se nos presenta es tan familiar que casi se trata del mismísimo pueblo de nuestra infancia.
El ocupado alcalde, el jefe de los carabinieros que vive de cara a la galería, Ángela, la organista del coro de la iglesia, su pretendiente Bernasconi y su moto, el rico del pueblo, Cadenazzi, y el señor cura, Don Luigi, que es sobre quien gira toda la novela. Festejos populares, estraperlo y tráfico ilegal con Suiza y otras sorpresas que iréis descubriendo. La trama principal gira entorno a la sorprendente desaparición de la estatua de la Virgen del Carmen, venerada en el lugar. Ángela es la primera en darse cuenta y nadie sabe nada acerca de donde puede estar o de quién ha podido robarla. La apacible vida del pueblecito se revoluciona y el cura es quien tiene que tomar las riendas para resolver el embrollo. Al fin y al cabo es un hombre muy generoso, capaz de darlo todo por sus parroquianos y, a lo largo del libro, lo demuestra sobradamente.
A medida que avanza la narración van apareciendo personajes sólidos y bien construidos, pero sobre todo, muy amables. Es el tipo de libro que te va sacando sonrisas y que, en ningún momento, te enfrenta a las miserias del ser humano, recordándonos a todos los problemas de la vida cotidiana. Todo lo contrario, se trata de una historia perfecta para relajarnos y disfrutar. No se trata de una obra densa y complicada, ni mucho menos. Incluso el final es tan lineal como el resto de la novela, lo que no quiere decir que no sea tremendamente interesante y que en cada capítulo ocurran muchas cosas que nos harán mantener la atención hasta el último renglón.