¿Y qué pasa con los cristianos en Palestina? Esta es la pregunta que se hizo el periodista francés Jean Rolin y cuyo resultado plasma en el libro con título homónimo: Cristianos (Libros del Asteroide, 2011). El enfrentamiento palestino-israelí es uno de los temas peor tratados en los medios de comunicación, donde casi siempre se suele dar una visión sesgada a favor de unos u otros contendientes. Y, entre medias, se encuentran los seguidores de Cristo, una comunidad que no hace ruido y que Rolin retrata machacada y a la vez cómplice de la estrategia de la Autoridad Palestina.
Los hechos que el periodista francés relata datan del año 2002, bastante alejados de la actualidad, pero dan idea del ambiente en el que se ha desenvuelto esta confesión en la tierra de las tres religiones. Hay que tener en cuenta varios aspectos. En primer lugar, Israel es un estado de concepción política difícil. Nació en 1948 en Palestina, una región bajo mandato del Reino Unido casi desde principios del siglo XX y en el que convivían árabes, cristianos y familias judías. El final de la II Guerra Mundial, las reclamaciones que los políticos judíos habían realizado desde finales del siglo XIX de una tierra que consideraban propia y que habitaban antes de la gran diáspora provocada por el Imperio Romano en el año 70 d. C., y el sentimiento de culpabilidad que había provocado el asesinato de millones de judíos por el régimen criminal de la Alemania hitleriana, llevaron a la creación del Estado de Israel en Palestina. Una de sus idiosincrasias particulares es que, al ser un estado de derecho, debe permitir la libertad religiosa y dar amparo y protección a las confesiones judías, cristiana e islámica. La letra de la ley es esa, pero la práctica es otra.
Y esta práctica es la que muestra Rolin en su libro. La mayor parte del mismo se centra en los territorios palestinos, gobernados por la Autoridad Palestina (el Gobierno de Yassir Arafat en 2002), pero en realidad ocupados por los militares israelíes en una estrategia política para controlar a posibles terroristas y evitar atentados en su territorio. Este es un quebradero de cabeza que tendrá que afrontar Israel durante toda su existencia: se trata de un país rodeado de estados árabes enemigos como Líbano, Siria, Egipto, Arabia Saudí o Irán. ¿Qué papel juegan los cristianos en todo este entramado? Por un lado, Rolin los muestra como sufridores de las prácticas y políticas israelíes, pero también de las musulmanas. El cristianismo en Palestina en una confesión minoritaria, presionada por las otras dos religiones monoteístas. Pero, por otra parte, la existencia de iglesias cristianas y de su culto dependen del apoyo que la oligarquía cristiana da a la política de la Autoridad Palestina. Rolin concluye que existe una connivencia hipócrita entre los religiosos cristianos de Palestina con la Autoridad, que por un lado critica los atentados de terroristas árabes, pero por otro lado los justifica en base a la opresión israelí.
Rolin no ha escrito un documento exhaustivo que explique las causas y consecuencias del conflicto. Al contrario, se basa en el reporterismo puro y duro, en intentar hablar con las fuentes: habitantes cristianos de Palestina, sacerdotes, etcétera. A través de ello, el periodista galo compone un libro lleno de estampas que ayudan a percibir la complejidad de una convivencia siempre en tensión.
