El aroma del chocolate, de Ewald Arenz

Viena es el escenario de esta novela en la que el chocolate, el amor y la historia se mezclan a finales del siglo XIX.
Apetecible chocolate | Fuente: congerdesign para Pixabay
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Una vez más, Editorial Bóveda nos trae algo suculento para empezar el otoño. El chocolate es casi siempre un valor seguro a la hora de escribir, pero si además le añades una historia de amor en una de las ciudades más románticas del mundo y un escenario histórico encuadrado en el siglo XIX, puedes estar seguro de que las horas dedicadas a la lectura de esta novela serán horas bien invertidas. Y no olvides que el chocolate negro tiene propiedades muy beneficiosas.

Primavera, 1881. August Liebeskind es un teniente de 30 años que acaba de licenciarse en el ejército austríaco con 10 años de servicio a sus espaldas. Su intención es comenzar a trabajar, como vendedor, en la fábrica de chocolate de su tía Josef, pero aun tiene por delante un largo y entretenido verano. De modo que se lanza al redescubrimiento de la ciudad y es ahí donde, por casualidad, en uno de esos cafés con sabor antiguo, encuentra a Elena Palffy, una arrogante y excéntrica mujer que lo fascina inmediatamente.

A través de sus conversaciones, Elena nos contará múltiples historias y curiosidades sobre la ciudad de Viena y quizá consiga enamorar también al lector con su carisma. A Elena, además, le gusta mucho el dulce y, ya que la historia va de chocolate, August se esmera en aprender todo lo posible sobre él y decide sorprenderla ofreciéndole “creaciones especiales”. Ambos están atrapados en un apasionante universo de sabores y olores que les llevan del pasado al futuro a través de sus más íntimos sentimientos y recuerdos.

El desenlace de todos estos acontecimientos lo tendrá que descubrir el lector de El aroma del chocolate por sí mismo. Pero sí diremos que el hilo conductor seguirá siendo el cacao y, sobre todo, el sinfín de recuerdos y sensaciones que produce el aroma que desprende el mismo y que llegará a arrastrarnos a los más dulces momentos de la infancia, a nuestros más deliciosos recuerdos y a los momentos más delicados con esa fascinante descripción de los confites de August.

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